Una vez más la versión mediática no es la judicial. Beatriz Sarlo fue citada por la Justicia y reconoció que el ofrecimiento para vacunarse no fue por “debajo de la mesa” sino que era para campaña de concientización con referentes de la cultura de todo el arco político, todo de manera pública, ante el boicot desatado por la oposición y la prensa corporativa contra la vacuna a la que denominaban veneno.
“Por lo que yo entendí desde provincia de Buenos Aires estaban vacunando para lograr fotos que persuadieran a la gente. En ese momento todavía había cierta duda de la efectividad de la vacuna”, dijo Sarlo en sede judicial. Nada de “por debajo de la mesa” como sostuvo en una de sus visitas a TN.
En la documentación que aportó a la causa consta un mail donde Sarlo escribió: “No tengo ningún inconveniente de que se utilice mi nombre expresando mi deseo de vacunarme. Pero no quiero vacunarme antes de que me toque solo porque soy un nombre conocido”. Nada de “por debajo de la mesa”. Todo iba a ser público. Sarlo no estaba de acuerdo. Pero nada más. Y mintió cuando dijo que se la habían ofrecido "por debajo de la mesa". Mintió a conciencia.
Sarlo fue convocada por el fiscal Eduardo Taiano, que investiga junto a la jueza Maria Eugenia Capuchetti la denuncia contra el ex ministro Ginés González García por el tráfico de vacunas. Declaró como testigo, bajo juramento de decir la verdad. Y ahí la cosa cambia, no es como en el estudio de televisión.
Contó que la iniciativa le llegó a través de Carlos Díaz, de la editorial Siglo XXI, y que este a su vez se la transmitía de parte de Soledad Quereilhac, ex alumna de Sarlo, docente en la misma facultad y además esposa del gobernador Axel Kicillof.
La misma Sarlo aportó unos mails que intercambió con Díaz donde este le explicitaba la idea de la campaña, le decía que estaba “bien pensada”, que “no le van a dar un uso político berreta”, que es todo “por derecha”, “nada trucho”, que “mucha gente conocida se va a vacunar y la idea es que después comenten que ya lo hicieron, que se saquen una foto o que su nombre circule en listas de personalidades que dieron el paso”. Y le aclaró que “cada uno hace lo que quiere, no hay condiciones (la única es que se pueda decir que la persona se vacunó) aunque obviamente para que funcione la idea es que la noticia circule lo más posible”.
O sea, Sarlo siempre supo que no había nada “por debajo de la mesa”. La idea era una campaña pública para generar confianza sobre la vacuna ante el bombardeo mediático y de la oposición, que llegó a denunciar al Presidente Alberto Fernández por envenenamiento.
"De manera explícita y de distintas maneras se puede leer a lo largo del intercambio de mails que en la propuesta de participar en la campaña no hay nada que pueda ser considerado clandestino, ilegal, 'bajo la mesa' sino que se aclara que es todo 'por derecha', a la luz del día y a la vista de la mayor cantidad de gente posible ya que, justamente, ese era el objetivo central de la campaña 'Poné el hombro'”, dijo el propio Díaz en sede judicial.
“Me parece muy bien hacer campaña para que la gente se vacune”, fue la primera respuesta de Sarlo a su editor. Luego le aclaró que no estaba de acuerdo en ser parte, que le parecía un “mal ejemplo de intelectuales que reciben ese privilegio”.
Díaz también se presentó ante el fiscal Taiano y la jueza Capuchetti. "Cuando leí que Beatriz Sarlo había comentado que había recibido una oferta para vacunarse 'abajo de la mesa' jamás se me cruzó por la cabeza que pudiera estar refiriéndose a nuestro intercambio. Así se lo hice saber", dice el escrito que presentó en sede judicial.