Cuota alimentaria impaga: la deuda que los hombres acumulan en provincia de Buenos Aires

El Ministerio de Mujeres bonaerense presentó el primer informe sobre “Incumplimiento de la obligación alimentaria en la Provincia de Buenos Aires”. La falta de pago como método de manipulación. El “no puedo” a la hora de cuidar a los hijos e hijas, un derecho autoimpuesto por y para los hombres que está en crisis.

29 de junio, 2022 | 16.29

El Ministerio de Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual bonaerense, a cargo de Estela Díaz, presentó el primer informe sobre el “Incumplimiento de la obligación alimentaria en la Provincia de Buenos Aires”. La investigación desnuda y expone la realidad que viven las mujeres a la hora de tener que cuidar exclusivamente a sus hijos y/o hijas. El informe exhibe como “la falta de pago” de la cuota alimentaria muchas veces se utiliza como un “método de manipulación”. Y además pone sobre el tapete el “no puedo” que utilizan los progenitores a la hora de cuidar a los hijos e hijas.

Sobre el estudio, la titular de la cartera provincial señaló: “Sabemos que no es exclusivo de los padres bonaerenses no hacerse cargo, mayoritariamente, de las obligaciones alimentarias; sino que es una regla que podemos encontrar en el resto del país también”. 

En ese sentido, la ministra manifestó que “la cuestión del (in) cumplimiento de las obligaciones alimentarias tiene dos aspectos que el informe releva: la vulneración del derecho de las infancias y juventudes a ser cuidadas, en todos los aspectos de su vida y su desarrollo, por sus progenitores. Por el lado, el impacto que la falta de aporte económico al sustento vital de las y los hijos tiene sobre la situación de pobreza, la falta de autonomía y la sobrecarga de tareas de cuidado, a las que principalmente las mujeres suelen hacer frente, en muchísimos casos, desde hogares monomarentales”.

El informe se realizó a través de encuesta en la que se obtuvieron un total de 6.442 respuestas. La mayor parte de las encuestadas se ubica en los rangos medios de edad - un 40,4% entre 26 y 35 años, y otro 48,7% entre 36 y 55 años -. En cuanto al nivel de estudios predominan las de nivel superior (terciario o universitario) en un 56%, seguido por un 25% con secundaria completa. 

Respecto a la condición laboral, si bien la mayoría de las mujeres se encuentran trabajando en relación de dependencia formal (41,7%), también se registraron desocupadas (18,1%), trabajadoras por cuenta propia (9,8%) de la economía popular (19,4%), y empleadas informales (7,3%).

Según detalla el análisis, “más de la mitad de las mujeres encuestadas (51,2%) indica no percibir ningún tipo de aporte por parte del progenitor de sus hijas y/o hijos”. El grupo de encuestadas que indican que el progenitor sí aporta dinero en concepto de obligación alimentaria es el “41,2%”, mientras que “un 24,9% menciona que es realizado de manera regular”, y un “15,3% de manera irregular”. 

Frente a la insuficiencia del monto percibido, o ante el incumplimiento de las obligaciones alimentarias, las mujeres encuestadas describieron múltiples estrategias para garantizar las necesidades de sus hijas e hijos. Principalmente para las mujeres trabajadoras y de sectores populares “incrementan los niveles de dependencia de otras redes, tanto económicas como de cuidado”, y/o “incrementan la cantidad de horas de trabajo” o “se endeudan”. Es decir que de las encuestadas, “el 44% depende de dinero prestado, ya sea de familiares, bancos o financieras, para completar sus ingresos mensuales”. 

El tiempo es oro e impagable

Por otra parte, gran parte de las entrevistadas remarcó que “cuando el padre se vincula con sus hijas y/o hijos, muchas deciden no iniciar un proceso legal por la obligación alimentaria, porque no quieren que la relación entre las y los menores se vea afectada”.  

En ese sentido, el mismo informe indica que el “desligarse” de las responsabilidades parentales “no es algo que comienza al momento de la separación, sino que ya estaba presente en las dinámicas familiares previas”. En cambio, los progenitores que sí se hacen cargo del cuidado —así sea parcialmente—, lo hacen “sólo cuando están en condiciones de hacerlo”. Es decir, “tienen la posibilidad de ‘no poder’ porque el cuidado está garantizado en primer lugar por la madre”. 

Manuel, un adolescente entrevistado para el informe detalló su crianza: “Él (padre) nunca me demostró afecto, esa es la principal causa por lo cual no lo veo (...) Mi mamá se ocupó del cuidado de nosotros, incluso cuando estaban juntos mi papá tampoco se encargaba mucho de nosotros. (...) Por eso digo que, cuando se separaron no era muy distinto, porque siempre mi mamá tomaba el rol de madre y padre a la vez”. 

De las entrevistadas, el 54% son mujeres que están al frente de hogares monomarentales. Dentro de este universo, en el caso de las mujeres a cargo de hogares con menores de 5 años que no reciben aportes del progenitor (situación que alcanza al 17,7%), el 27,2% indicó que “trabaja más de 30 horas semanales”, y el 37,9% “no sabe calcular la cantidad de horas que trabaja, o indica que la cantidad cambia semanalmente”. La principal fuente de ingresos de esos hogares es la Asignación Universal por Hijo (AUH).

Acceso a la información

El 65% de las encuestadas “no conoce centros de atención, asesorías de familia, o centros de acceso a la justicia que asesoren o trabajen sobre el pago/cumplimiento de las obligaciones alimentarias”. Incluso, “las áreas de Políticas de Género a nivel municipal han señalado que no todas cuentan con profesionales del derecho”.
 
Además, casi la mitad de las encuestadas (45,9%) dijo “desconocer el marco normativo que delinea los contornos de la determinación y cumplimiento de la obligación alimentaria”. Sobre la Ley N° 26.485, de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres, “el 41,5% de las encuestadas no sabe de ella”.

Una Jueza de Familia que formó parte de las entrevistas realizadas detalló que “los sectores económicos intermedios son los que peor la pasan, porque no califican a un patrocinio gratuito, pero de manera privada les resulta muy caro”. 

En ese sentido, “la ineficacia del sistema judicial actual, para dar respuestas a las personas que reclaman alimentos en beneficio de sus hijas e hijos, afecta de forma desproporcionada a las mujeres, porque son ellas quienes, de manera abrumadoramente mayoritaria, cuidan a niñas, niños y adolescentes”.