La Justicia condenó este viernes a Roberto "la hiena humana" Carmona a prisión perpetua por el homicidio del taxista Javier Rodrigo Bocalón en diciembre de 2022. En las primeras jornadas del proceso, Carmona generó conmoción cuando dio detalles escabrosos del crimen.
Carmona había dicho que era "socio vitalicio" ya que había tenido varios juicios a lo largo de su vida y contó: "Retumba en mi cabeza `no me mates, no me quites la herramienta de trabajo`. Él eligió el auto a la vida. Yo era un depredador". "Me convidó un poco de agua y le agradecí. Le dije que parara porque mi primo se iba a sumar al viaje. Eran mentira, mi primo no existía. Ahí lo agarré del cuello y le metí el cuchillo”, describió.
El padre y la hermana del taxista lo escuchaban hablar en la sala de audiencia y lloraron mientras el acusado hablaba con tono indiferente. "Habló con frialdad, no sé cómo catalogar a una persona de esas", afirmó el papá de la víctima.
El fiscal Hugo Almirón pidió que Carmona sea condenado a perpetua, pero también pidió que la Justicia no le conceda un tratamiento terapéutico ya que las pruebas aportadas demuestran que es consciente de los asesinatos que cometió. Con respecto a la querella, representada por Carlos Nayy, se requirió que el acusado sea encontrado culpable y condenado a la pena máxima por ser una "máquina de matar, sin cura ni remordimientos". Los jueces Marcelo Nicolás Jaime, Juan Manuel Ugarte y Eugenio Pérez Moreno convalidaron la solicitud.
Los antecedentes
Carmona asesinó en 1986 a una adolescente de 16 años llamada Gabriela Ceppi, cuando ya tenía una condena a 10 años por robo, por la cual la Justicia de ese momento lo benefició con la libertad anticipada. El criminal serial secuestró, violó y fusiló de un disparo en la cabeza a la chica y después descartó su cuerpo en un campo de sorgo en la ruta 9, donde lo encontraron un mes más tarde. Asimismo, en 1988 fue condenado a reclusión perpetua con la pena accesoria de reclusión por tiempo indeterminado.
En la cárcel le tiró caramelo caliente en la cara a un preso porque impidió que violara a su esposa y apuñaló a otro, a quien luego le tiró agua hirviendo mientras dormía porque no había podido matarlo. En 1994 asesinó a Héctor Vicente Bolea, un preso con el que compartía condena para disputarle el control del pabellón.
Fue allí que de Córdoba lo trasladaron a una cárcel de Chaco y en julio de 1997 mató a Demetrio Pérez Araujo, por lo que lo sentenciaron de nuevo por homicidio. Con tres condenas, dos a perpetua y la tercera a 16 años, en 2014 la Justicia chaqueña lo autorizó a tener salidas transitorias y empezó a viajar a Córdoba cada cuatro meses para ver a su pareja.
En esta ciudad secuestró al taxista Javier Rodrigo Bocalón para fugarse y lo apuñaló mientras manejaba. La víctima murió casi en el acto y chocó contra un poste en una esquina de la capital cordobesa.