Se dice que en 1939, el presidente Franklin Roosevelt comentó que el dictador nicaragüense Anastasio Somoza “puede ser un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”. Tal vez la anécdota sea falsa pero es sin duda verosímil. EEUU lucha contra todas las dictaduras salvo aquellas que apoya.
Como Roosevelt, Joe Biden puede apartar a Venezuela, Cuba y Nicaragua de la Cumbre de las Américas organizada en Los Ángeles por no responder a sus exigentes estándares de calidad democrática, a la vez que tiene en Arabia Saudita- una monarquía absoluta impermeable tanto a la democracia como a las libertades individuales- un socio estratégico. Es más, Biden se prepara con entusiasmo a visitar dicho país y reunirse con el príncipe heredero Mohamed bin Salman, quien- según los servicios de inteligencia estadounidenses- ordenó el asesinato y posterior desmembramiento del disidente saudí Jamal Khashoggi, columnista de The Washington Post con residencia norteamericana.
EEUU protege sus intereses más que la democracia, la libertad y coso.
Al reivindicar el diálogo por sobre los embargos (“Con medidas de ese tipo se busca condicionar a gobiernos, pero en los hechos solo se lastima a los pueblos”) y declarar que “el hecho de ser país anfitrión de la Cumbre no otorga la capacidad de imponer un derecho de admisión” y “el silencio de los ausentes nos interpela”, Alberto Fernández retomó la mejor tradición argentina en materia de política exterior y centró el debate ya no en un moralismo selectivo impuesto por los EEUU sino en el interés de los pueblos de la región. Enhorabuena.
Hace unos días, la Asociación Empresaria Argentina (AEA) festejó sus 20 años con un simpático ágape entre meritócratas que tomaron la precaución de nacer con empresas. La AEA reemplazó en el 2002 al Consejo Empresario Argentino (CEA), entidad que participó con fervor en el golpe de Estado de marzo del ´76 y cuyo presidente, José Alfredo Martínez de Hoz, fue nombrado Ministro de Economía.
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Fue en ese ámbito festivo que Federico Braun, dueño de La Anónima- consultado sobre la inflación- aseguró que “remarcan precios todos los días” generando la risotada del resto de los participantes. También advirtió que “la sociedad tiene que entender que el único modelo posible es el capitalismo. No hay ningún país socialista o comunista exitoso.” En realidad, el gobierno no busca implementar el marxismo-leninismo ni tampoco socializar los medios de producción o las góndolas de los supermercados de La Anónima, sino establecer una mayor regulación estatal, como la que rige en la Unión Europea, por ejemplo. Tal vez Braun considere que Francia o Bélgica, o incluso las estrictas regulaciones que establece la Comisión de Valores de EEUU sean anticapitalistas.
Tal vez inspirados por la furia de Javier Milei, un liberal peculiar que cada día promete prohibir algo más, Horacio Rodríguez Larreta y su ministra de Educación Soledad Acuña dispusieron la prohibición del lenguaje inclusivo en todos los contenidos que dictan les docentes, tanto en el material que se les entrega a los estudiantes y en documentos administrativos de las instituciones. No sabemos qué penas incurrirán aquellos docentes o alumnos que persistan en utilizar la “x” o la “e” pero no descartamos que los condenen a la hoguera, como la Santa Inquisición disponía con los herejes o como Milei quiere hacer con el Banco Central.
De brindar talleres de lenguaje inclusivo a prohibir su uso, los caminos de Larreta son como los del Señor: inescrutables.
En todo caso, miremos el vaso medio lleno: nuestra derecha todavía no prohibió la palabra kirchnerismo ni tampoco los nombres Néstor, Máximo o Cristina o incluso la letra “k”. Tampoco ha decidido bombardear la Plaza de Mayo. Al menos por ahora.
Jeanine I, Emperatriz del Beni, Terror de los ateos, Defensora de las Santos Evangelios, Zarina de Cochabamba, Patrona de la Justicia, Hoguera de los agnósticos y ex Presidenta autoproclamada del Séptimo Día, fue condenada por la justicia boliviana a 10 años de prisión. Como ocurrió con sus colegas dictadores argentinos, deberá cumplir su condena en una cárcel común. Todavía no sabemos si su socio Luis Almagro, actual titular de la OEA y uno de los felpudos más esponjosos del Departamento de Estado, y su proveedor de municiones Mauricio Macri la acompañarán en su celda. Sería un gesto encomiable.
Según publicó InfoBAE, “La ex presidenta interina Jeanine Áñez es la primera condenada por los hechos que derivaron en la renuncia de Evo Morales a la Presidencia de Bolivia en 2019”. Al evitar con precaución los polémicos términos de “golpe” y “golpista”, el conocido portal nos ofrece otro maravilloso ejemplo de #Léxico.
Imagen: Jeanine I, Emperatriz del Beni, Defensora de las Santos Evangelios, Hoguera de los agnósticos y Presidenta autoproclamada del Séptimo Día, en su época de esplendor (cortesía Fundación LED para el desarrollo de la Fundación LED)