Ingresos a Olivos, ataque misógino a Flor Peña y el uso de la información pública

10 de agosto, 2021 | 07.46

¿Puede una lista de nombres en una planilla indicando que ingresaron a la residencia del presidente ser algo muy relevante para la democracia? Sí, porque es información que hace a lo “publico”, es decir, a aquello que no involucra a todos. La revolución industrial a la que asistimos ya no tiene ni vapor como la primera ni electricidad o trenes como la segunda, sino la noción de que hoy se puede disponer de una cantidad de información que antes nos era vedada (como la decodificación del ADN) y en un tiempo récord gracias a los procesadores. Se trata, en efecto, de un mundo nuevo, pero que no afecta solo una faz tecnológica procedimental, sino que por sobre todo transforma a la política incluso al mismo Estado.

Antes que finalizara en siglo XX el sociólogo español Manuel Castells publicó la extensa (y en varios aspectos predictiva) obra La Era de la Información. Una de las hipótesis principales que presenta es que esta revolución pone en cuestión afirma: “El control estatal sobre el espacio y el tiempo se ve superado cada vez más por los flujos globales de capital, bienes, servicios, tecnología, comunicación y poder” (p.287). No se trata pues de la información como la concebíamos hasta hace unas décadas, sino de una dinámica que ha adquirido una velocidad mayor de circulación y un escenario que convierte a buena parte de las acciones en eventos globales. Con todo, el autor cree que el Estado, si bien delega soberanía, aún retiene capacidades, pero con dificultades para regular a otros poderes.

Este escenario es imprescindible para comprender mucho de lo que en economía y también en política sucede a nuestro alrededor; el modo en que circula la información y lo que con ella se hace es parte central de estos cambios. La organización Poder Ciudadano solicitó, amparándose en la ley de Acceso a la Información Pública (ley 27.275) la lista de las personas que durante el año 2020 y en el período de vigencia del ASPO habían accedido a la residencia presidencial, la Quinta de Olivos. La lista fue entregada e inmediatamente después difundida por diferentes medios de comunicación. Aquí es donde nace la pregunta sobre la cuestión más interesante: ¿Cómo hacemos para que esta información que afortunadamente es pública, nos sirva para mejorar nuestra democracia?

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La primera impresión es que quienes la utilizaron en esos primeros días, no se hicieron esa pregunta. Una misoginia inconcebible fue el primer combustible en boca de algunos anónimos en las redes, pero en particular en palabras de diputados nacionales de la oposición, que es lo que lo convierte en una situación realmente grave. De hecho, lo que estamos observando es que algunos referentes políticos del macrismo, ya adoptan como propios el uso de expresiones y pensamientos que conocíamos trasmitidos por foristas anónimos de algunos diarios o por desconocidos en las redes sociales. Un lenguaje reñido con la democracia, se traslada desde la marginalidad y el anonimato, hacia al centro y hacia la institucionalidad; algo ya de por si grave, se convierte en una señal peligrosa de lo que aún puede generar. La lista fue utilizada para agravios personales de diverso tipo, pero muy especialmente casi exclusivamente, contra algunas mujeres, con calificaciones que creíamos empezaban a desaparecer del espacio público.

A la vez de la información se hizo un uso muy básico y pueril. Hubo 12 mil ingresos (no 12 mil personas parece increíble, pero hay que aclararlo) a la residencia en el periodo informado; la lectura en ciertos medios de comunicación y oposición fue que se trató de reuniones clandestinas del presidente, sin despejar que en esos ingresos se cuentan los funcionarios que inevitablemente debían seguir en contacto con él, incluso varios de ellos pertenecientes a la oposición. Empresarios, sindicalistas, dirigentes sociales o artistas también se cuentan entre los ingresantes.

Sin embargo, no quiere decir que todos ellos se reunieron con el presidente, dato que las indignaciones omiten. Y aun entrando el mismo día no significa que compartieron todo ellos una reunión. Lo que era una posibilidad de hacer pública las actividades del primer mandatorio y analizarlas con detenimiento, lo convirtieron en una noticia de programas de chimento.

Toda información requiere análisis exhaustivo, comparar, indagar en profundidad, mucho más ante algo tan valioso como lo público. Y luego si, volver a preguntar si algunas de esas acciones implican irregularidades que merecen ser observadas por el Poder Judicial o los órganos de control. La tentación en política a buscar el efectismo puede asegurar algunos minutos de televisión, pero destruye toda posibilidad de construcción política sostenible.

Desde luego, para el macrismo no es una situación fácil: cuando Poder Ciudadano le solicitó al presidente Macri esta misma información, recibió una lista en el que el ex presidente no creyó oportuno informar que en esa misma quinta, recibió a los jueces Mariano Borinsky y Gustavo Hornos, y no para reuniones oficiales, sino para eventos sociales y para jugar al paddle; jueces que tenían en sus manos causas contra la ex presidenta Cristian Fernández.

El solo hecho de ocultar la reunión con jueces ya desnuda la implicancia de esos encuentros. Desconozco un informe ulterior de Poder Ciudadano al respecto. En la misma línea de procesamiento confuso de la información, el diario La Nación viró de su indignación por las visitas al presidente hacia la gente que trabaja para su pareja, al descubrir que varios ingresantes no iban a ver a Alberto Fernández, sino a Fabiola Yañez.

Otra muestra del uso de la información, no bajo el necesario proceso de mejora de la democracia, sino solo para aprovechar una oportunidad de crítica hacia el oficialismo. En la era de la información, de la posibilidad de disponer de un conocimiento más pleno de lo que hace a la cosa pública, derivarlo hacia la difamación personal solo expone que el mejoramiento de la democracia no está en el horizonte de ciertos actores políticos. Necesitamos más información pública junto con más participación ciudadana para una mejor democracia. Lamentablemente no hemos visto que el uso de la información que se conoció, haya ido en esa línea.