A pesar de la incertidumbre, la felicidad se abrió paso en las inmediaciones de la Casa Rosada y en solo diez minutos se llenó prácticamente la Plaza de Mayo para saludar al helicóptero de la Selección Argentina campeona del mundo. Lo que empezó con rumores que iban de boca en boca sobre el recorrido de la caravana que movilizó a millones, se convirtió en poco tiempo en una columna gigante de personas que colmaron las dos diagonales y la Avenida de Mayo.
El estallido llegó y alcanzó su punto máximo cuando se vio pasar al helicóptero de la Selección. "Lionel, te amo. Somos campeones", gritó más de uno mientras veía desde lejos cómo la aeronave volaba rasante por encima de la bandera argentina de la Casa de Gobierno.
Los hinchas avanzaban para encontrar un hueco en la plaza mirando al cielo. Se chocaban, pisaban, llovía esa espuma de mentira que tiñó toda la histórica jornada, entretuvo a los más chicos y volvió un poco locos a los más grandes.
Eran los mismos que se habían concentrado bien temprano en el Obelisco, después habían caminado bajo el sol de este caluroso diciembre hasta la autopista 25 de mayo y, finalmente, retrocedieron hasta la Plaza de Mayo. Siempre con una sonrisa, siempre cantando, siempre saltando y siempre agradeciendo.
Cuando los helicópteros con los jugadores ya habían pasado y hasta vuelto al perdió de la AFA en Ezeiza, la gente seguía llegando y sumándose al festejo que, aunque persiguió todo el día el sueño de ver a Messi y toda la Selección, fue una celebración en sí misma.
Fiesta, fiesta y más fiesta
La 9 de Julio se convirtió este martes en una enorme peatonal donde cada uno pudo celebrar a su manera, mientras esperaba la llegada de la Selección que final no se dio.
Recitales improvisados con percusión, trompetas y hasta saxos; serenatas sentidas de hinchas agradecidos por los manguerazos de vecinos de los edificios sobre Yrigoyen, y canchas difusas de picados en los que todo el tiempo entraban y salían los jugadores fueron algunas de las postales que decoraban la larga avenida.
Aún cuando la espera parecía hacerse larga y la incertidumbre sobre el recorrido del micro de la Selección crecía, ahí y allá se escuchan voces que lo relativizaban. Argentina es campeón y ese fue el sentimiento que motorizó a todos los hinchas durante todo el día.
“¿Para que te vas ir? ¡Mirá lo que esto!”, gritaba un treintañero en el celular mientras señalaba para adelante, donde se veía una marea humana que inundaba toda la 9 de julio y subía hasta colmar la autopista 25 de mayo.
No muy lejos de ahí, una madre trataba de contener el puchero de su hija de unos tres años que, sentada en la sillita de la bicicleta, ya tenía la paciencia colmada de esperar. “Pensá en todo lo que les costó ganar el mundial, todo lo que sufrieron…cómo no vamos a poder esperar un rato más nosotros”.
Finalmente, ya en el tramo final de la espera, camino a Plaza de Mayo, una joven gritaba que este año no importaba Navidad ni Año Nuevo. “Vamos a seguir de fiesta y todo el año será carnaval”, aseguró mientras una amiga la decoraba con los puntitos blancos de la nieve en aerosol.