En pleno siglo XXI, muchos de los desarrollos tecnológicos logrados en el campo de las ciencias de la vida logran ultrapasar las fantasías más osadas de la literatura de ciencia ficción. Es que la frontera de la innovación se corre, cada vez más, hacia zonas a las que no se esperaba llegar. Para muestra, la novedosa y sorprendente experiencia de científicos argentinos, publicada en la revista Plos One: por primera vez en la historia, se registró el nacimiento de un caballo genéticamente igual al ejemplar que le dio origen, pero del sexo opuesto.
“Creemos que se debió a una pérdida espontánea del cromosoma Y, exclusivo de los machos. Posiblemente, fue una situación imprevista de estrés que enfrentó el cultivo del tejido para obtener el ADN de las células del macho que se clonó. No obstante, no le quita su cualidad de clon”, explica en diálogo con la Agencia de noticias científicas de la UNQ, Gabriel Vichera, cofundador y director científico del laboratorio Kheiron Biotech , donde se realizó el procedimiento.
¿Cómo se clona un caballo?
Lo primero que se necesita para hacer un clon son dos tipos de materia prima. Por un lado, el ADN del animal que se quiere replicar, que se toma de una biopsia de células del cuerpo del animal. Por el otro, se necesitan óvulos, que es lo que tiene toda la maquinaria para generar un embrión. “Pero ese óvulo tiene un ADN que a vos no te interesa. Entonces se lo saca y se le ingresa una célula con el ADN del animal que se quiere clonar”, explica.
Una vez que se reconstruye el embrión, se le hace una serie de estimulaciones químicas para iniciar el desarrollo embrionario. “Ese embrión evoluciona durante una semana en el laboratorio hasta que tiene un desarrollo que permite la implantación”. Conseguido el logro, se lleva al campo y se transfiere en una yegua receptora, que lo gesta durante 11 meses, hasta que nace un potrillo genéticamente idéntico al animal al que se le sacó esta muestra del ADN original.
Buscando el cromosoma perdido
En el caso investigado por los científicos argentinos, el procedimiento original fue el de una clonación convencional: “Queriendo clonar un caballo macho, nacieron dos clones: uno macho, como se esperaba, y el otro nació hembra”, cuenta. Por eso, lo primero que hicieron fue verificar que realmente era un clon y luego comenzaron a estudiar por qué era hembra y no macho.
“En la investigación que publicamos, contamos todo lo que analizamos para poder saber por qué no estaba presente el cromosoma Y, exclusivo de los machos”, dice Vichera. Y detalla: “Mediante técnicas, pudimos ver que el cromosoma que estaba presente era el X, y que su genotipo es X0, no XX, como tienen las hembras. Sin embargo, se manifestaba fenotípicamente como una hembra absolutamente normal”.
En ese sentido, llegaron a la conclusión de que lo que sucedió fue una pérdida en el cultivo original, en algunas células del cromosoma Y. “Por un evento fortuito hemos tomado unas células sin ese cromosoma y generamos un embrión clon”.
Hoy, la yegua tiene más de 2 años y es indistinguible de otras yeguas de su edad, salvo por el menor desarrollo de sus ovarios, que puede llegar a ser un signo de infertilidad. “Con este estudio comprobamos que podemos generar yeguas a partir de machos que tengan un fenotipo normal y que puedan desarrollarse normalmente”, asegura el investigador.
Todo esto cobra importancia, además, si se tiene en cuenta que Argentina es uno de los países que más biotecnología de alta complejidad aplica a equinos deportivos. Por ejemplo, los avances en genética y tecnología permiten clonar caballos de polo con resultados muy satisfactorios. Por eso, en este campo, donde se utilizan mayoritariamente hembras por su docilidad, “sería muy interesante poder tomar los machos para generar hembras y ver cuál es su desempeño deportivo”, concluye Vichera, que ya tiene más de 300 clones de caballos en su haber.
En esa línea, las próximas investigaciones están pensadas para generar estos clones hembras a partir de machos, pero sin inducir la pérdida del cromosoma Y, sino tratando de inhibir, mediante la técnica de edición génica que permita lograr una diferenciación a hembra a partir de los machos y, luego, generar embriones clones y transferirlos para que nazcan los individuos con el cambio del sexo.
Con todo, lo cierto es que este “poder” concentrado en los laboratorios científicos, no para de interrogar a la sociedad en general que, cada vez más, se interesa en el rol que tienen la ciencia y la tecnología en las dinámicas de las sociedades contemporáneas.
Con información de la Agencia de Noticias Científicas