Sugieren aplicar un "protocolo emocional" para los niños ante el regreso a clases

Un estudio efectuado por Unicef, el Instituto de Neurología Cognitiva (Ineco) y el gobierno porteño reveló que durante el aislamiento se incrementó la irritabilidad en los niños quienes se volvieron muy dependientes de sus padres.

21 de febrero, 2021 | 14.47

La vuelta a las clases presenciales en forma progresiva en todo el país no solo necesita seguir protocolos sanitarios, sino también enfrentar los miedos de los alumnos, docentes y padres, quienes deberán aprender a gestionar esas emociones a través de "otro protocolo que dé respuestas a los bruscos cambios" en el espacio escolar tras casi un año de confinamiento por la pandemia, señalaron especialistas en salud mental infantil.

Este "protocolo emocional" es necesario para que el miedo "no interrumpa los procesos de aprendizajes" y favorezca "el reencuentro y la resocialización de los alumnos" luego de que niños y adolescentes pasaron "muchas horas al día frente a una pantalla con hábitos y rutinas muy distintos", subrayaron los expertos.

Un estudio efectuado por Unicef, el Instituto de Neurología Cognitiva (Ineco) y el gobierno porteño, a mediados del año pasado, reveló que durante el aislamiento se incrementó la irritabilidad en los niños quienes se volvieron muy dependientes de sus padres, expresando su temor de contactarse con los demás, mientras que entre los adolescentes prevalecieron las sensaciones de desánimo, baja confianza en el futuro y decaimiento afectivo.

"Muchas de las emociones que van a estar dando vuelta en la escuela no es el contagio, sino el miedo social. Se instaló el cuidado desde el miedo, eso es lo que hay que regular", dijo a Télam Marilina Rotger, profesora y especialista en neuroeducación.

Para enfrentarlo hay "que hablar en las escuelas de ese miedo para darse cuenta que ese miedo al contagio, a contagiar a mis padres o a no encontrar a mis compañeros, quizás no sea tan real, si se aplican los cuidados correspondientes".

Para Rotger, "esto generará sensaciones displacenteras y los docentes deben volver a instalar a la escuela como un espacio donde se transmitan sensaciones placenteras, para lo cual deberán intentar abordar una forma de enseñar que despierte curiosidad en el alumno, sin que esos miedos puedan interrumpir los aprendizajes".

Otros de los efectos del confinamiento y que repercutirá en la escuela es, de acuerdo con estudios de la ONU, "el 70 por ciento de los docentes tuvieron situaciones de estrés de moderado a severo en esta pandemia al enfrentar situaciones para lo cual no estaban preparados", explicó a Télam Hernán Alesandria, médico psiquiatra y fundador de la Asociación Civil Globalpsy.

Para el profesional, "la falta de apoyo de sus padres en la educación a distancia y la ausencia de la escuela como ese lugar donde el adolescente va a construir lazos", generó bajos rendimientos académicos.

"La clave está en construir espacios de bienestar: se necesita dotar de herramientas tanto a los docentes y a las familias para que puedan trabajar con los niños y adolescentes, ya sea desde la presencialidad como desde la virtualidad, en el fortalecimiento de las emociones, que puedan reconocerlas y gestionarlas", enfatizó Alessandria.

Pero la respuesta ante la Covid-19 será muy distinta en los niños que en los adolescentes al ingresar a las aulas, según los especialistas. Mientras los primeros "al ingresar al colegio dependerá del miedo que les inculquen sus familias, los segundos pensarán que ellos no se van a contagiar y sí sentirán tenor de contagiar a sus padres o abuelos".

Andrea Abadi, psiquiatra infanto juvenil, especializada en el diagnóstico y tratamiento de niños y adolescentes con trastornos en el manejo de la conducta de Ineco, dijo a Télam que "lo primero que hay que hacer es bajar el nivel de angustia de los chicos".

"Sabemos que no serán los transmisores del virus en la casa, ya que por estudios epidemiológicos los lugares de contacto entre los chicos no son donde más se transmite el virus, sino son los adultos los que lo transmiten a ellos", subrayó la especialista.

Al respecto precisó que "los adolescentes vendrán más confiados a la escuela, dispuestos a volver a tener esa situación de socialización, pero hay que tener en cuenta que deberán adaptarse otra vez a la situación escolar.

No se podrá comer o beber mientras se está en clase y habrá que llevar un uniforme, mientras que en los recreos no van a poder caminar abrazados por el patio".

Los especialistas coinciden en que pueden darse situaciones de crisis de llanto o angustia en los alumnos, especialmente en los más pequeños, al ver alejarse a sus padres y percibirse inseguros.

Frente a esto, Rotger apuntó a que son los docentes "en este protocolo emocional, los que tendrán que transmitir emociones placenteras y es el que más autocontrol tendrá que tener".

"Directivos y docentes tienen que demostrar que la escuela esta feliz de volver a encontrarse con ellos y eso es el principal foco, no tanto la recuperación de los aprendizajes, ya que el cerebro de un niño es muy plástico y los contenidos se vuelven a tener con práctica", precisó la neuroeducadora.

Para Abadi, "lo primero que habrá que hacer es escucharlos pero tomando en cuenta que no van a poder abrazarlos como señal de contención, decirles que en la escuela están seguros y el miedo no los tiene que paralizar".