La salida precoz de Marcelo Sain del Ministerio de Seguridad santafesino era una noticia que -desde hace meses- podía llegar en cualquier momento. Si bien existía la posibilidad de que repentinamente todo se enderece, las aguas se calmen y la gestión cobre un curso menos accidentado, lo cierto es que en Santa Fe eran cada vez más los que se preguntaban cuánto tiempo más lo iba a sostener Omar Perotti en el cargo. Finalmente fue relevado por Jorge Lagna, un peronista tradicional que desempeñaba sus funciones en la tercera línea del Ministerio y llegará para tratar de mantener la misma línea cuidando más las relaciones institucionales. Toda la plana debajo del "Turco", como lo conocen sus cercanos, seguirá cumpliendo funciones en Seguridad.
A Sain no lo tumbó una seguidilla de exabruptos, declaraciones mediáticas, audios filtrados, tuits desafortunados y mala relación con gran parte del periodismo. Lo que lo condenó fue la fuerte impronta política que imprimió a su trabajo en una cartera siempre candente, su decisión a ir a fondo contra sectores políticos que desde hace años operan junto a sectores de las fuerzas de seguridad, de la Justicia, del mundo empresario y profesional en un tejido mafioso que regentea el delito en la provincia y que convirtió algunas zonas de Rosario y la capital provincial en terrenos invivibles.
Contra todos
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El error de Sain fue de tiempos: se peleó con demasiados actores poderosos al mismo tiempo. Mientras intentaba reformar a la propia policía santafesina, sobre la que desde hace años pesa un estigma de corrupción y complicidad con el narco, entre otras cajas ilegales, también quiso ir a fondo contra elementos de la anterior gestión del Frente Progresista, y jugadores de peso del peronismo que integraron la propia alianza que le permitió al PJ volver a la Gobernación tras 12 años de socialismo-radicalismo en los que todos los índices de violencia e inseguridad empeoraron hasta convertir a Rosario en sinónimo de sicarios y drogas.
Luego de su enfrentamiento público con Armando Traferri, jefe de los senadores del PJ, padrino político de la vicegobernadora Alejandra Rodenas e investigado por posibles ligazones con el juego clandestino (aunque la pesquisa está parada por la protección corporativa de sus colegas de banca), el ex titular de la Escuela Nacional de Inteligencia fue contra el exministro de Seguridad de Miguel Lifschitz, Maximiliano Pullaro, y el senador de la UCR Lisandro Enrico. Sain apuntó que una investigación judicial muestra presuntos vínculos con la organización narcopolicial que integraba el exjefe de Drogas del socialismo, Alejandro Druetta. Esta entente del PJ más el Frente Progresista fue la que sostuvo la gobernabilidad en la provincia al menos desde 2013 hasta 2019. Demasiados enemigos, demasiado rápido.
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Hacer la cama
Ahora bien: si bien esta fue la verdadera razón de su caída, más de contenido que de forma, también es cierto que esta serie inacabable de errores no forzados le dio de comer a los que querían su cabeza. Sus últimas semanas en el cargo son una muestra cabal de esto. Mientras venía cultivando un perfil más bajo, sus contrincantes políticos le filtraron un audio (viejo) en el que llamaba pueblerinos a policías rosarinos y santafesinos, pero sacado de contexto se entendió como extensible a la población.
La viralización y repetición en todos los noticieros y portales lo terminó de hundir. En lugar de llamarse a silencio, el ahora exministro contestó por Twitter, con algo de soberbia. Luego se cruzó con Pablo Javkin en Twitter. El intendente de Rosario había tenido buena sintonía con el gobierno de Perotti, por lo que este choque auguró lo que ya muchos comentaban pero aún no era oficial: a Sain le quedaba poco.
Paralelamente, el año en Rosario comenzó con la calle muy caliente, con casi tantos homicidios como días que pasaron en 2021, y balaceras diarias en la periferia cuya violencia recrudeció en forma de sicarios cada vez más sanguinarios: víctimas infantiles, asesinatos múltiples, venganzas inmediatas sin medir las consecuencias, equivocaciones de objetivos y daños colaterales a inocentes.
Mientras tanto, en todas las zonas (incluida el centro de la ciudad) ampliaban su presencia los delitos predatorios de baja intensidad, como arrebatos, autos desvalijados, motos y bicicletas robadas, pungas, motochorros, delitos con armas de fuego y arma blanca, y ataques a la propiedad de todo tipo. Reconocido hasta por sus propios colaboradores con los que conversó El Destape, la gestión de calle fue descuidada y subestimada, y una mano negra lo aprovechó para sembrar el caos.
El daño ya estaba hecho. Le tendieron la cama y Sain se acostó. En pocos meses habían logrado desgastarlo. Una diputada de la Coalición Cívica presentó un pedido de juicio político por mal desempeño en sus funciones. El planteo era descabellado, pero la oposición (de adentro del gobierno y de afuera) tiene mayoría en ambas Cámaras y podía hacerla prosperar, o al menos tensar mucho la cuerda. Lifschitz mandó a sus voceros a amenazar con apoyarlo.
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Relanzar
Ante este panorama, Perotti no vio otra salida que pedirle la renuncia a Sain y poner en su lugar a Lagna, un cuadro político que seguramente cuidará más sus declaraciones y las relaciones con los intendentes. La movida fue leída por algunos como un retroceso, y para otros como una búsqueda de descomprimir el escenario político y reordenar las filas para barajar de nuevo en medio de un año electoral.
"Perotti sacó el pie del acelerador. Le quedó grande la provincia, la quiere administrar como un consorcio. Sain era un fórmula uno, el único distinto dentro de una gestión gris. Lo tendría que haber bancado. Era la única manera de desarmar las mafias que hay en Santa Fe y abordar el problema de la inseguridad con la seriedad que se merece, para pacificar los territorios de una vez y para siempre. Es una oportunidad perdida", comenta a El Destape un aliado político de Sain que lo defendió férreamente en la pública en su peor momento, y que ahora está sumido en la impotencia.
Otros, más optimistas, tienen una lectura distinta. "Lagna hoy es Perotti. Y el resto del equipo queda entero. (Germán) Montenegro sería el que maneja operativamente todo, como hasta ahora. Y Lagna arriba de él, que es más político. Es la continuidad de Sain. No es mala la jugada, siempre partiendo de la base de que es una pena que se vaya el Turco. Yo creo que sigue la misma línea, con un tipo que sabe hacer política. Es rápido. Hábil declarante. Es como un Sain de derecha", dijo a este cronista un alfil del kirchnerismo.
Lagna fue jugador de Rosario Central, aunque no llegó a jugar en primera. Le dicen Pito. Es el autor de La Secta Socialista, un libro que en 2006 se atrevió a hablar de los manejos de un partido que en ese entonces ya gobernaba Rosario con solidez y estaba a punto de dar el salto a la provincia. Como diputado fue autor de un controvertido proyecto de castración química para los violadores. Desde los sectores más pragmáticos afirmaron a este portal: "Es un hombre que viene de la política".
El nuevo ministro prometió más presencia en el territorio. Por el momento, en sus primeros días ha dado un golpe de efecto sacando mucha policía a las calles del centro y algunos barrios de Rosario y Santa Fe. La idea es retomar ese slogan de "paz y orden" que le permitió a Perotti ganar las elecciones. El primer tiempo en la pelea contra las mafias lo terminó perdiendo. Un breve intermezzo de calma en las calles mostrará que a Sain lo sacaron sus enemigos. Y mientras esos enemigos tengan poder, la paz y el orden nunca serán sostenibles en la provincia.