“El Partido Justicialista es la herramienta electoral del peronismo. Y a las herramientas si no las cuidas cuando no vas a usarlas, el día que la necesites ya no sirve”. La definición corresponde a uno de los 900 delegados que tiene cita este viernes en el microestadio de Ferro para el Congreso Nacional del PJ, primera escala de esta nueva etapa que se inauguró el noviembre del año pasado con la dura derrota del ballotage.
Limpiar la herrumbre y sacar filo. Devolverle al peronismo su proverbial efectividad y potencia. Como después de cada derrota, volver a juntar a las tribus dispersas, curar heridas, armarse para la próxima batalla. Tareas que exceden la formalidad telúrica del congreso partidario pero que le darán, o intentarán darle un sentido, al convite. Con una pregunta sobrevolando el inmenso gimnasio: ¿hay algo nuevo bajo el sol o estaremos ante una nueva pirueta gatopardista?
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Los hechos: Alberto Fernández dejará de ser el titular del partido cuando le acepten una licencia que él nunca pidió. Fue una decisión acordada por una mesa chica de la que participan desde Axel Kicillof hasta Santiago Cafiero, pasando por Wado de Pedro y Gildo Insfrán, Juan Manzur y Ricardo Quintela, Juan Manuel Olmos y Pablo Moyano. El expresidente era un lastre que no podían permitirse y nadie levantó el tono para defenderlo. Va a mirar el próximo capítulo desde afuera.
La sucesión debe recaer sobre la vicepresidenta primera, actual jefa de asesores del gobierno bonaerense, Cristina Álvarez Rodríguez, o en su defecto el vice segundo, Kicillof. Aunque son muchos los dirigentes que ya vocean su nombre de cara al 2027, y consideran que le corresponde, por lo tanto, encabezar el partido, la decisión política del gobernador es concentrarse, él y su equipo, en la gestión provincial, por lo que seguramente declinarán el cargo.
Es, también, un gesto para promover el retorno de los entenados, una invitación que se hace antes y después de cada ciclo electoral, especialmente cuando terminan en derrotas. La ampliación del frente que encabece el peronismo es una tarea a la que se abocan personalmente dos jugadores que, sin estar presentes en Ferro, tejen el entramado peronista: Cristina Fernández de Kirchner y Sergio Massa, que el mismo día, en el Congreso del Frente Renovador, ratificará la salud de la coalición.
No habrá, sin embargo, en el encuentro peronista, rostros nuevos. Una vez más, los congresales cordobeses rechazaron la invitación. Ni el gobernador Martín Llaryora ni su antecesor, Juan Schiaretti, tienen planeado asistir. Tampoco el exmandatario salteño Juan Manuel Urtubey. Ni Miguel Ángel Pichetto ni Guillermo Moreno están en la lista de invitados, a pesar de que la foto que compartieron con Insfrán hace dos semanas invita a pensar en que puede haber confluencia en el futuro.
Las gestiones quedarán en manos de una mesa de conducción (la expresión Comité de Acción Política genera resquemor por sus connotaciones radicales, de la UCR) que servirá para saldar el problema sucesorio. Su conformación aún no está confirmada pero tendrá espacio para los gobernadores Kicillof, Quintela e Insfrán, que llevarán la voz cantante, junto a representantes del Movimiento Obrero, las Organizaciones Sociales y otros sectores políticos.
La más importante de las tareas que tendrá esta mesa será planificar la renovación de autoridades que deberá hacerse de acá a octubre. Se va a proponer una campaña masiva de afiliación y la convocatoria a elecciones abiertas entre todos aquellos que quieran participar. Algunos imaginan que se podría replicar el espíritu de la interna entre Carlos Menem y Antonio Cafiero, que sirvió de lanzamiento para que el riojano llegue a la presidencia. Una batalla por la conducción del movimiento.
Sin embargo, algunos de los dirigentes más experimentados del PJ advierten sobre las dificultades de llevar a cabo semejante empresa en este contexto. “Hay que discutir con Milei, no entre nosotros”, señala uno de ellos, que cree que con el correr de los meses va a terminar acordándose una lista de unidad. Se trata de un análisis que tiene en cuenta factores políticos pero también otros más terrenales: “¿Vos sabés lo que cuesta armar una interna así? Si no tenemos un mango”.