Javier Milei entra en estado de negación y se adelanta la disputa por el liderazgo opositor

El presidente necesita dólares para aguantar y buenas noticias para dar. La presión de Wall Street y tensión local con laboratorios y siderúrgicas. La arremetida de Cristina y el desafío para Kicillof. 

07 de octubre, 2024 | 00.05

A diez meses de haber asumido, el poder de Javier Milei tiene la estabilidad de un subibaja. Sus funcionarios deben hacer un esfuerzo descomunal para evitar que una oposición vencida, partida y desprestigiada le gobierne la agenda al presidente. Si el veto contra los jubilados se justificaba para blindar el corazón de un ajuste brutal, el veto contra las universidades se explica más desde lo ideológico que desde la ecuación económica. Cada día más desgastado por el malestar social que genera su plan, Milei pretende reivindicar su autoridad política y su forma de ejercer el poder, pero necesita rascar el fondo de la olla y ni siquiera el apoyo de Mauricio Macri le garantiza que pueda quebrar los dos tercios de la oposición. 

El showman de extrema derecha desautoriza al Congreso para sellar en piedra una consigna de época: para pagarle a los acreedores externos, el sacrificio que debe hacer la sociedad argentina es innegociable. Un dato del viernes lo confirma: en paralelo al no hay plata para las universidades, las reservas cayeron 900 millones de dólares porque el gobierno giró a Nueva York el pago de los intereses de los bonos que vencen en enero. La prioridad son los fondos de inversión. Es una máxima que tal vez lo sobreviva y que las mil caras del colaboracionismo no pretenden desafiar. Desde Macri hasta los legisladores del peronismo de centro, Horacio Rodriguez Larreta y las distintas cepas del radicalismo se limitan a ofrecer alternativas de ajuste con la ilusión de alterar los criterios del topo que vino a destruir el Estado desde adentro.  

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Aunque el riesgo país y los dólares financieros hayan ingresado en un declive en medio de un blanqueo que ya superó en resultados al de Macri, Milei está tomado por dos problemas que prefiere subestimar, como parte de su profundo estado de negación. Según acaba de decir el ex presidente del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF) Robin Brooks, el ritmo de devaluación es "insostenible e inviable", más cuando Brasil devaluó casi 15% desde que comenzó 2024. El IFF expresa al poder de Wall Street y tiene incidencia directa sobre el Fondo. La devaluación la exigen los mismos actores a los que Milei y el indignado Luis Caputo le están pidiendo un respirador artificial. 

El otro problema es el reflejan las encuestas desde julio. Con las cartas marcadas, Milei tiene poco para ofrecerle a la sociedad y las buenas noticias que anunció en Parque Lezama son un misterio, en medio de la recesión que no para, el aumento de la pobreza y los datos de mayor desigualdad que acaba de difundir el INDEC. En el segundo trimestre de 2024, el 10% de la población con mayor ingreso per cápita familiar concentró 33% del total, 19 veces más que el 10% con menor ingreso. Mientras la brecha entre los más ricos y los más pobres se amplió de 16 a 19 veces, a mediados de año el 70% de la población ocupada ganaba menos de 550 mil pesos.

No solo Macri se atragantó con promesas incumplidas y milanesas. Las quejas contra la estrategia de Milei provienen de su propio partido. El presidente tiene una legión de disconformes que reprueban la aparición su hermana como líder nacional. La secretaria general de la Presidencia tiene mala imagen, se lleva mal con gran parte de los socios de Milei y empodera a personajes de la casta con dudosa capacidad de sumar votos. Su pacto con Patricia Bullrich posterga a Macri y tambien a Victoria Villarruel, que acaba de conseguir su audiencia con el Papa Francisco.

La falta de horizonte puede llevar al gobierno a confrontar con actores del establishment. Milei tiene alquilado a Julio Cesar Saguier, el directivo de La Nación que era consejero judicial de Macri y hoy es el principal objetor de Ariel Lijo. El tema provoca tensiones con Hector Magnetto, que obligado firmó una solicitada tardía desde AEA en defensa de La Nación

Aliado a Federico Sturzenneger, Mario Lugones archivó la batalla tuitera de Luis Caputo contra las prepagas y comenzó a apuntar contra un jugador de mayor relieve, los laboratorios. El precio de los medicamentos tiene un peso desproporcionado en los costos del sistema de salud y es varias veces superior al que se paga en otros países de América Latina. Al lobby de los laboratorios nacionales y extranjeros, la rara sociedad de Sturzenegger y Lugones le contrapone vía libre para la importación sin control federal de la  ANMAT. Pelearse con dueños de laboratorios nacionales como Hugo Sigman podría ser un buen insumo para la batalla cultural de la ultraderecha y al radical Lugones hasta podría invocar el ejemplo de Arturo Illia. El problema es que Sigman es socio de la familia del embajador en Francia, Ian Sielecki.

Irreductible partidario de la escuela de desregulación del hoy crítico Cavallo, Sturzeneeger también acaba de apuntar en el living de LN+ contra Acindar y Techint, las grandes siderúrgicas que, según dijo, se benefician con la prohibición de exportar chatarra. A eso se suma la tensión con el agronegocio, que se ve como el único sector forzado a aportar dólares. Son las contradicciones de un bloque de poder que, según la filosofía de Fernando de Andreis, tiene ADN de escorpión y está en la mitad del río.

Las multitudes heterogéneas que se movilizaron en todo el país en defensa de la universidad pública demostraron el amplio rechazo social al veto y potenciaron los interrogantes en relación a la dirigencia política. Parte de tradiciones enfrentadas, con líderes distintos o sin representación clara, la confluencia de la comunidad educativa y los sectores medios en las calles generó reacciones opuestas. El gobierno confirmó la impermeabilidad del poder ante las demandas sociales. En la oposición, la dirigencia se confirmó como un acto que va detrás de las pulsaciones sociales, en una marcha que no les trae riesgo. Son pocos los políticos que aportan legitimidad al reclamo: la mayoría va en busca de recuperar legitimidad personal. Milei aprovechó para fundirlos en una supuesta conspiración de izquierda que reuniría a Cristina, Massa, Lousteau, Larreta y Carrió.

En su segunda aparición en 10 meses, Massa entusiasmó a los propios pero vivió un momento incómodo cuando se cruzó con Guillermo Moreno y su gente. El ex secretario de Comercio tiene su base de operaciones en el segundo piso del Palacio Barolo y fue directo a Massa para entonarlo en la canción contra el gorila de Milei. Las mediciones que encarga Sebastian Galmarini indican que a Massa no le sirve ni cruzarse con Moreno. Lo que le sirve, en cambio, todavía no parece claro.

Cristina parece haber elegido la primera semana de octubre para confirmarse como centro de gravedad de la oposición peronista. La visita a la parroquia San José del padre Nicolas “Tano” Angelotti fue pensada con tiempo y precisión. Cristina fue a La Matanza en un modo de campaña que no ensayaba desde hace muchos años y eligió acompañar a un cura villero de fuerte trabajo territorial y relación con Facundo Tignanelli y Maximo Kirchner. Si en Merlo la ex presidenta estuvo junto a Gustavo Menéndez, en este caso nadie podía esperar que Fernando Espinosa, el principal blanco de la incursión, estuviera avisado. El cristinismo repite que la gestión de Espinosa en La Matanza es muy mala, un pensamiento que Veronica Magario conoce bien y con el que incluso en La Plata se dicen de acuerdo. Aliado fundamental de Axel Kicillof y socio de la vicegobernadora bonaerense, los que buscan matizar desde el kicillofismo afirman que la escasez de recursos dificulta dar respuesta a los problemas que se agravan con el ajuste en un distrito de peso electoral decisivo. 

La ex presidenta piensa a la provincia de Buenos Aires como la retaguardia de su proyecto y eso la conduce a involucrarse de lleno en la disputa electoral que viene. Con un PJ desconcertado que hoy solo gobierna cinco provincias, su presunción parece clara: controlar el voto kirchnerista de la provincia de Buenos Aires alcanza para subordinar al peronismo nacional. Kicillof es el único candidato con votos que surgió de la escudería kirchnerista para pelear por el poder, pero su afinidad ideológica no alcanza para que la ex presidenta y su hijo lo sientan como alguien propio. Hay diferencias que no se explicitan y la disputa de poder es en parte una cuestión de tiempos porque todos saben que Kicillof tiene como destino natural la pelea presidencial en 2027. 

Los rivales internos de Cristina atribuyen sus movimientos a la escena judicial y dejan en segundo plano la pelea por la jefatura de la oposición. Apuntan al anticipo de que la Sala IV de la Cámara de Casación de Mariano Borinsky, Gustavo Hornos y Diego Barroetaveña va a confirmar la sentencia en su contra. De estrecha relación con Ariel Lijo, Borinsky es el presidente de Casación y viene de presentar su libro de dos tomos “¿Puedo ir preso?” con Ricardo Lorenzetti y Mariano Cuneo Libarona. 

La visita a La Matanza y el clamor motivado por La Cámpora para que CFK asuma en el PJ nacional sorprendieron a los que seguían esperando su prescindencia, confiados en que va a retirarse mansamente de la política, dejando a la organización de su hijo sin respaldo. Es el sueño remanido y frustrado de apropiarse del poder de Cristina sin confrontarla en elecciones. Así como muchos no esperaban que fuera a La Matanza o se involucrara en la disputa por el PJ, todavía algunos piensan que finalmente no hará nada más que amagar, como hizo en 2023 cuando después de encabezar actos y clases magistrales legó sus acciones de gobierno en Massa. 

Cerca de Quintela, hay quienes piensan que el objetivo de Cristina es dilatar la elección del PJ y frustrar que el tándem del gobernador de La Rioja con Kicillof se quede con la conducción del partido. El riojano busca un acercamiento con CFK, pero ella lo rechaza: le factura su origen menemista y no lo considera un nombre acorde para la nueva etapa, pero sobre todo impugna su acuerdo con el gobernador bonaerense. Por eso, le pidió personalmente a Lucia Corpacci algo que la senadora catamarqueña rechazó. ¿Qué incidencia puede tener la conducción del Partido Justicialista, bautizada hace una década como una cáscara vacía por Hugo Moyano, en la realidad de los votantes que rechazaron a Milei hace casi un año?

Entre los funcionarios kirchneristas de Kicillof lo que molesta es un “sistema de decisiones” que se reedita. Los funcionarios del gobernador sostienen que camina una cornisa entre la guerra fratricida con el camporismo y el recorte de fondos nacionales que ordena Milei. Desde esa situación nada sencilla, Kicillof está tensando para recibirse de líder nacional a un ritmo que no conforma a nadie: es excesivo visto desde el cristinismo y es cansino desde la mirada de los intendentes que lo empujan como Espinosa y Jorge Ferraresi. Sus propios aliados definen a Kicillof como un tiempista super racional, algo que de momento no está asociado a la batalla. Pero la jugada explícita de Cristina preanuncia un tiempo distinto. Tanto que por primera vez llevó a pensar en el entorno de Kicillof que no habrá sucesión armónica y el gobernador deberá prepararse para algo más que elevar su perfil nacional. La invitación que recibió para asistir a la asunción de Claudia Sheinbaum, la que había recibido antes del Papa y los encuentros con Lula confirman que es visto en el exterior como potencial presidente. El mensaje de Francisco a Kicillof le llegó por varios canales: “Dígale a Axel que yo ya me estoy poniendo viejo y todavía no me vino a visitar”. Pero igual que los contactos con gobernadores de otros partidos no pueden disimular que Kicillof tiene un problema en la cocina de su proyecto político. Si algo demostró el fraude de Alberto Fernandez en la presidencia fue lo inviable de la estrategia de ignorar al cristinismo, sin acordar ni confrontar seriamente. El riesgo de Kicillof es reeditar un camino similar.