Los jóvenes pasaron de impulsar a Milei a ser los más pesimistas por el rumbo del país

Las encuestas vienen mostrando un progresivo desencanto de los menores de 35 años con el gobierno que ayudaron a llegar a la Casa Rosada. Un sondeo conocido esta semana reveló que el pesimismo creció fuerte entre los jóvenes y ya se ubican como el segmento que tiene una mirada más oscura acerca de cómo estará la situación a fin de año. Tampoco depositan sus esperanzas en ninguna propuesta opositora. 

23 de junio, 2024 | 00.05

Los menores de 35 años, en especial los varones, fueron los principales impulsores de la candidatura presidencial de Javier Milei, prácticamente quienes inventaron el fenómeno que en dos años lo llevó de una banca de diputado a la Casa Rosada. Hoy, transcurridos apenas seis meses y pocos días de gestión, este sector aparece como el más pesimista respecto al futuro. Diferentes encuestas venían marcando una tendencia que está terminando de consolidarse: los apoyos de Milei ya no son tanto los jóvenes sino que se fueron trasladando a otros rangos etarios, donde se ubica el tradicional elector antiperonista. Estos jóvenes, muchos de ellos de clases populares y probables votantes de coaliciones peronistas en anteriores ocasiones, no están viendo sus expectativas cumplidas, ni que su situación mejore. Con todo, no por eso trasladan su apoyo a las opciones opositoras, que siguen siendo tan poco atractivas como antes.

La novedad que aportó el trabajo de la consultora Isasi Burdman conocida esta semana tuvo que ver con el crecimiento del pesimismo en el segmento de los sub 35. En comparación con anteriores sondeos, la nueva encuesta mostró al sector etario más bajo con peores perspectivas que el tramo de los que van de 35 a 59 años y que los adultos mayores. "Crece el pesimismo. ¡Subió a un 60%! Tienen la brújula rota, temen no poder proyectarse en este país. Están enojados y es el segmento que más lo sigue a Milei", alertaron en el trabajo. Este sector, los que van del los 18 a los 35 años, implican el 40% del padrón electoral, decisivo en cualquier elección.

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"Aumento un 11% la negatividad, están totalmente pesimistas. En mayo, la consulta acerca de cómo se veían ellos que estarían a fines de 2024 nos había dado que un 49% decía 'peor'. Ahora la misma pregunta nos dio un 60%. Y los otros segmentos, que antes nos daban más bajos, ahora están un poquito más positivos", explicó la consultora Viviani Isasi en diálogo con El Destape Radio. Interpretó que esto es así debido a la progresiva baja de la inflación. Los más jóvenes tienen otras expectativas reespecto a su futuro más allá de la mera baja de los precios, conseguida a costa de una gran recesión que los tiene como grandes afectados.

Esta mirada cada vez más sombría sobre sus próximos años no necesariamente indica que depositen sus esperanzas en algunas de las propuestas opositoras, sean dialoguistas o no. "Son una generación que no conoce otra cosa que no sea crisis. Le digo triple fracking: sufrieron crisis política, económica y cultural. Tienen la vara baja, no tienen períodos buenos con los que comparar. La última gestión que tomó medidas dirigidas específicamente a los más jóvenes fue el gobierno de Cristina Kirchner, luego no hubo nada parecido", agregó Isasi. Lo evaluó como un error de la clase política porque el segmento joven "genera agenda y contagia". A diferencia de otras épocas en las que las familias solían votar en función de las simpatías de los mayores, hoy sucede al revés. Muchos hijos convencieron a sus padres de que votaran a Milei.

"Es el sector menos participativo en partidos políticos pero es el más movilizador. Son hijos de la era digital. Tienen otros intereses y otra agenda", añadió la analista. De ahí la mirada oscura respecto a lo que puede ofrecerle la política y las razones de movilización las encuentran principalmente en causas, no por lo que le indiquen los partidos políticos, los sindicatos o quien se adjudique alguna representación. Tiempo atrás se vio este deseo de activarse por causas puntuales con el debate por el aborto y, semanas atrás, con la gran marcha por el presupuesto universitario, la movilización más grande de los últimos años. Por eso, quienes busquen interpelarlos no deberían intentar por el lado de las ideologías sino hacerlo a través de algunas de estas causas. 

Es algo en lo que coincide Gustavo Córdoba, director de la consultora Zubán Córdoba y Asociados. "¿Dónde está la fuerza política que interprete lo que fue la marcha universitaria? No está. Aparecieron algunas voces pero después parece que arreglaron sus cosas y desaparecieron", sostenía. A su manera de ver, con la votación de la ley Bases había nacido algo que podía interpretarse como el "mileismo", con las fuerzas dialoguistas que acompañaron a La Libertad Avaza. El PRO y la UCR hoy muestran porcentajes bajísimos de intención de voto y lo único que aparece en pantalla es Milei y quienes lo secundan. 

En contrapartida, según su visión, aún no se distingue con claridad el "antimileismo". Está Unión por la Patria -con algunas diferencias internas que salen a la luz difíciles de explicar y de digerir para la gente común- y otras fuerzas políticas que buscan diferenciarse de la gestión libertaria tanto como del peronismo. Quizás más del peronismo. "Somos la mancha venenosa", graficaba un diputado de UP las dificultades que tienen para impulsar cualquier acuerdo en el Congreso. Por ejemplo, nunca pudieron convocar a una sesión especial para derogar el DNU 70/2023. Esta semana podrá notarse nuevamente el efecto en el debate final sobre la ley Bases. 

Todas las encuestas conocidas en junio -las de Isasi-Burdman y Zuban-Córdoba, entre ellas-, mostraron que cada vez es más mayoritaria la visión de que no es precisamente la casta política la que está pagando el costo del mega ajuste, lo que vuelve cada vez más sombrío el panorama personal. No obstante, como aún el Gobierno puede mantener el relato de la baja paulatina de la inflación, su principal promesa, todavía cuenta con un nivel importante de apoyos. Nada más que ya no tan sólo basado en el voto joven que lo encumbró, sino que está repartido en los distintos estamentos etarios, muchos de ellos votantes de Patricia Bullrich en la primera vuelta. 

El desafío para las fuerzas políticas -y para todo aquel que busque algún nivel de representación sean sindicatos, organizaciones sociales y demás- es cómo erigirse en la representación de esos sub 35 que progresivamente se pasan a las filas del desencanto en un mundo que sienten que nadie les habla. "Les pasa a los partidos, les pasa a los sindicatos y también a las empresas. No consiguen generar el lazo de lealtad, cuestiones que antes eran como un orgullo. Se hace cada vez más difícil y nadie tiene en claro cuál es la manera de interpretarlos, cuál es el lenguaje que tienen que utilizar", resumía Isasi. Un desafío para las fuerzas tradicionales.