Tras recibir los resultados del estudio forense, la autopsia confirmó que Aralí Vivas, la nena de 8 años asesinada en la localidad de Brinkmann, provincia de Córdoba, fue abusada sexualmente y la Fiscalía endureció las imputaciones contra los principales acusados, Matías Ezequiel Simeone (33) -el padrastro de la víctima- y su amigo Cristian Hernán Varela (40).
El informe forense ya había adelantado que la autopsia de la menor había revelado signos en el cuerpo “compatibles” con abuso sexual, aunque sin precisar si eran del mismo día del crimen o anteriores. De esta manera, el fiscal Oscar Gieco había realizado la imputación sobre ambos por homicidio calificado por el vínculo.
No obstante, los datos que confirmaron el resultado preliminar de la necropsia, que determinó la presencia de material genético masculino en el cuerpo de la víctima, modificaron la situación procesal de los implicados y ambos enfrentan ahora cargos de homicidio criminis causa, es decir, matar para ocultar otro delito, una calificación que podría conllevar la pena de prisión perpetua.
Aralí murió cerca de la medianoche del viernes 1° de noviembre. Las cámaras de seguridad fueron claves para rastrear los movimientos de los detenidos el día de los hechos: Varela llegó al domicilio el viernes a las 21.16; posteriormente, ambos realizaron varias idas y venidas y finalmente, el padrastro de la menor (Simeone) retornó al domicilio a las 3.27 de la madrugada del sábado.
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Los movimientos se mantuvieron durante la jornada del sábado. Simeone salió de la vivienda durante el mediodía, con otros dos menores, a quienes llevó a una plazoleta cercana y regresó a las 13.46. Poco después, se produjo el incendio. Vecinos dieron aviso a los bomberos y minutos más tarde, lograron controlar las llamas, pero en la inspección, hallaron el cuerpo de la pequeña.
El caso tiene una tercera persona detenida: la madre de la víctima, Rocío Milagros Rauch, quien se encuentra imputada como partícipe necesaria del crimen, aunque no se la vincula materialmente con el asesinato. Las pruebas recolectadas hasta el momento indicarían que ella no se encontraba en el domicilio, con lo cual la Fiscalía no puede comprobar que haya sido testigo o haya cometido el hecho. De igual forma, consideran que ella no protegió a la niña como debería haberlo hecho.
Crimen de Aralí en Córdoba: el ambiente de extrema violencia en el que vivia la nena
La causa transparenta que la familia tenía problemas. Los hermanos de Aralí habían sido retirados de la casa porque Simeone estaba preso y Rauch tenía problemas de adicciones. En julio pasado, la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia (Senaf) comunicó a la Justicia que la pareja estaba lista para la “revinculación”, pero esta decisión puso en la mira a un área del Estado que tiene como objetivo protección de los niños, niñas y adolescentes.
Si bien la mujer había hecho un tratamiento con la Red Asistencial de las Adicciones de Córdoba y Salud Mental, Simeone tiene varias condenas por delitos, entre ellas, una por violencia contra Rauch y su madre, a quienes había amenazado. “El ambiente era de extrema violencia, era un cuadro no apto para niños”, describió el fiscal Gieco.
El abuelo paterno, Omar Rauch, habló de fiestas "negras" en la casa cuando su hija no estaba; también Betiana Heredia, prima de Rocío (mamá de la niña), que aseguró que "todo el mundo sabía" de las condiciones en las que vivían la nena y sus cinco hermanos antes de la tragedia: "Era un ambiente donde había maltratos, donde había peleas, donde había discusiones, consumo de droga, consumo de alcohol, fiestas".
Mientras que la titular del Senaf, Julia Reartes, ordenó una investigación interna para establecer si fue correcta o no la actuación de los empleados de la dependencia. La funcionaria está en medio de otra investigación: aparece nombrada en una causa federal por presuntos delitos en la subrogación de vientres.