Acorralado por las exigencias internas y las lecturas externas, Horacio Rodríguez Larreta encontró una herramienta para mostrar firmeza en la Ciudad, la educación. Los posicionamientos respecto a las tomas de colegios, marcados por la ministra del área y potencial candidata halcona para sucederlo en la Capital Federal, sirvieron para enfrentarse a los sindicatos y al kirchnerismo al tiempo que mantuvieron uno de los grandes ejes de campaña 2021 y, en proyección, del año que viene.
La Ciudad no tiene pensado recibir a estudiantes que toman escuelas "sin ningún motivo". Pero, al mismo tiempo, reconoce que ningún conflicto sostenido en el tiempo puede ser positivo. Sin embargo, hasta el momento, no se vislumbró ningún tipo de solución. De hecho, un guiño de Mauricio Macri pareció incentivar al Gobierno porteño para continuar con la posición dura frente a los alumnos que reclaman por mejores viandas y se oponen a las prácticas laborales obligatorias y ad honorem.
El ex presidente se mostró preocupado por cómo, en distintos ámbitos, algunos sectores no "cumplen las reglas y nadie se las hace cumplir", algo que impediría que el país pueda "salir adelante". Por eso, "valoró" las acciones del Gobierno porteño "de no ceder ante las tomas de escuelas por parte de alumnos (y sus padres)". Bajo la lógica de que cualquier reclamo por derechos es estar "al margen de la ley", volvió a impulsar a su espacio para "volver a gobernar la Argentina". Pero este no es un tema nuevo.
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En 2020, durante la etapa más dura de la pandemia del coronavirus, aún sin vacunas, el jefe de Gobierno compartió trece conferencias de prensa con Alberto Fernández y Axel Kicillof. Eso le sirvió para tener llegada a nivel nacional pero la extensión de la enfermedad mundial también prolongó el vínculo con el Frente de Todos y empezó a mostrar molestias hacia adentro. Larreta no podía despegarse en un momento histórico, esencialmente por su responsabilidad de gestión, pero tenía que encontrar el modo de diferenciarse para no perder terreno propio.
Ese quiebre llegó en septiembre cuando, tras un motín de la policía bonaerense, el Presidente le quitó un punto extra de coparticipación a la Ciudad (entregado arbitrariamente durante la gestión de Mauricio Macri). Esa medida logró lo que Larreta necesitaba, una razón para oponerse al Gobierno nacional. Lo hizo con anuncios públicos y una demanda judicial que espera una resolución de la Corte Suprema. Pero, unos días antes, la CABA había avanzado con lo que se convertiría en su esencia: la educación. A mediados de agosto ya se había comenzado a hablar sobre el regreso presencial a los colegios, pese a la pandemia. La batalla se intensificó en septiembre, el mes de la coparticipación.
Después, se sucedieron varios episodios vinculados a la educación en la Ciudad. Entre los más recientes se ubicaron, por ejemplo, la prohibición del lenguaje inclusivo, el tratar a los docentes como "fracasados" de otras Carreras, el quite de asistencia estatal por ausencia a clases y, ahora, la toma de colegios. El episodio funcionó para continuar con un rasgo fundamental para el PRO, para cuestionar a los sindicatos (que recibieron críticas de muchos dirigentes, en muchas ramas), para apuntar contra el kirchnerismo, para mostrar gestión y para instalar una posible candidatura para el año que viene, la de Soledad Acuña.
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En su breve texto publicado en redes sociales, Macri no mencionó a la ministra, tampoco al propio Larreta sino un general "gobierno porteño". Acuña se transformó en una de las opciones electorales del PRO para mantener la tradición amarilla en la Ciudad y es uno de los nombres en danza junto al de Jorge Macri, hoy ministro de la CABA, bancado por el ex presidente.
Acuña ya manifestó sus intenciones de ser candidata a jefa de Gobierno pero la máxima capitalina es la de "dejar que jueguen" todos para que, al final, llegue el mejor. En los últimos tiempos empezaron a circular muchos rumores sobre esa carrera electoral. El primero, tal vez con más sustento, es el que pone a Jorge Macri como el que tiene más probabilidades de ser elegido para competir. No sólo porque se supo mover desde su desembarco a la CABA sino porque tiene la banca de Mauricio y parte del equipo del ex presidente trabajando para su candidatura.
Otro rumor indica que Fernán Quirós, ministro de Salud, mide muy bien en las encuestas y que sería una buena opción pero aún no se definió. Por otra parte, María Eugenia Vidal ya estaría fuera de la carrera porteña porque se enfocó en su construcción nacional, aunque se la ubica más cercana al 2027 que al 2023, con buenos resultados en los sondeos en el interior. Acuña aparece también en la gran bola de trascendidos. Fue la señalada para acompañar a Larreta cada vez que necesitó sentar posición hacia adentro y, según el clima social, podría ser una opción aunque más débil de momento. Finalmente, la relación con el radicalismo en la Ciudad. Si bien en la CABA aseguraron que aún no empezaron a discutir escenarios finos, se apunta a mantener la buena relación con Martín Lousteau. Por eso, Macri salió a apoyar públicamente a su primo, para marcar que la continuidad debe ser PRO.
Mucho de eso dependerá del famoso humor social en las proximidades de las elecciones. Hasta el momento, se plantearon dos estrategias muy claras. Por un lado, la de los que apostaron por ubicarse en un extremo, dada la polarización política. Por el otro, los que vieron un rechazo a la grieta y leyeron la necesidad de buscar más racionalidad, diálogo y previsión de la dirigencia. En esa puja, algunos incluso empezaron a cuestionar a quienes, corridos por los propios, tomaron posiciones condicionados e hicieron cosas que, tal vez, no querían hacer. Porque la firmeza no implica necesariamente dureza.
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Pero, por las dudas, se plantearon candidatos para todos los gustos. El plus de Acuña es, bajo la estrategia de los polos, la confrontación. Con la toma de escuelas, no sólo anunció un enfrentamiento a padres y alumnos (impulsó denuncias penales y demandas civiles contra los primeros, sujetos sociales a los que también apuntó Macri) sino que comunicó un "consejo de convivencia para evaluar la situación" y analizar "si los chicos tienen que hacer alguna otra medida reparatoria del daño que hicieron en la escuela y para con los otros estudiantes". También, reprimendas. En la lógica del ex presidente, "hacer cumplir" las normas.
Al mismo tiempo, el episodio prolongado en el tiempo por el rechazo al diálogo de parte del Gobierno porteño, sirvió para apuntar contra el kirchnerismo, al que acusó de difundir manuales o discursos para fomentar la toma de colegios. Y, también, para enfrentarse a los sindicatos con quienes ya hubo episodios de confrontación. Esos textos o esas indicaciones habrían sido elevadas, según la ministra, por UTE y legisladores del Frente de Todos.
Una semana antes, la funcionaria arremetió contra el "populismo" que "busca hacer daño" y "baja línea dentro de las aulas, impone su ideología e incentiva conductas violentas como la toma de escuelas". También lo hizo contra los "sindicatos opositores dispuestos a ir contra cada medida de la Ciudad" porque "usan a la escuela y a los chicos como campo de disputa partidaria y alientan a los centros de estudiantes a tomar colegios". El resultado de la jugada, además de la puesta en escena, garantizaría otro factor clave, tal vez pilar de la imagen de Larreta, la gestión. El garantizar que las cosas se hagan como se previeron.
Este miércoles, en pleno conflicto local, Larreta se reunió con 38 rectores de universidades públicas y privadas para conversar el plan Study BA para promover la atracción de cien mil estudiantes internacionales y alentar el intercambio federal universitario. El escenario universitario fue compartido con Lousteau. El programa puso foco en los mercados de México, Chile, Perú, Colombia, Centroamérica, Alemania, República Checa y Japón e incluye misiones específicas en Estados Unidos y España. También, promueve relaciones para atraer jóvenes de Europa Central, Asia y Canadá con acciones de promoción cruzada con la Unión Europea y las agencias Study Japan, Study República Checa y Study in Quebec.