Hasta diciembre del año pasado, en el último semestre del gobierno derechista de Mauricio Macri, más de 580 mil cordobeses eran pobres: no lograron cubrir la Canasta Básica Total (CBT), según datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC).
Ese deterioro en el entramado social cordobés se agudizó con la pandemia mundial del Covid-19, con la economía provincial paralizada.
Gustavo Arce, un empresario textil cordobés, dueño de Agustino -una PyME cordobesa que le da empleo a unas 80 familias en todo el país-, apostó una vez más a la solidaridad y lanzó la campaña Campera Solidaria, por la cuál el cliente que compra una campera puede obtener un importante descuento, si entrega una campera usada y en buen estado: “En un contexto de profunda crisis económica, desde Agustino decidimos poner nuestro granito de arena y ayudar a esas familias carenciadas que vemos a diario a nuestro alrededor. Con Campera Solidaria buscamos recolectar camperas de tela, ecocuero o cuero en buen estado, las que son donadas a distintas instituciones sociales de nuestra provincia, como fundaciones y ONGs, para ser distribuidas en los sectores más vulnerables de nuestra población”, detalló Arce a El Destape.
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El empresario cordobés agregó que “en Agustino somos conscientes que el frío y las inclemencias del tiempo son particularmente crueles con aquellas personas que integran la base de la pirámide social, que, en algunos casos, no tienen siquiera para cubrir las necesidades básicas alimentarias; en Córdoba tenemos medio millón de pobres; imagínese si esa gente va a tener acceso a un abrigo”.
Agustino es una PyME textil creada en el barrio Pueyrredón de la ciudad de Córdoba, pero con presencia en todo el país, con bocas desde Jujuy hasta Tierra del Fuego. En la fábrica trabajan 40 personas en relación de dependencia directa, que sumados a proveedores y tercerizados, suman unos 80 empleados.
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Gustavo Arce le dijo a El Destape que “con el Plan Canje / Campera Solidaria se cumplen los pilares básicos de lo que en Agustino entendemos como Responsabilidad Social Empresaria (RSE): los sectores productivos del país generamos solidaridad con los sectores más carenciados; a la vez, por este Plan Canje, se moviliza la rueda productiva y la clientela también recibe el beneficio de un descuento de casi el 27% en su compra”.
El empresario detalló que “aquellos clientes que nos acompañan hace años, esta vez, también van a recibir una atención de parte de la familia de Agustino, al traer una campera de cuero, ecocuero o de tela en buen estado para donar a la campaña Campera Solidaria, automáticamente ingresan en el Plan Canje, y su donación se transforma en la acreditación de un voucher por la compra de una campera de nuestra colección Otoño/Invierno 2020”.
Y avanzó más allá con la movida solidaria: “En las últimas semanas tuvimos temperaturas bajo cero en la ciudad de Córdoba, imagine en el interior profundo. A todos estos sectores vulnerables van las camperas que canjeamos, además de otros abrigos. Pero esas personas deben hacer frente al frío con alimentación, con comida calórica. Con unos amigos estamos organizando, armando, la posibilidad de montar un comedor una vez a la semana para brindar esas comidas calóricas a la gente que a veces sólo tiene una taza de mate cocido como única alimentación diaria. Una vez será un estofado, otra vez puede ser pollo al disco o polenta; comidas nutritivas y con una alta dosis calórica para enfrentar las inclemencias climáticas”.
El proyecto ya está bastante avanzado y sólo resta definir el día, horario y lugar en el que funcionará esta olla popular: “Tenemos que definir si esta olla solidaria la hacemos de día, de noche; en día hábil o fin de semana; en la puerta de nuestra fábrica o móvil. Sabemos que hay mucha necesidad y que la pandemia pega de lleno en los sectores más vulnerables”.
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-Usted ya realizó una acción solidaria al principio de la cuarentena en Argentina, que tuvo bastante repercusión, como fue la donación de barbijos y alcohol en gel al Ejército.
-En realidad, la campaña no fue pensada en el Ejército. Lo vi al Presidente y dije “nosotros no podemos quedarnos cruzados de brazos, no son vacaciones, esto es como una invasión”. Me hizo acordar al Eternauta, el coronavirus es un enemigo extraño, nuevo, desconocido y nosotros encerrados en nuestras casas. Ese fin de semana fui barruntando qué podía hacer. El lunes siguiente, a media mañana con el grupo de whatsapp que tenemos en Agustino hicimos una reunión de trabajo virtual y ahí surgió la idea de fabricar barbijos para donar. Teníamos las telas, las máquinas, y la voluntad de ayudar. Dicen que estas crisis potencian cómo es cada uno, si sos buena gente, florece tu parte buena. Si sos mala gente, tu miserabilidad crece. Y todos coincidimos en ponernos a trabajar. Los chicos de diseño empezaron a ver cómo se hacían los moldes para barbijos. Empezamos a buscar las costureras que trabajan habitualmente con nosotros, para ver si se sumaban desde sus propias casas, con sus máquinas de coser, porque no podíamos abrir la fábrica como en época normal, había que quedarse en casa y tratar de dar una mano. Así nació esta cadena de voluntades que llamamos “Cuidamos a los que nos Cuidan”. Hicimos números y el cuero nos dio para fabricar con los insumos que teníamos, unos 10 mil barbijos. Y empezamos a buscar asociaciones civiles, ONG’s, centros vecinales y organismos del Estado, como municipios, hospitales y alguien se contactó justo con personal del Ejército que integra el Centro de Operaciones de Emergencia (COE) con la Provincia y la Municipalidad de Córdoba y nos enteramos que la sastrería militar estaba confeccionando barbijos para hospitales y las primeras líneas sanitarias que reciben a pacientes infectados o sospechosos de portar el Covid-19; pero que los militares que hacen la logística en Córdoba y operan en el centro de campaña del Polo Sanitario, no cuentan con los barbijos suficientes. Por eso, los primeros en buscar los barbijos fueron ellos, y las casualidades del destino, hicieron que la primera entrega la hiciéramos el 2 de abril.
-¿Cómo fue la reconversión de fabricar camisas y trajes a fabricar barbijos?
-Somos una empresa textil, hacemos camisas, remeras y trajes de hombres, jeans para ambos sexos, ropa femenina y tenemos una línea nueva de ropa infantil. ¿Cómo no íbamos a hacer barbijos? El dicho dice “zapatero a tus zapatos”; y para nosotros fue como decir “costurero a tu costura”. Cambiamos las líneas de trabajo. En la industria textil hay algo, que para los que conocen el mercado, se llama tizada, que forma parte del proceso de fabricación de la ropa, y es la etapa en la que se posicionan en papel o tela, los patrones que componen un modelo y luego se efectúa el trazo de los contornos de los patrones, siguiendo todas sus especificaciones, pero es algo muy técnico. En resumen, hicimos una adecuación del diseño, de los moldes, para diseñar y cortar en serie. Después esas telas las llevamos a nuestras costureras y terminaron su trabajo en sus talleres particulares. Buscamos los barbijos y los empacamos en la fábrica y también organizamos la logística de distribución. Pero ya volvimos a lo nuestro, a fabricar ropa. Y ahora vamos a cocinar para los que menos tienen.