“Tenemos que golpear puertas, llamar, pedir y seguir pidiendo y aún así, obtenemos muy poco”. Así describe la realidad de las personas trans Alejandra Malem, periodista feminista y orgullosamente trans. Su primer trabajo fue en un supermercado limpiando papas y cebollas, pero siempre tuvo la ilusión de estar en televisión. Hoy es una de las caras de C5N y reconoce que la conquista de espacios recién empieza.
Su infancia la pasó en la localidad cordobesa de Monte Maíz, criada mayormente por su abuela porque su madre tenía que ir a trabajar a cinco casas de familia diferentes. Ella la describe como una infancia libre y feliz, pese a todas las carencias que tiene una familia humilde: comía lo que le sobraba a otros y cuando llovía, caía más agua adentro que afuera. La miseria era estructural y la violencia verbal de su padre no ayudaba.
“Yo siempre quise ser periodista. Jugaba a ser presentadora de televisión. Tenía una pila de escombros en mi casa y ese era mi escenario”, recordó Alejandra a El Destape.
Alejandra no sabe responder cuándo fue que decidió ser trans. En el secundario fue cuando dejó de sentirse bien consigo misma y con la estructura binaria. “El ser trans es un proceso en constante mutación, no es un proceso estático”, admitió a este medio.
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Aproximadamente a sus 18 años fue cuando tomó las riendas de su vida y decidió autopercibirse como mujer trans. Cuando terminó el secundario se fue a vivir a Rosario. “Ahí empieza una etapa más dura de mi vida”, reconoció. Se recibió de periodista y comenzó a pensar en la posibilidad de hacer su sueño realidad. Viajó a Buenos Aires con más dudas que certezas y conoció a Mónica Carranza y al Hogar Los Carasucias, una fundación de Mataderos que asiste a personas en situación de calle. Pasó 5 años de su vida ahí junto a Mónica, que hoy la define como una madre y guía que la impulsó a seguir creciendo y luchando por sus objetivos.
Y así lo hizo Alejandra. Le envió una carta a Cristina Kirchner y pudo comenzar a trabajar en el Estado, en donde se mantuvo durante varios años. Hoy forma parte del programa Esto Recién Empieza (C5N) con Darío Gannio y de Rompiendo Moldes en Radio 10. También es Jefa de Géneros y Diversidad de la Defensoría del Pueblo y, recientemente, empezó a estudiar derecho, con el objetivo de seguir haciendo lo que siempre hizo: darle apoyo y voz a quienes menos tienen.
¿Cómo recordás tu llegada a Buenos Aires?
Llegué a Buenos Aires recibida de periodista pero estaba buscando mi vida. En un momento, cuando estaba en Rosario, pasé por ese momento de definición que pasan muchas compañeras trans de preguntarse a qué me dedico, que hago de mi vida. O me dedico a la prostitución o realmente apuesto por mis sueños. Esa decisión que es un límite muy finito entre la vida o la exclusión es muy difícil transitarlo si no tenés gente que te apoye. Muchas veces pasé hambre y comí un sanguche de los locales de $1 en todo el día. Pero no me di por vencida.
¿Y tu primer trabajo en un medio?
Empecé a trabajar en Radio Belgrano escribiendo el noticiero de lunes a lunes. Trabajé algunos años y me fui a otro medio en el que me dijeron que me buscara otro trabajo cuando les conté que iba a solicitar al Registro Civil que rectificaran mi partida de nacimiento. No estaba la Ley de Identidad de Género todavía. Me dijeron que me iba a sentir más cómoda en otro lado, que mis compañeros no me iban a aceptar. Desesperadamente, escribí cartas a todo el mundo y siempre encontré a alguien que me rescató. La en ese entonces diputada del Frente para la Victoria Juliana Di Tullio me respondió. También Cristina Kirchner, a través de su secretario general de la presidencia que por entonces era Oscar Parrilli, y empecé a trabajar en el Estado. Ahí mi vida cambió para siempre.
¿Cómo fue tu comienzo en C5N?
Fue mi reencuentro con los medios. Yo ya no quería saber nada. Cuando me lo propusieron, lo primero que dije fue "yo no voy a venir acá a que se rían de mi". El gerente de noticias me dijo que lo que estaban buscando era un perfil periodístico más allá de la identidad de una persona. Por eso acepté. Sé que mi voz-aunque suene feo decirlo así- es una voz de representación colectiva. La mía, la de Diana Zurco, Claudia Vasquez Haro y otras referentes que están en los medios: son voces que no solo cuelgan el cartelito de la diversidad, sino que muestran que podemos hacer otra cosa. Mostrarnos de otro modo del que la sociedad, los medios y los dogmas nos habían metido tanto en la cabeza.
Hoy sos una de las caras de C5N, ¿cómo te hace sentir?
Vengo de un lugar muy humilde, de comer lo que le sobraba a los otros. Y ese es mi desvelo, mi ancla. Jamás seré una desclasada. Puedo estar ocupando cualquier lugar, pero sé que atrás mío hay otras personas en donde yo estaba hace 30 años atrás y eso me tiene que impulsar a seguir conquistando espacios, a seguir envalentonándome y empoderándome. Ese es mi motor: decir mi voz tiene que servir, para que sepan que sí es posible. Es un mensaje que no roza lo romántico, es desde mi propia experiencia y nadie más que nosotras puede contar lo que nos sucede a nosotras mismas.
Según tu experiencia, ¿se avanzó en algo en estos años en la lucha por una mayor igualdad en los medios?
Creo que el ser trans en nuestra sociedad actual sigue siendo un trabajo muy difícil desde que salís de la puerta de tu casa. Tenés que demostrar tu capacidad varias veces y re-confirmarla. Yo he hecho notas muy importantes que no han tenido mucho rebote. Ese es el machismo estructural que atraviesa a toda la sociedad, incluidos los medios de comunicación. Hay cosas que son exclusivas para los hombres. Pasa en todos los medios: no hay mujeres conductoras en el prime time, en los medios privados no hay personas disidentes conductoras, los temas de economía son para hombres cis y, con mucha suerte, mujeres cis con determinados requisitos que el entibleshment impone.
¿Y en qué influye el rol del Estado?
Las acciones del Gobierno ayudan mucho. Cuando el Estado reconoce todas nuestras luchas, la sociedad entera e incluso a las empresas no están exentos de ello. Sin embargo, no existe la paridad, la igualdad salarial, la calidad participativa, ni se respeta el cupo trans. Hace falta nuestra voz. Estamos a años luz de lograr una integración social, no solo en los medios. Voy a ser feliz cuando haya una persona trans asumiendo como diputada. Eso va ser una batalla ganada.
Contame el momento que más te gustó de tu carrera como periodista
Las entrevistas. Creo que debo haber sido una de las únicas periodistas trans que entrevistó a tantos expresidentes de Latinoamérica. El año pasado entrevisté a Lula da Silva, a Pepe Mujica, Evo Morales, Rodríguez Zapatero. ¡Hice la última entrevista con Maradona!. No tuvo el rebote como si lo hubiera hecho un periodista varón o una periodista mujer establecida en el medio. Con Estela de Carlotto también, la disfruté muchísimo.
¿Y el que menos?
Claramente, ir a pedir que te dejen usar tu derecho fundamental al nombre es horrible. Ahí dejas de ser persona, poniéndote a reclamar algo que es inherente al ser humano, un derecho personalísimo. Tampoco me gusta ir a pedir que me reconozcan mi trabajo después de dos años que no me hayan aumentado el sueldo y, encima, que no te respondan. Un jefe de recursos humanos una vez me dijo "no me llores más, estoy ocupado". Me sentí muy maltratada con eso.
¿Por qué decidiste empezar a estudiar derecho?
Soy abogada desde que nací. Siempre fui defensora de pobres y ausentes. Siempre me molestó mucho la vulneración de los derechos. Quiero trabajar fuertemente en la defensa de las personas trans en situación de encierro. El 80% de las personas que están presas además de vivir en situaciones calamitosas, la mayoría no sabe por qué está presa. No vi un organismo de derechos humanos que ponga el ojo en el sistema carcelario argentino. Conozco a Justicia Restaurativa, una organización de abogados oficiales que trabajan muy bien y no tienen el apoyo de nadie. Yo quiero trabajar absolutamente para eso y para el feminismo.
¿Qué te diría la Alejandra de tu infancia hoy?
Me diría "qué atrevida que fuiste". Cómo rompiste con las barreras propias más que nada y también las ajenas. Cómo te animaste a afrontar un mundo de machos capitalistas que ya lo crearon todo. A cruzar el sendero y vivir y convivir con la heterosexualidad que ya lo creó todo: la política, las instituciones, los símbolos, los signos, todo. Pero se olvidaron de nosotras. Y este es nuestro momento y es nuestro tiempo. Mi niño interior abrazaría mucho a esta Alejandra y diría gracias por hacerme tan feliz y haberme llevado a recorrer caminos que jamás creí que iba a recorrer.