Un nuevo documento realizado por el programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) alerta que las medidas actuales para reducir los gases de efecto invernadero (GEI) son deficientes y que, con esta matriz actual, la temperatura aumentaría entre 2,4 y 2,8 grados a lo largo del siglo. A días de celebrarse la Conferencia de las Partes (COP) número 27 en Egipto –evento donde 198 países analizan los avances en torno a la reducción de los GEI, se plantean objetivos y fijan acuerdos–, la décimo tercera edición del Informe sobre la brecha de emisiones 2022 La ventana de cierre: la crisis climática exige una transformación rápida de la sociedad, advierte que “es preciso llevar a cabo transformaciones económicas a gran escala para no malograr la oportunidad de limitar el calentamiento global muy por debajo de 2 grados”.
Simon Stiell, Secretario Ejecutivo de ONU Cambio Climático, sostuvo mediante un comunicado que falta mucho para alcanzar la escala y el ritmo de las reducciones de emisiones necesarias para llegar al máximo de 1,5 grados de aumento a lo largo del siglo. “Para mantener vivo este objetivo, los gobiernos nacionales deben reforzar sus planes de acción climática ahora y aplicarlos en los próximos ocho años”, afirmó.
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El Acuerdo de París (tratado internacional sobre cambio climático adoptado por 194 países) tiene por objetivo limitar el calentamiento global a 1,5 grados centígrados, en comparación con los niveles preindustriales. Para ello, los países se comprometen a bajar la emisión de GEI. Sin embargo, los acuerdos hechos en la COP26 realizada en Glasgow en 2021 están lejos de lo establecido en Paris.
Si se sostuvieran durante todo el siglo las políticas actuales, el aumento de la temperatura sería de 2,8 por ciento. Para alcanzar la meta de 1,5 grados como máximo, los GEI deberían reducirse un 45 por ciento de acá al año 2030.
Para ello, el informe propone una serie de iniciativas: evitar depender de nuevas infraestructuras con uso intensivo de combustibles fósiles; facilitar la transición mediante el desarrollo de tecnologías de cero emisiones de carbono, estructuras de mercado y planes para una transformación justa; promover un cambio de comportamiento cultural.
En este sentido, para reducir con velocidad las emisiones y llegar a los objetivos propuestos, los científicos que elaboraron el informe apuntaron a los sectores de suministro eléctrico, la industria, el transporte y la construcción; los sistemas alimentarios y el sistema financiero.
Por culpa de pocos
Según destaca el informe, en 2020 los seis emisores mayores de GEI fueron China, Estados Unidos, India, Unión Europea, Indonesia, Rusia y Brasil. Junto con el transporte internacional, estos países representan el 55 por ciento de las emisiones totales.
En su totalidad, los miembros del G20 (Alemania, Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea del Sur, Estados Unidos, Francia, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Rusia, Reino Unido, Sudáfrica, Turquía y Unión Europea) son responsables del 75 por ciento de las emisiones de GEI.
Sin embargo, en una entrevista realizada por esta Agencia de Noticias Científicas de la UNQ, Sergio Federovisky, viceministro de ambiente de Argentina, señaló que no ve indicios por parte de estos Estados para modificar los actuales modelos de desarrollo. “No veo señales como para identificar que verdaderamente se estén cambiando patrones significativos. Lo que observo es una acumulación de planes, proyectos, pruebas piloto e intenciones que no terminan de modificar el modelo”, destacó.
Desde aquí, más allá de algunos casos puntuales como olas de frío y calor que afectan a zonas de la Unión Europea y desastres climáticos en China o Estados Unidos, las peores consecuencias del cambio climático las sufren aquellos países y regiones, como es el caso de Centroamérica y las islas del Caribe, que son los que menos gases generan. Esta paradoja constituye una expresión más de la desigualdad a nivel global.
Con información de la Agencia de Noticias Científicas