El sábado, después de una larga espera signada por la pandemia, el peronismo podrá desentumecer su músculo de movilizar multitudes. A 75 años del día que el justicialismo hizo su entrada sorpresiva en el mapa de la historia argentina, las circunstancias sanitarias darán su particularidad a una jornada que quedará, gracias a esas propias limitaciones, en la historia. Marchas hubo y habrá muchas a lo largo de las décadas; lo que sea que suceda este 17 de octubre será, inevitablemente, único.
Sin embargo, la expectativa de cara al sábado no tiene que ver tanto con la historia como con el presente. El gobierno necesita una muestra contundente de respaldo ante el creciente asedio opositor, en el marco de una crisis económica y sanitaria sin precedentes. El peronismo se nutrió históricamente de las multitudes y el Frente de Todos necesita ahora esos nutrientes que le permitan sortear con éxito el momento más complejo en lo que va de la gestión de Alberto Fernández.
En esa necesidad de dar una muestra contundente de respaldo popular y espalda política coinciden todos los sectores que conforman la variopinta coalición oficialista. En la forma de demostrar esa fortaleza no hubo acuerdo. Por eso el sábado habrá, en rigor, dos acciones independientes, con distintos organizadores. Por la mañana, una caravana de vehículos, convocada por sindicatos e intendentes; por la tarde, una actividad virtual coronada con un acto en la CGT y, al concluir, la marcha peronista sonando al unísono en todo el país.
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En la práctica, se espera que ambas actividades se fundan en una gran jornada de participación militante con distancia social, de la que sean protagonistas millones de personas en todo el país. Otra vez parece cumplirse aquello de que cuando parece que los peronistas se están peleando, en realidad están reproduciéndose. Sin embargo, adentrarse en la trastienda de la organización de la jornada permite entender mejor la naturaleza de este gobierno y cuál es el rumbo que, indefectiblemente, tomará.
La primera iniciativa fue de la conducción de la CGT, que encabezan Héctor Daer y Carlos Acuña. La propuesta al Presidente era un acto, con el respaldo de la central obrera y varios gobernadores, que le permitiera fortalecer su posición relativa en la interna del Frente de Todos. Fernández rechazó esa idea, como todas las iniciativas para armar un albertismo, pero dio via libre para que se conformara una mesa, donde estuvieran representados todos los espacios, para organizar la primera manifestación en apoyo al gobierno.
El viraje de la idea de un acto albertista a la realidad de un acto para ratificar la sociedad estratégica entre el Presidente y Cristina Fernández de Kirchner dejó heridos: inconforme con la evolución de las cosas, Acuña dio un paso al costado en la organización del acto y comenzó a organizar su propia marcha, junto a Eduardo Duhalde, Guillermo Moreno y Luis Barrionuevo, que tendrá lugar por la mañana en el monumento a Juan Domingo Perón que inauguró Mauricio Macri cuando era jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires.
En un primer momento, la propuesta cegetista a Fernández incluía una marcha, pero el mandatario rechazó de plano cualquier modalidad presencial, por considerar que era irresponsable que el gobierno convocara a algo así en el medio de una pandemia. En varios encuentros en la UMET, se fueron descartando otras ideas hasta que Ignacio Saavedra, encargado de los actos de la campaña del año pasado, y Javier Grossman, el ideólogo de los festejos del Bicentenario y de Tecnópolis, acercaron la idea de una movilización virtual.
Se utilizará como plataforma la página 75octubres.ar, donde las personas podrán entrar desde cualquier dispositivo con internet, elegir una imagen que los represente y hacer check-in en el mapa del centro porteño, donde se podrán elegir los tradicionales puntos de concentración. Además, por ese mismo dispositivo, se van a transmitir fotos y videos de militantes de todo el país y va a poder seguirse también desde allí mismo el acto principal en la CGT. Los organizadores esperan más de un millón de personas conectadas.
Al histórico salón Felipe Vallese sólo estarán invitadas 25 figuras centrales del Frente de Todos, exagerando los recaudos pandémicos: la capacidad real del lugar es 20 veces más grandes. Entre los confirmados hay sindicalistas, como el anfitrión Daer y el titular de la CTA, Hugo Yasky; socios protagonistas de la coalición, como Sergio Massa y Máximo Kirchner; figuras políticas del Poder Ejecutivo, como el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, y el ministro de Interior, Eduardo De Pedro y autoridades del PJ, como José Luis Gioja.
Se descuenta la participación de Alberto Fernández, que tiene reservado un lugar central en el escenario. Hay menos certezas sobre la presencia de Cristina Fernández de Kirchner, que ha sido invitada. Aunque está previsto que el del Presidente sea el único discurso de la tarde, si la vice da el presente se abrirá la lista de oradores para incluirla. Se espera que el acto concluya a las cinco de la tarde con la marcha peronista sonando en simultáneo en los parlantes de todos los participantes de la manifestación virtual.
Un grupo de sindicatos que no reconocen la conducción de Daer, encabezado por SMATA y Camioneros, sumado a un puñado de intendentes peronistas del conurbano convocan a la otra actividad fuerte del día: una caravana callejera que arrancará a las 10 de la mañana desde distintos puntos para confluir en el obelisco. Estará encabezada por alrededor de 500 camiones, sumados a taxis y colectivos y los autos particulares que se sumen a la convocatoria, confirmada ayer por Pablo Moyano.
Si bien no contará con aval explícito del gobierno, porque Fernández sigue considerando que convocar a una movilización es un mensaje erróneo en una pandemia, esta vez el Presidente no hizo nada para evitar que la caravana se lleve a cabo. Otros indicios señalan cierto beneplácito oficial, como el largo almuerzo que mantuvo con Hugo Moyano y Jorge Ferraresi el martes pasado, los carteles con arengas y la firma de si amigo Pepe Albistur, o un conveniente cambio de horario para que las dos actividades no se solapen.
Es que el gobierno necesita un espaldarazo popular que le de inercia a una gestión que ya arrastra cierto desgaste, fruto de la doble crisis, una oposición predemocrática y algunos errores no forzados. Asoman en el horizonte tareas importantes: estabilizar la economía, rescatar de la pobreza a millones, sanear instituciones corrompidas como el Poder Judicial, poner en marcha el entramado productivo. El sábado, el peronismo recordará a los que fingen amnesia que hace menos de un año la sociedad argentina votó para que eso suceda.