Un día como hoy en 1979 la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura proclamó el 16 de octubre el Día Mundial de la Alimentación con el objetivo de eliminar el hambre en el mundo.
Este año se hace un llamado mundial a la solidaridad para que los alimentos saludables lleguen a todos los rincones del planeta. Sobre todo a los lugares más dañados por el COVID-19.
En este contexto de acceso a la alimentación saludable hay algunos datos preocupantes para nuestro país. Argentina es el país de la región que lidera el consumo de productos ultra procesados con 185 kilos por habitante por año. También lidera el ranking mundial de consumo de gaseosas con 131 litros por habitante por año. Además, triplica el consumo de azúcar recomendado y duplica el consumo de sal.
En el Senado se debate el etiquetado frontal de alimentos, una herramienta muy importante para que todos conozcamos la información de lo que se consume y se comience a revertir una tendencia que afecta la calidad de vida.
Por otra parte, debatir nuestra alimentación no debe ser un permiso para dar lugar a discursos discriminatorios. Argentina es el segundo país mundial con más casos de trastornos alimentarios. El efecto del discurso gordofóbico se traduce en consecuencias que van desde la depresión, trastornos como la bulimia y la anorexia.