La oposición, que tramita sus internas a cielo abierto, muestra una solidez sin fisuras a la hora de pararse enfrente del gobierno. El oficialismo, otra vez, fracasó a la hora de sumar mayorías para aprobar una ley sensible en la cámara de diputados. En el primer compromiso importante de la segunda mitad de su mandato, el Frente de Todos volvió a tropezar con la misma piedra, como si no la hubiera visto venir.
Asoman, ahora, dos problemas que requieren solución urgente. Hacia afuera: reencaminar la negociación con el Fondo Monetario Internacional sin contar con la sanción del presupuesto, que estaba pensado como una herramienta en ese tira y afloje. Hacia adentro: encontrar una estrategia política efectiva para gobernar los próximos dos años un país al borde del ataque de nervios con una oposición política y empresarial intransigente.
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
Los artículos objetados no son negociables para el gobierno porque recortan ingresos que resultan imprescindibles.
Con frentes abiertos en el Poder Judicial y en el Poder Legislativo, y pocos éxitos para mostrar en esos dos ámbitos, parece evidente que el laissez faire aplicado por el oficialismo hasta ahora tiene límites cada vez más estrechos. Insistir con esa fórmula sólo puede conducir a una licuación del poder del gobierno. Alberto Fernández tiene un camino delante suyo, pero requiere voluntad y el ejercicio pleno de sus funciones ejecutivas.
MÁS INFO
La sesión estuvo signada por las peleas a gritos entre sectores del radicalismo, que discutían al mismo tiempo el presupuesto y la conducción partidaria que se define este viernes por la tarde. Sin embargo, a la hora de votar, votaron todos en el mismo sentido. El Frente de Todos, sin embargo, no pudo o no supo aprovechar esas diferencias para acumular los votos necesarios para aprobar el proyecto.
Dentro del propio bloque oficialista cuestionaban, durante la madrugada, la decisión de afrontar una sesión clave en las vísperas de las elecciones internas de la UCR. Los cuatro diputados que responden a los gobernadores Gerardo Morales (Jujuy) y Gustavo Valdés (Corrientes) podrían cambiado el desenlace, pero no podían mostrarse tan cerca del peronismo antes de esa instancia crucial, en la que el jujeño corre como favorito.
La oposición se excusó en el tono de un discurso del jefe del bloque del Frente de Todos, Máximo Kirchner, para romper el acuerdo de postergar la discusión hasta la semana que viene para permitir cambios en el proyecto. Lo cierto es que los artículos objetados no son negociables para el gobierno porque recortan ingresos que resultan imprescindibles. Las chances de un acuerdo general siempre fueron cercanas a cero.
Ritondo, que vio la oportunidad de propinarle al gobierno una derrota resonante, aprovechó el momento. Nadie puede creer que se trata de una honesta preocupación por las buenas costumbres. Caso contrario, habría habido algún tipo de mención a la actitud del diputado radical Miguel Bazze, que minutos antes le había espetado al presidente de la Cámara, Sergio Massa, un “pedazo de pelotudo” con el micrófono abierto.
Con el fracaso consumado, el Frente de Todos deberá decidir un nuevo rumbo. El presupuesto de este año quedará prorrogado, como establece la ley. Eso le da al gobierno una mayor autonomía para decidir las variantes. Resta ver si el staff del FMI lo entiende de la misma manera o cree que la falta de apoyo interno le da luz verde a los más ortodoxos para endurecer los términos de la negociación.
En el plano interno el peronismo deberá encontrar la forma de contrarrestar el contrapeso de una Corte Suprema abiertamente opositora, un Congreso con candado, un aparato mediático que, en el mejor de los casos, tolera discursos golpistas, y un círculo rojo empresarial del que nada se espera y aún así, logra, defraudar las expectativas de una sociedad democrática y mínimamente justa en forma recurrente.
No lo va a lograr si se sienta a esperar que el Poder Judicial se autodepure, que la oposición se rompa en mil partes o que los medios de comunicación tengan un súbito ataque de responsabilidad social. No es cierto que no existan alternativas: la política se trata justamente de eso. Después deben considerarse los costos y beneficios de cada una. Resulta difícil creer que no exista ninguna estrategia más conveniente que esta.