La semana pasada la Argentina se sumó a un selecto club: el de países que vacunan a su población con fármacos producidos de manera local, a partir de la entrega de los primeros lotes de AstraZeneca terminados en México y los Estados Unidos en base a un compuesto activo manufacturado por el laboratorio mAbxience en Garín, provincia de Buenos Aires. Se trata de casi tres millones de dosis en esta primera instancia, pero se espera que, para fin de año, sean por lo menos diez veces ese número. Si los planes se ejecutan de acuerdo a lo previsto, cuando se complete el operativo de vacunación, por lo menos la mitad de la población habrá recibido una vacuna Made in Argentina.
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El acuerdo con el laboratorio británico es por 22 millones de dosis, que en su totalidad se comenzaron en el país antes de viajar a México o los Estados Unidos. Pero no es la única vacuna industria nacional en la cartera del ministerio de Salud. Entre el lunes y el martes que viene se espera que llegue a Ezeiza el primer envío del componente activo de Sputnik Vida, que permitirá dar luz verde a la producción en la planta de Richmond en Pilar. Públicamente, por prudencia, se habla de un millón de vacunas fabricadas durante el mes de junio con la posibilidad de escalar a cinco millones mensuales antes de fin de año, si se cuenta con la materia prima necesaria. En privado, los planes son más ambiciosos.
El Fondo de Inversión Directa Ruso informó recientemente a la Casa Rosada que está en condiciones de cumplir el contrato firmado, por un total de 30 millones de dosis, para el mes de agosto. Hasta ahora, enviaron algo más de 8 millones. El saldo pendiente se cumplirá con nuevos envíos desde Moscú y producción local; en junio, serán al menos dos millones de vacunas, mientras que en julio y agosto se comprometieron a entregar diez millones por mes. Esta madrugada partió un nuevo vuelo de Aerolíneas Argentinas para buscar Sputnik y habrá uno más antes del fin de semana. Llegarán dosis de los dos componentes de la vacuna, para que quienes se vacunaron en marzo y abril completen el tratamiento.
Además, mientras encara la producción local de Sputnik a partir del componente de base enviado por el Instituto Gamaleya, Richmond avanza con la construcción de una nueva planta, cuya inauguración se prevé para mediados del año próximo, en la que se podrá fabricar la vacuna contra el coronavirus, y otras que llegasen a ser necesarias en el futuro, desde cero, y que tendrá capacidad para hacer más de 500 millones de dosis al año. Eso permitirá al país estar preparado ante desafíos futuros además de ratificarse como un referente de la industria farmacológica en la región.
Existen conversaciones con los responsables de otras cinco vacunas contra el Covid-19 para radicar su producción en la Argentina en el mediano plazo. Por un lado, están avanzadas las negociaciones entre el consorcio Sinergium Biotech y el laboratorio chino Sinopharm para realizar un acuerdo de transferencia tecnológica y fabricar esa vacuna en el país. De esas charlas participan activamente el gobierno nacional y el embajador argentino en China, Sabino Vaca Narvaja. Cabe recordar que ya se aplicaron cuatro millones de dosis de Sinopharm y se acaba de firmar un contrato para que lleguen al país seis millones más en los próximos dos meses.
Existen también conversaciones con los responsables del desarrollo de la vacuna israelí BriLife, que tendrá, como tantas otras, parte de sus pruebas de Fase 3 en el país, para que una vez que culmine la etapa clínica, la Argentina pueda ser uno de los productores. Por último, la semana pasada la ministra de Salud, Carla Vizzotti, y la asesora presidencial Cecilia Nicolini, estuvieron en La Habana explorando la posibilidad de que el país sea uno de los fabricantes de las vacunas cubanas que se encuentran en un estadio avanzado, la Soberana 2, la Soberana Plus y la Abdala, para permitir que escale la cantidad producida de manera tal de poder facilitar rápidamente la inmunización de toda América Latina.