La sorpresiva performance de Javier Milei en las primarias celebradas el domingo pasado disparó un sin fin de lecturas, hipótesis y escenarios que buscan explicar el por qué de ese resultado que puso al candidato neofascista al tope de las preferencias de los argentinos con más de siete millones de votos. Menos tiempo se le dedicó a otra pregunta crucial para el futuro del país: ¿para qué ganó Milei? En otras palabras: ya discutimos suficiente acerca de quiénes se sienten representados por él, pero todavía no se ha hablado acerca de a quiénes representa. Es decir: ¿Para quién y con quién planea gobernar?
En el círculo rojo existe una inquietud cada vez más extendida acerca de los alcances de la influencia de la candidata a vicepresidenta, Victoria Villarruel, una dirigente con más experiencia, raíces más profundas, contactos más extendidos y un proyecto de país que va mucho más allá del metro cuadrado de la micro y macroeconomía teórica donde Milei tiene su zona de comfort. Un proyecto de país que ya no solamente cuestiona el consenso sobre el que se construyeron cuarenta años de democracia en la Argentina sino que, directamente, se propone reemplazarlo.
El economista ya anunció que, en caso de ganar la elección, Villarruel no tendrá solamente el rol parlamentario de un vice, sino que estará a cargo de las áreas de Defensa y Seguridad (algo que está explícitamente prohibido por la ley desde 1983). Lo que todavía no dijo en público es que en el modelo de gobierno que están diseñando por estas horas, a las apuradas, a partir de un resultado electoral que ni siquiera ellos esperaban, entre las funciones de ese superministerio del Uso Estatal de la Violencia también absorberá las tareas de inteligencia que hoy están en manos de la AFI.
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Aunque tomó notoriedad como la diputada negacionista que acompaña a Milei, lo cierto es que la vice es mucho más que eso. Villarruel es la persona que logró abrir una puerta que la política argentina había cerrado al regreso de la democracia. Dedicó dos décadas de su vida a esa misión. Es hija y nieta pródiga de la familia militar. Su padre, Eduardo Villarruel, participó del Operativo Independencia. Su tío, Ernesto Villarruel, fue responsable en el centro clandestino de detención El Vesubio. En 2015 fue procesado con prisión preventiva. A causa de su estado de salud quedó afuera del juicio donde fueron condenado ocho militares.
Victoria inició su militancia en grupúsculos negacionistas a comienzos de siglo. Su primera experiencia fue en Argentinos por la Memoria Completa, la organización que lideraba la modelo Karina Mujica, exnovia de Alfredo Astiz. Luego fundó otro espacio llamado Jóvenes por la Verdad, que tenía entre sus actividades la organización de visitas a Jorge Rafael Videla durante su prisión domiciliaria. Política nata, a través de la gestión de ese acceso privilegiado al represor Villarruel pudo consolidar una red de contactos con figuras destacadas de la ultraderecha vernácula.
“Fue precisamente a través de ella que pude mantener una larga entrevista con el expresidente, en compañía de mi hijo mayor. Importante y fructífera conversación que duró más de tres horas en su departamento”, recordó el mayor (retirado) Pedro Rafael Mercado, esposo de Cecilia Pando, en un posteo de facebook publicado el 28 de julio, con críticas a la fórmula presidencial. Según se trasluce de esa publicación, Pando y Villarruel fueron juntas a interrumpir un discurso de Néstor Kirchner el día de la Mujer de 2006, pero sólo su esposa se hizo cargo de las consecuencias de ese hecho, que desencadenó su retiro.
“(...) fuimos a cenar a Puerto Madero invitados por el entonces matrimonio de Andrés y Victoria (...). el agasajo surgía por la oportunidad en que mi señora había interrumpido un discurso del todopoderoso Néstor Kirchner (...). Cecilia no fue sola a esa presentación. Su compañera de aventura fue precisamente la actual diputada libertaria. Debo confesar que, en esa cena, por primera vez me sentí parado a la izquierda de mis acompañantes. Siempre acusado de facho, el tono de las conversaciones de esa noche me colocaba un poco más a la izquierda de la pareja que nos había invitado”, escribió Mercado.
El texto, cargado de guiños y rencillas internas de la familia militar, y de reclamos por considerar que Villaruel acomodó su discurso “a los vaivenes de la política”, tiene otros pasajes esclarecedores: “Algunos (...) dirán que la heroína de la fórmula es Victoria. Que hay que tragarse el sapo de Javier, porque la diputada libertaria, que no está dibujada, la tiene clara y que de ella provendría la solución al problema de los 70”, escribe Mercado, revelando la estrategia de, por lo menos, un sector. Debajo de la peluca de Milei se esconde una herramienta para que el partido militar vuelva a arrimarse al calor del poder.
En el 2007 asumió la presidencia del recién creado Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas y un año más tarde consiguió que esa fundación sea el primer grupo dedicado a la reivindicación del terrorismo de Estado en conseguir personería legal. Meses más tarde Villarruel fue invitada a realizar un curso de “coordinación interinstitucional y lucha contra el terrorismo” en el Centro de Estudios de Defensa Hemisférica William J. Perry, una dependencia del Pentágono en Washington D.C. Otros lazos internacionales la unen a los españoles de Vox: fue una de las firmantes de la Carta de Madrid, en 2020.
La primera vez que apareció en medios nacionales fue en enero de 2016. A pocas semanas de llegar al cargo, el entonces secretario de Derechos Humanos de Cambiemos, Claudio Avruj, invitó a su despacho, ubicado en el Espacio de la Memoria en la ex Esma, a miembros del CELTYV. “Primera vez en treinta años de democracia que un funcionario nacional recibe a la ONG de las víctimas del terrorismo”, celebró en ese entonces Villarruel en sus redes sociales. Después del encuentro Avruj aseguró “no hay cambio de rumbo”. Quince meses más tarde la Corte Suprema daba el 2x1 para delitos de lesa humanidad.
Abrir puertas que estaban cerradas. Esa es la tarea de esta abogada clase 75 que se acercó a la política partidaria de la mano de Juan José Gómez Centurión, la persona que la presentó con Milei. Para entonces ya era habitué de los programas de televisión que en sus paneles habilitaban el revisionismo de los 70s en prime time. La exposición engrosó el caudal de sus redes sociales, otra herramienta que utiliza con habilidad a su favor. En 2021, de la mano de su actual compañero de fórmula, llegó al Congreso de la Nación. "Por las víctimas del terrorismo, sí, juro", desafió, sobre una Biblia, el día que asumió su banca.
Según consignó la periodista Ailín Bullentini en el portal Letra P este jueves, después de que se conocieran los resultados de las PASO, “hubo abrazos, hubo gritos de libertad y amenazas contra el kirchnerismo” en la Unidad Penal número 34, en Campo de Mayo, donde cumplen condena más de 50 represores. “Una versión no confirmada oficialmente indica que este lunes, horas después de las PASO, algunos de los represores de la ‘cárcel VIP’ habrían recibido mensajes de Villarruel en los que “les manifestaba que la libertad para ellos estaba muy cerca”, escribió Bullentini. Abrir puertas.
Huele a 1976
El caballo de Troya de Milei esconde a los herederos del partido militar, que esperaron agazapados durante cuarenta años para tener una oportunidad de reciclarse en las urnas sin tener que ocultar su estirpe. Pero no están solos. Como en 1976, son solamente una pata de la alianza que incluye a otras tres. Cincuenta años más tarde, para sorpresa de nadie, los actores son los mismos. Junto al partido militar se recortan las siluetas del poder eclesiástico, del establishment financiero neoliberal alojado en los Estados Unidos y del gran empresariado nacional, especialmente la patria contratista.
La relación con la Iglesia en el neofascismo encarnado por Milei tiene dos terminales. Una pasa por la propia Villarruel, que sigue concentrando poder. Se trata de un grupo de religiosos que milita, desde hace años, por la beatificación del coronel Larrabure, un militar secuestrado y asesinado por el ERP. El hijo, Argentino Larrabure, es el vice del CELTYV. Ambos participaron, hombro con hombro, en una misa en su nombre que celebró el obispo castrense Santiago Olivera el 6 de junio pasado en la Parroquia Nuestra Señora de Luján Castrense, en el barrio de Belgrano.
La otra terminal ultramontana del candidato es el Opus Dei, a través de la Universidad Austral. De esa usina surgió Sandra Pettovello, la persona elegida para hacerse cargo de otro superministerio anunciado por Milei: el de Capital Humano, que unificaría las áreas de Educación, Salud, Trabajo y Desarrollo Social. Es licenciada en Ciencias para la Familia (sic), una carrera de grado de dos años de duración y modalidad online, según la página de la Austral. La misma página que, en su apartado de prensa, esta semana levantó y luego borró una nota de Infobae sobre el posible nombramiento de Pettovello.
Los economistas son, quizás, la cara más visible del proyecto neofascista en la Argentina, pero un rápido repaso permite entender la perspectiva económica bajo un gobierno de ese signo mucho mejor que las innumerables entrevistas que han dado por estos días tratando de explicar la cuadratura del círculo. Un equipo ensamblado de urgencia, según confesó el jefe de Asesores de Milei, Carlos Rodríguez, en una entrevista, después de que el resultado del domingo les cayera “como un meteorito”. Dijo Rodríguez que necesita gente con ideas (neoliberales) y experiencia y fue a buscarlas al único lugar donde podía encontrar.
Los Chicago Boys son un grupo de economistas latinoamericanos (principalmente chilenos) formados, desde la década del 70, en la escuela de economía de la universidad de esa ciudad del norte de Estados Unidos. Fueron la cantera de los equipos económicos de Augusto Pinochet en Chile y de los cuadros subalternos de José Martínez de Hoz en la última dictadura argentina. Con el regreso de la democracia actuaron como voceros del establishment financiero internacional pidiendo siempre las mismas reformas para la Argentina. Con Carlos Menem pudieron ponerlas en práctica ellos mismos.
Rodríguez fue secretario de Política Económica, virtual viceministro de Economía, entre 1997 y 1998, en el peor momento de la economía menemista. Salió eyectado de su cargo cuando propuso una idea que era demasiado incluso para esos parámetros: estatizar el Banco Nación. Convocó para los equipos de Milei a quien fue su jefe en esos dos años, Roque Fernández. Antes de llegar al ministerio de Economía, Fernández había diseñado el Plan Bonex, la confiscación de ahorros previa a la convertibilidad, y luego fue presidente del Banco Central durante toda la gestión de Domingo Cavallo.
El tercero es Darío Epstein, que ocupó la dirección de la Comisión Nacional de Valores entre 1992 y 1994 y estuvo involucrado en algunas de las privatizaciones más importantes que hizo el menemismo, las famosas “joyas de la abuela”, como Siderar, Entel, Gas del Estado e YPF. Completa el equipo Emilio Ocampo, un dandy de Park Avenue, exyerno del vicepresidente del Chase Manhattan Bank, que vivió más tiempo en Nueva York que en Buenos Aires. Esta semana, en Madero Radio, tuvo la deferencia de explicar su plan de dolarización para que lo pueda entender intuitivamente Doña Rosa:
“Vos sabés que te va a llegar una herencia el año que viene pero necesitas un montón de guita ahora. ¿Qué hacés? Y, le vas a pedir a la abuela que te dé las joyas y vas a la calle Libertad, las empeñás y le decís: ‘Abuela no te preocupes porque yo sé que me está entrando la herencia del año que viene y las voy a recuperar’”. La metáfora de por sí ya es bastante brutal y escabrosa hasta que uno cae en la cuenta de que la herencia que espera cobrar Ocampo es la de la propia abuelita y que en este caso, si se produce la dolarización, la abuelita seríamos los 47 millones de argentinos.
Ya encontramos, entonces, al partido militar, a la iglesia y a los muchachos de Chicago. Faltaba en escena la cuarta pata y la más importante: los financistas. La patria contratista engordada durante la última dictadura a fuerza de transferencias del erario público y la estatización de la deuda de Cavallo y los generales menguantes. Como en una mala peli de suspenso, el giro en el final no sorprendió a nadie. La pata empresaria de un gobierno de Milei - Villarruel la aportaría el empresario más importante de la argentina, el que rompió todas las estructuras y apuesta por volver a hacerlo, el villano perfecto: Mauricio Macri.
El expresidente ya le pidió a dirigentes de su entorno que preparen equipos para asumir en diciembre, según pudo confirmar El Destape con dos de ellos. La primera apuesta de Macri es una segunda vuelta entre Milei y Patricia Bullrich, pero si tiene que jugársela por uno de los dos, la decisión ya está tomada. No es ningún sentimental. Ha demostrado en sobradas ocasiones que no tiene escrúpulos en dejar atrás a los socios que ya no le son útiles. Los números no acompañan a la candidata de Juntos por el Cambio. Nada personal. Por las dudas, ella ya advierte: “Soy la nueva líder del PRO”. Corre el riesgo de quedarse con una cáscara vacía.
Macri y Milei hablan más de lo que cuentan. El candidato consulta al expresidente con frecuencia. El expresidente arrima a otros empresarios súbitamente interesados en financiar la campaña del candidato que terminó las PASO en primer lugar. Con la crueldad que lo caracteriza, Macri le encargó esa tarea a alguien que hasta la semana pasada hacía lo mismo pero en el equipo de Bullrich: organizar cenas en restaurantes de lujo, a las que asiste Milei, y vender lugares en la mesa con fines recaudatorios. Según cuentan las malas lenguas, a partir del domingo aumentó fuerte el precio del cubierto y no fue precisamente por la devaluación.