El Tribunal Oral en lo Criminal N° 2 de San Nicolás condenó a un sacerdote y un portero a 15 años de prisión por haber abusado sexualmente a cinco niños de entre 3 y 4 años en el jardín de infantes Belén, de la localidad bonaerense de San Pedro. Los hechos que se analizaron a lo largo de las jornadas del debate oral, que se inició el 9 de mayo pasado, ocurrieron a lo largo de 2017.
Se trata del sacerdote Tulio Matiussi, quien se desempeñaba como representante legal; el exportero Anselmo Ojeda, el único que continúa detenido con prisión domiciliaria, quienes llegaron a juicio por "abuso sexual simple agravado por la calidad de sus autores", por tener a su cargo la guarda de los menores afectados y, en el primero de los casos, por ser un ministro de culto.
El fiscal del juicio, Hernán Granda, solicitó la semana pasada al tribunal, presidido por María Elena Baquedado e integrado por los jueces Alejandro López y María Belén Ocariz, la pena de 28 años de prisión para los dos procesados pero también para la preceptora María Luján Rubíes, quien fue absuelta este martes. A lo largo de seis jornadas de juicio pasaron por el tribunal unos 60 testigos ofrecidos por las partes.
Abuso sexual en jardín de San Pedro: de qué se los acusó
Los tres llegaron al juicio acusados de abuso sexual simple agravado por la calidad de sus autores, por tener a su cargo la guarda de los menores afectados, en el caso de Ojeda y Rubíes y por ser ministro de culto, por Matiussi, detallaron fuentes judiciales a Télam.
Las pruebas de la defensa
En el alegato final, que fue la semana pasada, el fiscal Hernám Granada recordó que la primera señal de alarma fue una serie de síntomas inexplicables y cambios abruptos de conducta en las víctimas, cuatro nenas y un nene. Tras la realización de pericias, entrevistas de Cámara Gesell y sesiones con psicoterapeutas especializadas, pudo establecerse que se trataba de signos de abuso sexual infantil, cuyos autores los menores identifican claramente en su relato.
“Los chicos lloraban mucho, niños que habían logrado el control de esfínteres de repente lo perdieron. También se produjeron cambios de carácter: se volvieron introvertidos, empezaron a presentar resistencia a ir al jardín, a tener actitudes de enojo o violencia, a manifestar temor por la vida de sus padres y a tener un comportamiento sexual atípico con lenguaje no acorde a su edad”, dijo el fiscal.
Granda destacó, también, que “los niños refirieron siempre lo mismo cada vez que se les preguntó, ya sea frente a padres, abuelos, psicólogas o peritos”, quienes a su vez coincidieron en la “imposibilidad de la implantación de un discurso de este tipo” y calificaron sus relatos como “espontáneos, consistentes y verosímiles”.
La defensa de los acusados, en tanto, hizo hincapié en la ausencia de testigos presenciales de los hechos denunciados y en que los acusados no tenían contacto con los chicos, que estaban bajo la guarda de los docentes de la institución. El abogado defensor de Ojeda y Rubíes, Alejandro Ares, intentó demostrar en la última audiencia que “todos los síntomas detectados son inespecíficos”, y no permiten identificar taxativamente el abuso sexual.
A la vez, planteó que en su discurso los niños reproducían un relato implantado “inconscientemente” por sus madres y padres o “coconstruido” con ellos.
Si sos víctima de violencia familiar o sexual, o sabés de alguien que lo sea, llamá a la línea 137. Es gratuita, nacional y brinda contención, asistencia y acompañamiento las 24 horas, los 365 días del año.