Primero fue el video hecho con inteligencia artificial y difundido por el propio presidente de la Nación, Javier Milei: una infección zombi a través de un virus llamado Ku-K12 que termina gracias a un león en colores que pasea sobre la destrucción en blanco y negro. Todas las encuestas -al menos seis- daban a la baja la imagen del presidente, había que echar mano de la magia de la estigmatización, la tecnología y el discurso del héroe salvador. El impacto del producto IA fue moderado.
Después, casi al mismo tiempo en que Milei estaba en la ONU despreciando las acciones para mitigar el cambio climático, circuló una cortísima operación política que intentó instalar que en Córdoba había 17 detenidos de La Cámpora, acusados de iniciar los catastróficos incendios que redujeron a cenizas 70 mil hectáreas de bosque nativo. La desmentida desde el propio gobierno cordobés fue veloz.
Salir al balcón de Casa Rosada con Susana Giménez, exhibiendo risotadas y pelos al viento, no tuvo el efecto distractivo sobre los números terriblemente dolorosos de la pobreza. Entonces, la campaña tuitera tuvo que organizarse para tirar letra y señalar a los culpables de siempre: “¿Por qué creen que Milei ganó las elecciones? La respuesta es el índice de pobreza… Hoy estamos pagando ‘la fiesta’ con inflación y pobreza”, escribió, por ejemplo, Martín Menem, presidente de la Cámara Baja del Congreso de la Nación -organismo que parece cada vez más accesorio, entre veto y promesa de veto- en la misma línea que Manuel Adorni, los trolls empleados de su secretaría, Patricia Bullrich y hasta Mauricio Macri, que aunque no es funcionario, sigue sosteniendo cual coloso de Rodas pero con dolor de aductores, un puente entre el PRO y LLA.
Y como si todo esto fuera poco, Lali Espósito sacó un tema nuevo, "Fanático", sobre el fin de la semana que parece absolutamente dedicado a las obsesiones presidenciales en atacarla, tanto en como querer él mismo ser una estrella de rock. ¿Conseguirá público suficiente en el acto de Parque Lezama hoy sábado a la tarde? ¿Tendrá revancha su desmejorado rating popular cuando el domingo se emita su entrevista con "Su" Giménez?
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El romance de Javier Milei con la sociedad del espectáculo está en crisis y es que no hay enamoramiento capaz de nublar la materialidad sólida del sufrimiento que implica que 25 millones de personas vivan bajo la línea de pobreza y casi un tercio de estas personas ni siquiera lleguen a alimentarse con sus ingresos propios. Entre los niños y niñas, la pobreza escala: el 66 por ciento de la población total entre 0 y 14 años se está quedando sin futuro.
¿Cómo responde el gobierno, además de con el argumento remachado del kirchnerismo zurdo y empobrecedor –ahora las legiones de trolls hablan de que la gente antes “no se daba cuenta” de que ya eran pobres–?
Coartando, además del acceso a lo básico, la esperanza de futuro que reside en acceder a la educación pública de calidad, desde la primera infancia hasta la universidad. Contra el veto universitario anunciado muchas veces, desde el propio vocero presidencial hasta por la ministra de Capital Humano, Sandra Petovello, el miércoles habrá una nueva movilización a la que llamaron todos los gremios docentes -no sólo los que hacen al ámbito universitario-, las federaciones de estudiantes, la CGT, las CTA, las organizaciones de jubilades; una movilización que tendrá lo que no pueden ofrecer las pantallas: una acción colectiva en la que el calor del cuerpo a cuerpo, puede multiplicar la fuerza para detener una destrucción programada del pueblo, de sus afectos y sus ilusiones de futuro.
“La discusión –en torno al presupuesto universitario– que parecía darse dentro del marco salarial, excede con mucho ese marco, el Gobierno anunció proyectos de arancelamiento y al mismo tiempo de provincialización de las Universidades Nacionales sin transferir recursos. Es un ataque que va directamente contra la universidad por su perfil más emancipatorio, igualitarista, va en ese sentido. Esto está claro entre los y las estudiantes”, dice la socióloga, docente y ensayista María Pía López. Y es que el revival de los ’90 no va sólo de la mano de Yuyito González y la impunidad para la exhibición de la crueldad y la opulencia del poder (como en la cena de los 87 héroes). También en la destrucción de la educación pública, uno de los valores que el pueblo argentino considera orgullo propio y por el que ya ha luchado o acompañado esas luchas.
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Silvia Almazán es secretaria general adjunta de Suteba, el gremio docente de la provincia de Buenos Aires tan estigmatizado por los discursos libertarianos (Roberto Baradel, su secretario general, es uno de los causantes de la invasión zombi en el video Ku-K12). El gremio llamó al paro para el 2 de octubre para acompañar la movilización y también los reclamos de jubilados y jubiladas. “Estamos padeciendo la subejecución del Presupuesto 2024 y en perspectiva el de 2025 plantea un mayor ajuste aun porque anula el artículo 9 de la Ley de Educación Nacional que es el que plantea que el Estado Nacional debe invertir el 6 por ciento del PBI en educación”. Todos los niveles educativos están afectados, el riesgo de quedarse sin expectativa de movilización social para las mayorías es grave.
Almazán advierte algo más: “En los '90 se transfirieron las escuelas secundarias a las provincias sin recursos. Y luego la ley Federal de Educación vino a fragmentar en 130 subsistemas y dejó la educación librada a las posibilidades de desarrollo de cada jurisdicción. Eso se empezó a reconstruir con ley de Financiamiento Educativo y la ley de Educación Nacional en 2005 y 2006. Pero esa reconstrucción todavía está en proceso, porque la obligatoriedad para que todos los niños, niñas y adolescentes tengan 14 años de educación obligatoria recién tuvo su primera cohorte hace dos años. Y eso ahora está otra vez en peligro”. 30 años pasaron de aquella década, recién hace dos que hay generaciones con la primaria y la secundaria como obligación y como derecho.
Queda claro entonces que esta no es una crisis pasajera, que estos nueve meses de gobierno anarcolibertario con un presidente que mira más a los dirigentes fanáticos de las ultraderechas del mundo que a su propio pueblo tienen efectos de largo plazo. El 52,9% de pobreza no se revierte de un día para el otro, porque en las casas, en los barrios, en los territorios las deudas que se toman para sostener lo cotidiano alejan cada vez más la posibilidad de gozar de una vida en la que el futuro tenga un horizonte. En las estaciones de trenes y subtes, en los miércoles donde las personas mayores son apaleadas sistemáticamente y resisten porque, como dice la canción que se difundió esta semana también “Estamos más fuertes que recién nacidos a pesar del hambre o por eso mismo”, no hay sacrificio que prometa un final feliz.
Milei le tiene tirria al futuro, prefiere seguir mirando a un pasado remoto al que él le saca lustre en sus discursos, en las piezas de comunicación que promueve y que se remonta a ¡1916! parado en el atril de la Asamblea General de Naciones Unidas, solo y con un discurso -por fin- ensayado para no tener tantas erratas, volvió a presentarse como el profeta de las ultraderechas que enfrentan un socialismo imaginario, una amenaza mundial inexistente que sin embargo lo animó a abandonar la neutralidad argentina frente a los conflictos bélicos. Parecía estar cavando una fosa a su alrededor para dejarnos a todes cada vez en mayor aislamiento frente los diálogos multilaterales, por la paz y contra el hambre, por la sostenibilidad del planeta mismo. Aunque a esos diálogos les falte eficiencia, abonar por guerras genocidas como la que lleva adelante el estado de Israel contra Palestina, es un escalón insoportable.
Si la ONU no es tan útil a los fines que se propone, como también se discutió esta semana, ¿a quién les resulta útil Javier Milei? ¿Será el presidente una ficha en el TEG que juega su supuesto amigo Elon Musk que no solamente no trae inversiones sino que ni siquiera se mostró tan conmovido con el discurso del presidente megalómano? Argentina como Kamchatka, el país ignoto que en el juego solía atacar a China. Tal vez ese sea el único canto de sirena que Milei carraspea para el concierto de Occidente. Tal vez sea su desesperación porque vengan inversiones extractivistas que ni siquiera dejan trabajo para los habitantes de este suelo. Es que el presidente no solo le tiene tirria al futuro, también al pueblo. Y más allá de un montón de fanáticos (sobre todo en masculino), el pueblo ya se dio cuenta.