Día Mundial para la Prevención del Abuso Infantil: hablar es empezar a prevenir

El objetivo es remarcar la necesidad de trabajar en la Educación Sexual Integral (ESI) para todos los niveles educativos.

19 de noviembre, 2020 | 21.02

El 19 de noviembre de cada año se conmemora el Día Mundial para la Prevención del Abuso Infantil, con el principal objetivo de remarcar la necesidad de continuar trabajando la Educación Sexual Integral (ESI) en todos los niveles educativos, como política de cuidado y prevención. Por esa razón decidimos remarcar mitos y verdades sobre el tema para derribar y erradicar este problemática que nos afecta en todo el país.

Es un mito que los abusos sexuales contra los niños, las niñas y adolescentes no son frecuentes. La realidad es que son un gran problema, muy común en la infancia. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), 1 de cada 5 mujeres y 1 de cada 13 hombres adultos declararon haber sufrido algún tipo de abuso sexual durante la infancia. Esto lo hace una de las principales cuestiones que deben ser tratadas por las autoridades.

Al mismo tiempo también es importante desmitificar que los agresores sexuales utilizan fuerza física para someter sexualmente a niños, niñas y adolescentes. Si bien muchas veces esto es cierto, no siempre utilizan este tipo de violencia. Por el contrario suelen emplear tácticas de persuasión y manipulación, juegos, engaños, amenazas y distintas formas de coerción para involucrarlo y mantenerlos silenciados.

Otra de las cosas que se intentó instalar fue que los niños mienten, inventan o fantasean; se los acusa de fabuladores y por tanto "sus dichos no son creíbles". Esto, por supuesto, son afirmaciones que indican prejuicios muy arraigados en nuestra sociedad que son empleados para descalificar e invalidar los dichos de los niños. No está demostrado, a través de ningún medio, que los más pequeños digan más o mayores mentiras que los adultos.

Tampoco es cierto que los abusos sexuales ocurren en niños, niñas y adolescentes de familias con menores recursos. La realidad es que los abusos ocurren sin distinciones, en todos los estratos socioculturales. Este mito se explicaría por la existencia de un subregistro estadístico de los casos que afectan a los niveles socioculturales más acomodados, ya que suelen denunciarse aún menos que el resto.

 

 

Es importante destacar que los niños y niñas de preescolar necesitan obtener información sobre el abuso sexual y no es verdadero que se aterrorizarían si son informados sobre este tema. Los programas educativos ayudarían a que, ya desde pequeños, los niños y niñas desarrollen habilidades para reconocer estas situaciones y protegerse de una manera útil y eficaz de los agresores.

Tampoco es verdad que todo aquel que haya sufrido algún tipo de abuso durante su niñez, sea un agresor sexual durante su vida adulta. Solamente una proporción de los niños, niñas y adolescentes que fueron abusados y no recibieron tratamiento adecuado deviene en agresor. Este mito es fuertemente estigmatizante para las víctimas y termina incrementando la tendencia a que las víctimas mantengan el secreto.

Mientras que, por último, tampoco es real que se aíslen socialmente por tener un perfil de personalidad específico, una enfermedad mental o perversión: cualquier persona puede ser un abusador. Es un mito que quien comete un abuso tiene una estructura o personalidad anormal o pervertida. No existe un perfil de personalidad específico ni tests que detecten o excluyan a quien agreda sexualmente.