Durante el fin de semana, se conoció la noticia de la muerte del "Abuelo Leo", un hombre que vendía golosinas en la esquina de Alem y Brentana, en Cipolletti, provincia de Río Negro. Sin embargo, una vez fallecido, se supo que "Leo" era Alfredo Jorge Campanella, de 76 años, prófugo desde 2017 tras una denuncia por violación a dos niñas en un hotel de La Plata.
Según informó el portal local Mis Noticias, Campanella murió el sábado 3 de agosto, el anteúltimo fin de semana, en hospital de Cipolletti, a causa de un problema cardíaco. Tras la tarea del equipo de Criminalística de la Ciudad, se pudo determinar la verdadera identidad del hombre.
"Usaba gorra negra y gafas del mismo color. Se sentaba en Alem y Brentana a vender golosinas a quienes transitaban por allí. Pasaba horas y horas, con frío o calor, pero siempre se lo podía ver en esa transitada esquina", explicó el mismo portal, que agregó: "Antes de someter a las menores, las llevaba al cine y a la República de los Niños. Se registraba en hoteles dicendo que eran sobrinas; después las violaba y fotografiaba". La denuncia, indicó Clarín, la había hecho su ex novia y tía de las nenas de 10 y 11 años, a quienes señaló en la causa como víctimas del abuso sexual.
Testimonios de los vecinos
Otro medio local, LM Cipolletti, publicó el testimonio de una trabajadora de un comercio de la zona, que dio detalles sobre la vida del prófugo, o al menos la percepción que ella tenía del hombre fallecido. "Vino el día anterior a su muerte a pedir agua caliente y no me miró a la cara, nunca lo hacía", contó la mujer.
Además, contó que "todos le tenían lástima" al supuesto vendedor de golosinas, a quien tildaban de "pobre abuelo", pero a ella le generaba desconfianza: "Siempre me parecía raro, era muy reservado". No obstante, contó: "Un poco nos habíamos encariñado con Leo, como lo llamábamos”.
En diálogo con el mismo sitio, la mujer insistió: "La noticia, no voy a negarlo, nos sorprendió, no lo podíamos creer. Aunque, insisto, a mí me parecía un tipo raro, nunca llegué a sentir lástima, algo intuía pero no me imaginé lo que hacía o que era prófugo". "Paraban los autos a comprarle bastante en la calle. Y acá venían los clientes y nos decían ‘pobre abuelo’ y le pagaban la vianda para que se la alcanzáramos. Entre los vecinos también era muy conocido Leo", agregó.