Este martes comienza la novena semana del juicio por el asesinato de Nora Dalmasso (51), donde se trata de dilucidar si su viudo, el médico traumatólogo Marcelo Macarrón (62) le pagó a un sicario para asesinarla la madrugada del 25 de noviembre de 2006, hace 15 años y medio.
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Desde que comenzaron las audiencias el lunes 14 de marzo pasado, el juicio que llevan adelante los jueces de la Cámara Primera del Crimen de Río Cuarto, Daniel Antonio Vaudagna, Natacha Irina García y Gustavo José Echenique Esteve lleva un comportamiento sinuoso. Desde el primer día, en que se prohibió a la prensa ingresar a la sala de audiencias con teléfonos móviles y en la sala de periodistas no se pueden grabar los testimonios de los testigos; hasta la última jornada, el pasado miércoles 4 de mayo, donde los tres jueces, los ocho jurados populares y otros funcionarios judiciales, el fiscal Julio Rivero y el defensor Marcelo Brito recorrieron la casa donde fue asesinada Nora Dalmasso en el 627 de la calle 5 de Villa Golf; el juicio tuvo altibajos en su búsqueda de la verdad.
Los testimonios del hermano de la víctima, Juan Dalmasso; y de sus amigas “congresistas”, Paula Fitte, María del Carmen Pelleritti; del ex secretario de Seguridad, Alberto Bertea y del primer imputado, Rafael Magnasco; pusieron en la mira como un actor central en la trama del asesinato, al abogado y ex vocero del viudo, Daniel Lacase.
Los hijos de la víctima y el viudo, Valentina y Facundo Macarrón, intentaron vanamente sembrar la sospecha ante los ocho jurados populares -serán, en definitiva, quienes sellen la suerte de Macarrón, acusado de pagar para asesinar a Nora- sobre el agroempresario Miguel Roher. Inexplicablemente, a pedido del defensor Marcelo Brito, los camaristas desecharon el testimonio del sospechoso de los Macarrón; y en la audiencia del jueves 28 de abril, dónde sólo se releyó el expediente, el matrimonio de Rohrer y su esposa Valeria Califon se quedó sin declarar como testigos. Al cierre de esa audiencia, los periodistas que quedaron en la Sala de Prensa observaron absortos y escucharon a través del circuito cerrado cuando el defensor Brito le ordenaba al fiscal de Cámara, Julio Rivero, qué debían decir para justificar por qué Miguel Rohrer había sido citado a declarar y en el lapso de menos de 48 horas, había sido descartada la requisitoria.
El montaje siguió con las declaraciones del bioquímico de Policía Judicial, Néstor Gutiérrez; y del forense jubilado Ricardo Cacciaguerra, ambos testigos aportados por la defensa de Macarrón.
Peritos a distancia
Gutiérrez, quien en 2006 era jefe del área de Química Legal de la Policía Judicial de Córdoba, declaró el jueves 28 de abril ante los jueces que recién trabajaron con las muestras de la escena del crimen desde el 8 de diciembre de ese año: “Aún nos preguntamos por qué no nos llamaron”, se quejó. Y a pedido del defensor Marcelo Brito, el perito cordobés leyó las conclusiones de su pericia de sábanas, bata, cinto y otros elementos recogidos en la escena del crimen que no indicaron presencia de semen.
Los dichos de Gutiérrez, actual jefe de Interior de Policía Judicial; chocan con las pericias realizadas hace 15 años por el bioquímico policial Daniel Zabala, quien colectó las pruebas, resguardó y analizó junto a los forenses Virginia Ferreyra, Guillermo Mazzuchelli y Martín Subirachs.
El FBI y la Justicia cordobesa le dieron la razón a Zabala al confirmar la presencia de semen de Marcelo Macarrón en las muestras colectadas en la habitación donde fue asesinada Nora Dalmasso.
En octubre de 2012, el juez de Control, Daniel Muñoz, decidió sobreseer a Macarrón hijo, luego de analizar el informe girado por el FBI estadounidense, en base a las muestras analizadas por el bioquímico Zabala. El abogado Marcelo Brito, que en esa época defendía a Facundo Macarrón, no se opuso al sobreseimiento de su cliente, no objetó el trabajo del FBI, ni del bioquímico policial.
“La prueba científica es irrefutable. Quisieron cuestionar nuestro trabajo hace 15 años y no pudieron. El FBI ratificó nuestros informes. Estoy esperando que me citen a declarar como testigo”, señaló el bioquímico Zabala a El Destape.
El martes 3 de mayo fue el turno de Ricardo Cacciaguerra, quién declaró que Nora fue atacada por alguien que la inmovilizó, violó y ejecutó en sólo cinco minutos. Un viejo forense, por su vasta experiencia y no por su edad, confió hace años, respecto del accionar de Cacciaguerra a lo largo de su carrera como legista: “Los médicos forenses se dividen en dos: los que desnudamos los crímenes del poder, y quienes encubren al poder”.
Ricardo Cacciaguerra, un forense ya jubilado declaró el martes 3 de mayo largamente en el juicio sobre cómo ocurrió el modus operandi del asesino de Nora Dalmasso a través de fotos del expediente, sin conocer el cuerpo y sin haber pisado la escena del crimen. En Tribunales se sabe que los peritos de parte, a diferencia de los peritos oficiales, no están obligados a decir la verdad.
No es la primera vez que este forense no acierta con sus exámenes: la tarde del viernes 22 de enero de 1999, un grupo de presos que estaban alojados en el Precinto 5 de la avenida Vélez Sársfield al 700 en esta Capital, incendió unos colchones para reclamar mejoras. El fuego produjo un incendio que emanó gases tóxicos y siete internos murieron. Cacciaguerra, que estaba al frente de la morgue cordobesa, firmó los certificados de defunción, asegurando que la intoxicación y las quemaduras internas se produjeron en un lapso menor a los 20 minutos, provocando el deceso de siete jóvenes en ese tiempo, lo que impidió ser socorridos por policías.
Sin embargo, uno de los siete presos fue internado muy grave en el Instituto del Quemado y falleció al día siguiente, pese a que Cacciaguerra había firmado su deceso junto a las otras seis víctimas.
Y durante la instrucción del crimen de Nora, cuando en diciembre de 2006 el fiscal Di Santo le pide a Cacciaguerra que analice la autopsia de los forenses Ferreyra, Mazzuchelli y Subirachs; se tomó dos meses para responder que la víctima había sido violada: recién respondió en febrero de 2007, en la misma época que el “perejil” Gastón Zárate fuera detenido, acusado de violar a la dueña de la casa donde él trabajaba como pintor.
En la recorrida por el chalé de Villa Golf, realizada el pasado miércoles 4 de mayo por los jueces, jurados populares, el fiscal y el defensor de Macarrón, además de otros funcionarios policiales, no aportó mucho: por caso, la cama donde fue asesinada Nora, ya no está más en la habitación de Valentina, el viudo se la vendió en cuotas a una empleada doméstica de la familia, descontándola de su salario. Y Gala, la perra cocker de la familia, que desapareció ese fin de semana trágico, tampoco está más. Sin embargo, para el fiscal Julio Rivero, la inspección ocular “fue muy interesante para las partes, el Tribunal y el jurado popular. La empleada carina Flores reprodujo cómo ingresaba a la vivienda, por dónde entraba”. El fiscal admitió: “Vine a llevarme impresiones que no tenía. Yo no había venido a esta casa. Creo que esta inspección ha ayudado”.
El duelo
Mañana declararán en el Polo Judicial de Río Cuarto, el forense Martín Subirachs y la analista del laboratorio Ceprocor, Nidia Modesti; quién en la instrucción había declarado que la presencia de ADN Macarrón en el cinto de la bata con la que fue asesinada Nora, podría haber llegado allí a través del lavarropas.
Al forense Martín Subirachs lo nombró en el juicio el ex vocero de Macarrón, el abogado Daniel Lacase: “Subirachs le informó a Marcelo (Macarrón) cómo fue el hecho (crimen de Nora) y le dijo que había sido una fiesta sexual, que habían encontrado vaselina y muchos fluidos”. Esa versión ya fue desmentida por el propio médico forense.
El defensor Marcelo Brito intentó durante 15 años voltear la prueba científica y para la audiencia de mañana se prevé un verdadero duelo entre Subirachs y el abogado de Macarrón.