Explota 9 de julio: “Esta fiesta no termina porque la alegría es eterna”

La avenida emblema de la Ciudad de Buenos Aires se volvió una postal ruidosa y emocionante de la fiebre mundial que se vive en todo el país. 

20 de diciembre, 2022 | 12.49

La sensación este martes en la 9 de julio es que nadie quiere que la fiesta mundialista termine. “Es épico”, gritó Viviana de Quilmes. "Se vive una vez en la vida”, agregó su hijo mayor al lado.

Al costado, se esconde el papá de la familia, Alejandro. El tiene 47 años y este es su segunda Copa Mundial. “Vamos a seguir de fiesta porque, a partir de ahora cada vez que nos despertemos vamos a saber que somos campeones”, aseguró.

Él se acuerda bien del mundial 86´ y se emociona cuando trata de explicar cómo vivió cada copa del mundo. “Son distintos. El 86 lo vi con mi papá, que ya no está. Eso es irrepetible. Pero ahora lo pude ver con mis hijos y eso lo hizo más especial”, contó y de inmediato los ojos se le llenaron de lágrimas. 

Vivíana, de 49, le toca el brazo y agrega: “además esto es un bálsamo para los argentinos”. Casi como si estuviera coreografiado, justo pasa por al lado un grupo de adolescentes cantando a los gritos con la voz quebrada: “no tenemos un mango, pero venimooooooos igual”.

En un principio, la multitud se movía en todos los sentidos. Cada grupo hablaba y se pregunta lo mismo: ¿pasan por acá? ¿Por dónde van a pasar? Algunos apostaban a que llegarán por Libertador y caminan hacia el Norte para encontrarse con una pared humana en la zona de Obelisco.  Finalmente con la noticia confirmada de que la Selección irá a la  Autopista 25 de mayo, la marea humana se mueve al Sur en una peregrinación coordinada. 

Pese a la posibilidad de que el micro no recorra toda la 9 de julio y muchos no lleguen a ver a los jugadores, la alegría no mengua. 

Hace una hora llegaron de Varela y todos tienen una sonrisa tatuada en la cara. Son seis y el mejor, Juani, tiene 3 años. “No solo nunca vio un mundial y a Argentina campeón, ¡nunca vio tanta gente junta!”, contó su mamá Isabel de 31 años.

El menor de la familia tiene los ojos como huevos y no para de mirar para todos lados. “Cuando veíamos los partidos nos poníamos tan nerviosos que lo dejábamos en el cuarto, para no ponerlo mal. Pero cada vez que nos escuchaba gritar un gol se venía corriendo a abrazarnos. Teníamos que traerlo hoy”, agregó la madre. 

Arriba de los hombros de su papá, Juani no para de mover los brazos y cuando le preguntan por qué vino, contesta sin dudarlo: “Por mami…y por Messi”.