Marta Alanis es una de las pioneras en la lucha por la legalización del aborto en Argentina. Educadora popular, feminista, integrante de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto y fundadora de Católicas por el Derecho a Decidir, una organización que lleva 26 años de militancia y que escapa de los dogmas que imponen los sectores conservadores de la Iglesia. La justicia social, los derechos sexuales y reproductivos y la democracia están entre sus principios fundamentales.
Católicas fue la organización que repartió los pañuelos verdes por primera vez el 16 de agosto de 2003 en el XVIII Encuentro Nacional de Mujeres en Rosario. "Nunca imaginamos que iba a haber tantos pañuelos verdes por el país y por el mundo", afirmó Alanis a El Destape.
Alanis celebró el proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) que presentó el presidente Alberto Fernández y manifestó la importancia de poder decidir y también, de disentir. "Lejos de sentirme contradictoria, me siento orgullosa", reconoció a este medio y dejó en claro que la Iglesia es un espacio muy amplio que da lugar a distintas posiciones, y que está bien que así lo sea.
-¿En algún momento para vos fue contradictorio ser católica y estar a favor de la legalización del aborto?
-No, para nada. No hay ningún dogma, hay pluralidad de posiciones en relación a temas diversos en la Iglesia Católica y en relación al aborto también hay diferentes voces y posturas. Hay derecho a decidir y a disentir. La doctrina no es dogmática. La jerarquía católica es la que ha hecho del aborto una cuestión dogmática. Realmente, uno puede tomar decisiones porque donde se toman es responsabilidad siempre de la persona, no puede obedecer a la doctrina. La doctrina puede enseñar tal o cual cosa, pero en el momento concreto la responsabilidad de la decisión es de la persona y si esa persona, en este caso una mujer, una persona gestante, decide interrumpir un embarazo, solo ella sabe por qué. Es la libertad de consciencia, es la posibilidad de decidir en contrario a una enseñanza de la Iglesia pero convencida de que están actuando de buena fe.
-¿Qué opinas del rol que toma la Iglesia en cuanto a la lucha de las mujeres en todo el mundo?
-En los últimos tiempos, si bien no ha habido cambios así sustanciales, se habla menos en contra de las mujeres. Hay que reconocer eso. Desde el año 1989, con la caída del muro de Berlín, el objetivo principal de la Iglesia católica era defender la propiedad privada. Cuando cayó el muro, el objetivo principal pasó a ser el feminismo. Porque atacaba las bases del patriarcado que a la vez atacaba la cúpula masculina que es la jerarquía católica. Entonces, comenzaron a poner en su objetivo al feminismo como un enemigo de la familia católica y desde ahí, se incremento la postura muy fuerte en contra del aborto, de los derechos sexuales y reproductivos. Es un largo proceso y la cúpula de la Iglesia algún día va a cambiar y tendrán que pedir disculpas. Tal vez pasan 500 años o más. Por ahora, podemos disentir y decidir.
-Pero a pesar de su postura, vos no dudas de tu religión, ¿no?
-Hay muchas disidencias en la Iglesia, no solo por el aborto. Surgen desde diferentes lugares de opresión. Lejos de sentirme contradictoria, me siento orgullosa de actuar una disidencia a sectores que se pretenden hegemónicos y que cuestionan los derechos de las mujeres y los derechos humanos. Las mujeres católicas también abortamos, pero la mayoría lo hace en silencio. No tengo ningún problema ni ninguna contradicción personal. Me siento orgullosa de ser parte de esta organización y arriesgarnos a confrontar a veces contra una cúpula masculina muy difícil.
-¿Estás conforme con el proyecto que presentó el Gobierno?
-Sí. Se parece mucho al proyecto de la Campaña. Tenemos más de un 90% de similitudes. El proyecto del Ejecutivo es muy bueno, tenemos algunas diferencias, puntos de vistas diferentes en algunos puntos que nosotras no podemos pensar de otra manera.
-¿Cuáles serían esos puntos de disidencias?
-Nosotras pensamos que nunca se debe penalizar a las mujeres y pensamos que no tiene que haber objeción de consciencia. Esos son los dos puntos centrales pero no hacemos el eje en eso, sino que coincidimos en el resto. Estamos muy contentas porque de haber sido un proyecto mediocre, nos ponía en un problema muy serio a la Campaña y al movimiento feminista. Pero es un proyecto respetable y ahora es la hora del Parlamento.
-¿Y el proyecto de los 1000 días? ¿Sentis que ayudará a definir los votos para aprobar el proyecto de IVE?
-Es un buen proyecto. En este momento de crisis económica más la crisis post pandemia, como feministas no podemos estar en descuerdo en que las mujeres que decidan avanzar con un embarazo tengan un acompañamiento del Estado. Es distinto al proyecto de IVE, va por otro lado. Lo positivo es que las personas que quieran tomar tal o cual camino, siempre van a estar acompañadas por el Estado. Estamos por un buen camino, ojalá que sea Ley.
-¿Por qué desde la Campaña consideran que la objeción de conciencia no tendría que interferir en el acceso al aborto?
-Respetamos que pueda haber objetores de consciencia genuinos, pero se ha usado como estrategia para obturar el derecho de las mujeres a interrumpir un embarazo. Todos y todas se declaran objetores de consciencia por las dudas. Entonces, los sectores conservadores lo toman para obstaculizar la práctica. De ahí decimos que no queremos, en cuestiones de salud no debería haber objeción de consciencia.
-¿Que sea individual y no institucional?
-Incluso aunque sea individual puede ser usado como un instrumento para impedir el acceso. Si en una institución todos se declaran objetores individuales...es todo un dilema.