La verdadera agenda de la unidad

Según una encuesta privada, oficialistas y opositores apoyan una suba general de salarios, como el que se dio en el primer trimestre de 2020.

04 de abril, 2022 | 00.05

Si Mauricio Macri hubiera logrado mantener o elevar el poder adquisitivo del salario en sus cuatro años de gobierno, quizá todavía sería presidente. Porque, saliendo de los sectores muy convencidos de las cosas, de haber conservado los niveles de consumo que tenían en el 2015, probablemente una franja significativa de la sociedad no lo hubiera dejado de elegir.

Esa franja estuvo integrada por familias que vieron su vida desordenada por un modelo cuyo objetivo central, además del endeudamiento para financiar la fuga de divisas, fue el de deprimir salarios para atraer inversiones al país, que finalmente no llegaron.

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Dicho de otra manera, el 20 por ciento que se perdió de salario real en el periodo 16/19 no produjo ninguna lluvia de capitales -que si son productivos generalmente invierten donde hay mercado que demande sus productos, no donde la demanda es inexistente- y sólo precipitó la derrota macrista.

Derrota macrista que también puede leerse como el triunfo del Frente de Todos.

Coalición que canalizó, con una fórmula capaz de reconciliar a los actores de una amistad rota en el pasado, los votos necesarios para infligirle un revés histórico a Macri y para mandar nuevamente a su casa o a sus consultoras a un grupo de economistas que habían dado cátedra desde las pantallas de TV denostando al populismo kirchnerista, y que cuando tuvieron la oportunidad de gobernar, lo hicieron para bajar salarios y destruir el bienestar general.

Cada tanto es bueno recordar que política y economía se rigen, al final del día, por cuestiones materiales, y que el carisma se extingue y que no existe narrativa, por repetida  que sea, que reemplace por mucho tiempo los resultados objetivos, tangibles, de una política en la vida cotidiana de las personas.

Son casi cuatro millones los votos que perdió el Frente de Todos en la última elección. No es un dato que se explique a sí mismo, hay que abundar en el análisis, desde ya. Sin embargo, no se puede ignorar que la insuficiencia salarial -o la carestía de la vida, como se decía antes-, se cuenta entre las principales razones del enojo social.

La mayoría de los encuestados en un trabajo de Analogías apuntala esa hipótesis, y de manera transversal: opositores y oficialistas piensan casi lo mismo en este tema. Y se manifiestan a favor de un aumento general de los salarios, como el que se dio en el primer trimestre del 2020.

Cuando se les pregunta sobre el estado de la economía y los salarios, el 81,5 por ciento de los consultados en general sostiene que “hay poco o nada” de recuperación. Si son exclusivamente oficialistas, hay opiniones divididas: el 48,4 vota así contra un 45 que considera que el crecimiento es “mucho o bastante”.

El 77,5 del universo indagado cree que el gobierno debería dictar “un aumento general de salarios y jubilaciones para proteger el poder adquisitivo de la población”. Esta es la verdadera agenda de la unidad, porque coinciden con la demanda el 83,7 de los oficialistas, el 82,2 de los oficialistas moderados, el 80,2 de los opositores moderados y el 72 de los opositores.

El relevamiento es de febrero del 2022, anterior a las declaraciones del ministro de Trabajo Claudio Moroni a El Destape (“los salarios hoy no están perdiendo contra la inflación”) que tanto rechazo causaron. Cuando lo dijo, Moroni estaba hablando “en promedio”, él mismo lo aclaró ante la repregunta de Roberto Navarro.

Le faltó decir que era un promedio sui generis que excluía los ingresos de la fuerza laboral no conveniada, es decir, de las y los trabajadores que están por fuera de los acuerdos paritarios e integran lo que algunos llaman “economía informal” y otros, menos eufemísticamente, “exclusión”.

Si en el primero de los casos, es relativamente cierto, los salarios le ganaron a la inflación “algunos puntitos” o “cuatro puntos”, como dijo entusiasta Moroni, en el segundo segmento de población trabajadora precarizada o bajo relaciones ilegales tipificadas como fraude laboral, el salario perdió unos 17 puntos contra los números de la inflación del 2021.

Estamos hablando, nada menos, que del 35 al 40 por ciento del mundo laboral de la Argentina.

No es novedad que la pelea interna en el Frente de Todos es una mala noticia, fundamentalmente para sus votantes convencidos y, aunque lo niegue la prensa que ya sabemos, también para el país porque suma inestabilidad en un tiempo turbulento.

Cierta dirigencia política pretende subsanar el asunto con dramáticos llamados a la paz, como si la paz arreglara las cosas mágicamente. Ni tanto ni tan poco: al oficialismo debería preocuparle, además de la ruptura en su cúpula, la que se evidencia con su masa de votantes, tanto los concretos como los potenciales. Estar en paz, sí, pero con los sectores que, según dijo en campaña, iba a representar durante su gobierno.

Si como espacio político, todo junto o en partes, sueña con un segundo mandato, convendría que sus líderes pongan el acento en la cuestión salarial, antes de que sea tarde.

Todo lo demás viene por añadidura.

MÁS INFO
Roberto Caballero

Roberto Caballero es periodista argentino, fundador del diario Tiempo Argentino y la revista Contraeditorial. Autor del bestseller Galimberti, de Perón a Susana, de Montoneros a la CIA, entre otros libros de investigación periodística. Conduce Caballero de Día de 6 a 9 en El Destape radio.