No hay tiempo para describir la liturgia de lo que implica una movilización del movimiento obrero. La urgencia pidió otra vuelta de tuerca y así lo hicieron sentir los trabajadores. El gobierno de Javier Milei tuvo complicaciones para emitir dictamen para el proyecto de ley ómnibus, pero lo consiguió. La calle dio indicios de otro cantar por fuera de la rosca del Congreso.
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Cientos de miles de personas se congregaron en la plaza del Congreso y respondieron al llamado de paro de la CGT. Desde los gremios más grandes, como Camioneros, a los más chicos se unieron en rechazo absoluto al DNU y al proyecto de ley ómnibus que promueve el Gobierno. También hubo autoconvocados que emprendieron viaje a la sede central del Poder Legislativo. El miedo a perder derechos y ver pulverizados -aún más- sus salarios fueron los dos temores que se repitieron al oír los testimonios.
Un coro de reclamos, temores y urgencias
Agolpados y bajo el calor de enero, los sentimientos expresados eran similares aunque las fuentes se caracterizaban por ser diversas entre sí. Micaela trabajaba en atención de una oficina de la Anses de General Rodríguez. Fue despedida siendo planta permanente. Llegó a la plaza del Congreso para manifestar se repudio al recorte en la planta de trabajadores estatales.
"De un día para el otro me quedé sin trabajo. ¿Yo y mis compañeras éramos casta? Nosotros éramos el objetivo de este Gobierno. Nos tenían en la mira. Nunca tocan a los empresarios, siempre a los trabajadores", se indignó mientras frenó en una esquina sobre Avenida de Mayo para hidratarse.
No es la única. Desde el sindicato que nuclea a los trabajadores del organismo previsional denuncian más de 320 despidos sin causa. Agitando junto a compañeros de militancia del Movimiento Evita, remató: "No vamos a permitir que nos saquen lo que tenemos. Vamos a impedir estas reformas en la calle. No es ley ómnibus, es ley Anti Argentina”.
En el fondo del universo salarial aparecen las empleadas de casa particular. Julia es un caso concreto de cómo impactan las políticas regresivas sobre el ingreso de las más desfavorecidas. Llegó a la plaza por su cuenta. "En mi vida cotidiana va a ser un golpe terrible. Ya lo está haciendo de hecho. Con un sueldo de 200 mil pesos ¿Qué puedo esperar? No hay una medida para nosotros, para el pueblo ", se lamentó. No es para menos. Su gremio sufrirá las consecuencias de la eliminación del programa Registradas, un esquema de incentivo que promovía la registración de una actividad usualmente precarizada a través del pago del 50% de los salarios por parte del Estado en asociación con los patrones.
Contra el relato que pretende instalar el Gobierno respecto a que la marcha no representa fielmente a los trabajadores, se defendió con fiereza: "Trabajo desde los 15 años. Que no me corran. Hablan sin saber y haciendo mucho daño. No voy a quedarme en casa viendo cómo Milei hace de las suyas. Lo único que pido es que no salgan las leyes que se andan comentando".
Del otro lado de la escala salarial, el colchón de resistencia es un poco más holgado, pero la frustración es idéntica. El himno argentino empezó a copar el canto de toda la plaza. Emocionado luego de la última entonación, Pedro reflejó ante El Destape su preocupación por las próximas negociaciones paritarias. Trabaja en la planta de Bridgestone de la localidad bonaerense de Llavallol.
"Nosotros, con Alejandro Crespo a la cabeza, somos un gremio combativo y como podemos nos vamos reponiendo. Pero ahora las empresas como Fate van a sentirse fuertes para ir con todo contra nosotros", advirtió. Al salario se le sumaron dolores de cabeza en otros aspectos de la vida laboral. Es la meta final del Gobierno: desorganizar la vida laboral.
"Más allá del problema de la inflación, que sabemos es una locura lo que estamos viviendo, nuestra tarea es insalubre. Sin Ministerio y con el gobierno a favor de los patrones, es terrible lo que vamos a tener que resistir de acá en adelante y más si avanza el DNU y la ley ómnibus", explicó el trabajador, quien se movilizó junto a sus compañeros del Sutna.
Una jornada masiva a pura marcha peronista
Los afiches y muñecos desfilaron por todas las inmediaciones del Congreso. Motosierras, caricaturas de Milei, reivindicaciones a Juan Perón, descripciones breves de situaciones límites (imágenes de recibo de sueldo de jubilados), y la lista puede seguir. Las columnas de obreros llenaron el frente que pudieron divisar con comodidad Pablo Moyano, Héctor Daer y Taty Almeida. Los tres pronunciaron discursos frente a la multitud, que respondía con aplausos y cánticos dispersos.
Sin grandes conflictos con las fuerzas de seguridad, el final del acto concluyó con la marcha peronista, vociferada por toda la plaza. Un dato que marcó la preminencia cegetista y sindical: luego de la estrofa final no hubo continuación al agregado “Resistimos en los 90, volvimos en 2003” que solía acompañar las grandes movilizaciones de este tipo. Olvido, omisión, o signo de transición. Quién sabe.
Es atendible la observación sobre una falta de representatividad de los gremios sobre la masa total de trabajadores. Esta época evidencia que la informalidad en millones genera una especie de resentimiento entre los trabajadores. De hecho, en la estación Plaza Constitución se oyeron cruces verbales entre quienes marchaban y aquellos que iban a sus puestos de trabajo. Signos de un mercado laboral desequilibrado que puede ser víctima de la guadaña liberal que afila Milei.
Pero esa discusión tendrá su tiempo. La hora de esta tarde marcó una mano en alto al Gobierno. Los trabajadores mostraron los dientes y gritaron que “la patria no se vende”.Ahora le tocará al Gobierno demostrar la potencia de su ambición para avanzar en la reforma económica más grande de los últimos tiempos.