En 1999 el Doctor Nedio Steffen en Brasil, tras comprobar que las personas que tenían disfonía la consideraban algo normal, se puso de acuerdo con sus colegas para celebrar cada 16 de abril el Día Mundial de la Voz. Desde entonces se concientiza sobre cuidados y detección a tiempo de patologías que pueden ser mortales (como el cáncer de laringe).
La Sociedad Argentina de la Voz se sumó a esta iniciativa en el 2003, organizando todos los años campañas de prevención y educación para la salud. “De esta manera se valoriza la voz como un fenómeno muy importante dentro de la expresión humana y el derecho a la expresión es un derecho humano”, resaltó a El Destape el fonoaudiólogo y terapeuta vocal Ariel Aguirre.
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Un informe del 2022 del Hospital de Clínicas expresa que casi el 30% de la población padece en algún momento de su vida disfonía y, en el caso de quienes trabajan con la voz (cantantes, docentes, actores) ese número asciende a un 45%. Según Aguirre, en gran parte tiene relación con descuidos acerca de este “instrumento”: “Hay que entender que la voz se produce en un cuerpo humano por la acción coordinada de huesos, músculos, ligamentos y otros tejidos, entonces no hay que pedirle a la voz lo que no le pedimos al cuerpo en otras circunstancias. Por ejemplo: no se nos ocurriría correr una maratón de 3 horas sin entrenar, pero a veces hablamos 3 horas sin parar y ese uso intenso puede traer consecuencias vocales. Es importante también no naturalizar la disfonía y, ante cualquier alteración de la voz, consultar a une médicx, otorrinolaringóloge y/o une fonoaudióloge”, explicó.
Si bien es habitual utilizar la voz sin relacionarlo luego directamente a los efectos sobre la misma, también es mayor el porcentaje de problemáticas cuando se trabaja con ella. En este sentido, la Sociedad Argentina de la Voz destacó que se calcula que un 47% de les docentes percibe alteraciones en “el tono” al hablar y el 62% de elles destacó que siente molestia al hablar (tos, dolor, picazón, sequedad, etcétera). Aguirre subrayó en esta línea que “una voz técnicamente entrenada es un atributo muy bueno pero no suele ser suficiente, hay que pensar en la finalidad del uso de esa voz, que es la comunicación; donde se juegan otros aspectos que exceden a lo técnico: se necesita pensar en la pragmática, los modos de comunicación, las motivaciones, los deseos, el aspecto social, el contexto y la empatía”.
Entonces quienes no “viven” de su voz, ¿pueden prescindir de su cuidado? Aguirre contesta a este interrogante: “Es necesario cuidarla aunque no se trate de un profesional de la voz, porque si se altera puede afectar a la comunicación y a la calidad de vida, ya que somos seres sociales. La evaluación de la voz es parte del estudio de los sonidos que produce el cuerpo humano (por ejemplo: los latidos del corazón) para poder determinar a través de esos y otros datos el proceso de Salud/Enfermedad/Cuidado/Atención en el individuo; la salud de la voz nos habla de la salud de la persona. La voz cambia en las diferentes etapas del ciclo vital (niñez, adolescencia, juventud, adultez) y puede expresar diferentes afecciones, como estados congestivos. Es posible vivir con ciertas problemáticas relacionadas a la voz, pero hay patologías, como el cáncer, que producen disfonía y requieren sí o sí atención y otras patologías que no amenazan la vida a nivel biológico pero sí afectan la calidad de vida”.
Más allá de los trabajos y/o hobbies que cada persona lleve adelante, hay muchas cosas que pueden “dañar” la voz: ”El stress y los factores emocionales pueden afectar nuestras voces, como así también el tabaquismo, el consumo de alcohol en exceso, el consumo problemático de sustancias, algunos medicamentos (como los antihistamínicos), la contaminación ambiental, el exceso de ruido ambiente -que obliga a elevar la voz-, el hábito de gritar, la falta de descanso suficiente y la mala alimentación”, cierra Aguirre.