Elecciones 2023: Una rebelión anunciada, una interna potente y el futuro de CFK

Del encuentro de la mesa política del Frente de Todos no salió nada nuevo pero sí se puso en evidencia el estado de las cosas. Las PASO, el triunfo pírrico de Alberto. Operativo clamor y dudas de Cristina.

19 de febrero, 2023 | 00.05

La primera reunión de la mesa política del Frente de Todos dejó a todos conformes pero a algunos más conformes que a otros. El documento que se publicó en la madrugada del viernes refleja un balance necesario para darle cierre a una etapa revulsiva de la interna y poder “resetear” o “relanzar” la coalición a tiempo para competir en una elección general con demasiadas cosas en juego.

Todos cedieron algo y obtuvieron algo a cambio, la fórmula áurea de una negociación. Pero algunos cedieron más y otros obtuvieron todo lo que habían ido a buscar. Sería injusto, sin embargo, decir que de la reunión en Matheu 130 salieron ganadores y perdedores. Ya había ganadores y perdedores antes de que se juntara una mesa política a contar los porotos. La novedad fue ponerlo en común, para que nadie pueda hacerse el distraído.

No por nada Alberto Fernández demoró durante un año esta cita. Y cuando ya no pudo seguir postergándolo, intentó, por todos los medios, evitar que se cuente un score que presumía desfavorable. El hermetismo sobre la identidad de los asistentes, la extensión de la lista, la amplia representación de todos los sectores del FdT, entre otros, fueron intentos infructuosos de equilibrar una cancha que nunca deja de estar inclinada.

Lo cierto es que a la renovada sede del PJ llegaron delegaciones del gobierno, del kirchnerismo, del Frente Renovador, del movimiento obrero, de las organizaciones sociales, de los gobernadores y de los intendentes. Pero una vez que comenzó el debate fue rápidamente notorio que el auditorio se dividía en dos partes, y que una de las dos tenía la presencia suficiente para imponer sus condiciones en el debate.

Mientras que Fernández apostó a que lo acompañe su núcleo duro y a sumar sillas para diluir las críticas, desde la presidencia del Senado se tejió otra estrategia: sumar dirigentes propios en prácticamente todas las delegaciones, entregar lugares a sindicatos afines y construir consensos en la previa, incluso, con los dirigentes muy cercanos al mandatario. De 34 voces, más de la mitad se alineó con los reclamos de ese sector.

Los detalles de la crónica de esta rebelión anunciada se escriben solos. Desde los carteles con la leyenda CFK 2023 empapelando la cuadra por la que llegaron los invitados hasta la decisión de que fuera la más vocal de las defensoras del presidente, Victoria Tolosa Paz, la encargada de informar, tras el mitín, la decisión de pedir que “la compañera Cristina revea su posición respecto a no ser candidata”, todo trazó el camino hacia una capitulación.

Fernández obtuvo, en el intercambio, un compromiso de preservar a su gobierno de las críticas a las que estuvo sometido a partir de la derrota de 2021, y --algo nada menor-- la ratificación de que las candidaturas en el Frente se decidirán a través de las PASO, tal como él había decidido y anunciado, de manera unilateral, poco después de ese percance electoral, uno de los puntos de quiebre de la relación entre los aliados.

Aunque no se dijo con todas las letras, los asistentes salieron del encuentro con la impresión de que la puerta a una aventura por la reelección parece cerrada. El mensaje llegó hasta la Casa Rosada. El presidente piensa en Daniel Scioli como su delfín para enfrentar al kirchnerismo en las primarias. El viernes viajaron juntos a Misiones. En pocos días, el embajador anunciará oficialmente su candidatura.

Más difícil resulta prever la identidad del eventual contendiente. Sergio Massa, el plan A de Cristina Fernández de Kirchner y de Máximo Kirchner, presenta varios obstáculos a esta altura del partido. Primero: que él no desea someterse a una interna sino que pretende ser candidato por consenso. Segundo: Francia. Tercero: la marcha de la economía, y particularmente de la inflación, angosta cada día que pasa su camino a la presidencia.

Eduardo “Wado” De Pedro se prueba la pilcha de candidato, teje alianzas con habilidad y recoge adhesiones incluso de dirigentes que históricamente se pararon lejos del kirchnerismo, una condición necesaria para tener chances. Esta semana incluso se dio el lujo de entretener la idea de una fórmula con Juan Manzur y recibió “una ficha” del exinterventor del PJ, Luis Barrionuevo, wadista de la primera hora.

La candidatura del ministro, sin embargo, no termina de prender. De todos los que aspiran a ese lugar en la boleta es al que más le afecta la sombra de la posibilidad de que CFK finalmente decida rever su decisión de no ser candidata, tal como se decidió el jueves a propuesta del sector político que debería encolumnarse detrás suyo si quiere ser candidato. La incertidumbre acorta los tiempos y lástima sus chances, pero él va a jugar.

Lo que decida la vicepresidenta sobre su futuro lo sabremos cuando ella considere conveniente comunicarlo. La comisión que la visitará para transmitirle las conclusiones de la mesa política es una mera formalidad. Ya sabe cuál es el mensaje. Según cuentan quienes hablan con ella, a diferencia de hace un mes, ahora duda si la necesidad la obligará a hacer lo que no quiere y dijo que no iba a hacer: ser candidata en estas elecciones.

Ese cambio de idea, respecto al rechazo cerrado que mostraba antes, no tiene tanto que ver con el destino del FdT en las elecciones presidenciales, que ella ya cree perdidas, sino con la interna. Tiene sentido: unas eventuales primarias entre un candidato kirchnerista y uno no kirchnerista no van a dirimir solamente una candidatura sino que serán leídos como una compulsa de poder mirando de cara al futuro del peronismo.

Y en un escenario de esas características, teniendo en cuenta los antecedentes históricos, CFK no solamente va a querer ganar, un objetivo de dificultad modesta, sino que va a querer imponerse por una mayoría contundente que ratifique su liderazgo. No puede regular. Tiene que poner en la boleta lo mejor que tenga. Y hoy lo mejor que tiene es Axel Kicillof candidato a presidente y ella en la boleta para renovar su banca en el Senado.

Es una idea que circuló por estos días en los whatsapp oficialistas: que una candidatura presidencial de CFK puede ser volteada fácilmente por la Corte Suprema, con efectos electorales desastrosos para el Frente de Todos, pero que si ella decidiera volver a ser senadora los efectos de una eventual proscripción efectiva no serían tan nocivos y hasta podrían funcionar a favor del peronismo ante la opinión pública.

Las decisiones finales no se tomarán antes del 24 de marzo y mientras tanto la vicepresidenta dejará que florezcan mil flores y se reactive la industria bastonera. El efecto PASO ya empieza a sentirse en provincias y municipios, donde no todos están tan a gusto con la democratización de las candidaturas y el final de los dedazos. Los reproches apuntan todos a la misma persona, el chivo expiatorio del año. Así, era imposible.