Parece sacado de una película de Hollywood, pero fue descubierto en un laboratorio de Estados Unidos. Una novedosa técnica concluye que un pulso de rayos X generado por una explosión nuclear podría vaporizar la superficie de un asteroide y, con ello, cambiar su trayectoria y los posibles impactos contra la Tierra.
Los devastadores impactos de asteroides son poco frecuentes en la historia de nuestro planeta, pero se recuerdan, como el que colisionó hace 66 millones de años. Aquel asteroide que acabó con el reino de los dinosaurios tenía unos 10 kilómetros de ancho. No obstante, rocas mucho más pequeñas son igualmente peligrosas. El meteorito de 15 metros de ancho que impactó sobre la ciudad rusa de Cheliábinsk en 2013 hirió a más de 1.200 personas.
Hasta ahora, existían diversas ideas sobre cómo desviar un asteroide que ponga a la Tierra bajo amenaza. De hecho, en 2022, la sonda DART de la NASA, chocó intencionadamente contra Dimorphos, una luna de un asteroide llamado Didymos. La misión demostró que un impacto cinético podría proteger a la Tierra, pero este debía darse años antes del impacto inminente.
No obstante, en este nuevo estudio, publicado por la revista Nature Physics, y llevado a cabo por un equipo de los Laboratorios Nacionales Sandia (EE.UU) se explora la posibilidad de utilizar los rayos X de una explosión nuclear. Los físicos de este laboratorio registraron con detalle de nanosegundos cómo un inmenso pulso de radiación desatado por una explosión nuclear podría vaporizar la cara de un asteroide. El evento es tan potente que calienta la superficie a decenas de miles de grados, produciendo una bola de gas en rápida expansión capaz de desviar al asteroide de su trayectoria.
"El material vaporizado sale disparado por un lado, empujando al asteroide en la dirección opuesta", explicó Nathan Moore, primer autor del estudio en declaraciones recogidas por varios medios. "Es como convertir el asteroide en su propio cohete", agregó el especialista. Moore y sus colegas realizaron en el laboratorio una prueba de concepto, también conocido como estudio de viabilidad, en la que probaron a imitar el efecto del impacto de un artefacto nuclear contra un asteroide para lo que usaron rayos X que apuntaban a dos simulacros de asteroide de 12 milímetros de ancho en el vacío. En ambos experimentos, observaron que los pulsos de rayos X calentaban la superficie de los modelos de asteroides, dando lugar a un penacho de vapor que transfería impulso a los objetivos de cuarzo y sílice y generaba velocidades de unos 69,5 metros por segundo y 70,3 metros por segundo, respectivamente.
Los investigadores utilizaron estas mediciones para realizar simulaciones numéricas sobre cómo se podría escalar este método de desvío de asteroides y sugirieron que los objetos cercanos a la Tierra con un diámetro de unos 4 kilómetros podrían desviarse con esta técnica nuclear.
Aunque hay muchas ideas diferentes sobre cómo desviar asteroides, para Moore, "la principal ventaja de la explosión nuclear es que son las más potentes y pueden desviar los asteroides más grandes en el menor tiempo posible”, sostiene. Para el investigador, esto "podría ser importante en cualquier situación de emergencia", por ejemplo si se detecta un asteroide cerca de la Tierra y no hay mucho tiempo de aviso previo.
Con información de la Agencia Deutsche Welle.