Lejos de los cortes de luz que afectaron a decenas de miles de usuarios en el AMBA y Santa Fe después de un año en el que las distribuidoras de luz tuvieron aumentos de 130 % por encima del IPC general, Javier Milei se entrega por una semana a la ovación de la alt-right global, el poder latino y los trillonarios del planeta. Alto pichón de Donald Trump, el presidente tiene argumentos para renovar la excitación de la platea que lo aclamó apenas asumió.
La precaria estabilidad que consiguió en base al dólar planchado, la bicicleta financiera y el control de cambios le alcanzan para activar la temporada de conversos que se precipita, como si las elecciones fueran mañana. Cada día que pasa, Milei fagocita un poco más a la criatura electoral de Mauricio Macri. El ex presidente está atrapado: desayuna con la cara de dirigentes que lo abandonan con críticas, mientras deja correr la amenaza de una candidatura que no le interesa.
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El problema no son solo senadores como Luis Juez o intendentes como Diego Valenzuela. El problema es con los gobernadores, que se abrazan a Luis Caputo y Patricia Bullrich, como “Nacho” Torres, o son enemigos de la confrontación con la Casa Rosada, como Rogelio Frigerio. Con tres décadas en política, el ex ministro del Interior de Macri creyó que el comunicado PRO que acusaba a Milei de autoritario por haber excluido el presupuesto de las extraordinarias era fake. Según la pesquisa de los aliados del presidente, el texto fue ordenado por Jorge Macri y redactado por colaboradores suyos como Fernando De Andreis y Soledad Martinez. El macrismo es una fuerza familiar y el partido no existe más.
Para los gobernadores del PRO, la amenaza del primo Jorge -Mauricio candidato- es directamente un verso, parte de una estrategia que se reduce a la ciudad de Buenos Aires. Macri parece condenado. “Él sabe que su electorado no le va a permitir que parta el frente antikirchnerista. No tiene cómo explicarlo”, dice uno de los dirigentes que todavía no lo abandona. Los que promueven una rendición del ex presidente aseguran que en el electorado de derecha persiste el miedo a la resurrección del kirchnerismo. Macri no puede, otra vez, ser el culpable de ese regreso.
Un dirigente que habló con el ex presidente en la última semana dice que las chances de una alianza con LLA se alejan cada día más. Para él, Macri no mordió el anzuelo de Milei sino que le respondió con real envido -la propuesta de una mesa- al envido que el presidente cantó con nada, cuando agitó una alianza para ir juntos en todos lados. Después se reeditó el operativo maltrato de Santiago Caputo y Karina Milei. Si Milei mantiene la fiesta financiera y la inflación en estos niveles, Macri solo puede ir a una negociación con la manzana en la boca y mantener la unidad de su partido le va a resultar imposible. El PRO residual ya es el reino de la libertad y nadie consulta en Cumelén.
Después de un año de ajuste, superávit fiscal y salarios registrados que recuperan lo perdido, Milei resulta una fuerza demoledora para Macri y media oposición. Pero nadie sabe qué puede pasar si Trump posterga a la Argentina a la hora de asumir prioridades y las sonrisas de Kristalina Georgieva no garantizan que el Fondo financie el superpeso en el año electoral.
El presidente coincidió en Washington con el secretario de Estado Marco Rubio, un halcón republicano que está a favor de la intervención militar en Venezuela pero asume con un poder condicionado. Rubio tendrá el contrapeso del negociador Richard Grennel, que Trump designó como enviado para Misiones Especiales concentrado en Venezuela. Entre sus amigos del poder latino, donde pesa Maurice Claver Carone, algunos le desasconsejaron a Rubio asumir en un cargo que es bastante parecido a una silla eléctrica: Trump desconfía del Departamento de Estado y puede darle un papel decorativo. Rival del otra vez presidente en las primarias de 2016 y con demasiados enemigos dentro del trumpismo, a Rubio le dan un año de supervivencia y recuerdan que el primer secretario de Estado de Trump, Rex Tillerson, duró 13 meses. El sitio Político, de hecho, ya habla de que Grennell puede ser su reemplazante.
Con Milei en la Casa Rosada, el lazo de Buenos Aires con Washington se acorta como nunca. En la Gala Hispana de Washington, Milei también se encontró con Paul Starc, el ex fiscal que Santiago Caputo nombró en la UIF como parte de su pelea con Macri. Starc estaba entre los organizadores junto con su mujer, Eleonora Zocco: es la cuñada de Daniel Hadad, uno de los dueños de medios más cercanos a la filosofía del presidente.
El triunfalismo de Milei es prematuro, como lo sugirió Hernán Lacunza en las entrevistas que concedió en los últimos días. Cuestionado por Bullrich, Lacunza está entre los que entienden la dinámica política atada a la dinámica económica. El último ministro de Economía de Macri ve al escenario político demasiado contaminado por la euforia financiera y sabe que el mercado es traicionero. Los dólares financieros solo sirven para una transición, apunta, y Milei todavía necesita pasar de grado. Todo es muy precario y cualquier episodio, desde la devaluación en Brasil hasta el riesgo de sequía puede alterar la fiesta en un esquema donde la industria, la construcción y el comercio no salen del pozo.
Luis Caputo y Santiago Bausili tomaron una decisión riesgosa en los últimos días, cuando decidieron reducir a la mitad el ritmo de devaluación, a pesar de que el IPC de diciembre fue más alto de lo esperado y la inflación núcleo subió a 3,2%. Para evitar que la brecha vuelva a crecer, los socios de la consultora Anker se cuidaron después de no bajar la tasa de interés.
Mientras los argentinos con capacidad de ahorro inundan las redes sociales de fotos en el exterior, las grandes empresas aprovechan el verano para acelerar con el ajuste, en una ofensiva que combina despidos y suspensiones. Segun denunció el sindicato del Neumático, el Procedimiento Preventivo de Crisis que pidió Bridgestone abre la puerta a 300 despidos más en una industria que, entre la recesión y el festival de importaciones, perdió casi el 35% de los puestos de trabajo en el primer año de Milei: 600 despidos en Bridgestone, 380 en Pirelli y 280 en Fate. Además, en las últimas semanas, hubo asambleas de fábrica y conflictos en multinacionales como Acindar, Linde/Praxair, Pilkington, Volkswagen, Shell y OCA. Es parte de una pelea silenciada de sindicatos y comisiones internas para evitar que el plan de Milei avance. De la misma forma que convalidaron el derrumbe del salario real durante el gobierno de Macri y durmieron ante el descontrol inflacionario del Frente de Todos, los dirigentes que conducen la CGT son indiferentes a una conflictividad laboral que va en ascenso, entre el rechazo a los despidos y la demandas salariales.
Peronismo y reparto de poder
La campaña publicitaria del presidente rinde porque tiene apoyo del establishment y más socios que opositores dentro de un sistema político astillado. En el peronismo, también está por verse si hay unidad o no, pero hoy son demasiados los movimientos que confluyen en la misma dirección. Si Cristina Fernández de Kirchner y Axel Kicillof no rescatan en los próximos 60 días el vínculo que tuvieron para encontrar un acuerdo, el viejo kirchnerismo irá a una confrontación electoral interna en la provincia de Buenos Aires. Hoy la comunicación directa está rota y los contactos esporádicos entre las segundas líneas no alcanzan.
En la última semana, Andrés Larroque blanquéo la postura de los que acompañan al gobernador bonaerense. En una entrevista con La Tecla, afirmó que prolongar las contradicciones ante el gobierno de Milei es suicida, planteó la necesidad de construir el oficialismo que Kicillof no tiene, se quejó de los que viven del negocio de la derrota y se mostró a favor de desdoblar las elecciones.
A cargo de una provincia que sufrió un ajuste de 82% de las transferencias obligatorias por parte de Nación, los ministros de Kicillof se preparan para confrontar con el PJ de Máximo Kirchner con o sin PASO. Está pendiente la definición del Congreso porque LLA pretende eliminar las primarias pero el PRO y Unión por la Patria se inclinan por suspenderlas. Si las primarias sobreviven, el gobernador tampoco descarta avanzar con su armado propio y presentar candidatos en las elecciones seccionales. Si las PASO se derogan, Kicillof tiene que modificar la ley 14.086 de 2009 -que ata las elecciones en la provincia a las nacionales- y adelantar la elección por decreto.
Anticipado el rechazo de La Cámpora al desdoblamiento, en La Plata piensan que la UCR y el PRO pueden acompañar para hacer valer ante Milei su propio poder territorial. “Hoy no hay ninguna chance de lista de unidad. Axel va a desdoblar para tener candidatos propios y eso para Cristina es una declaración de guerra”, dice uno de los ministros de Kicillof. Piensan que el adelantamiento de los comicios deberia ordenarse en marzo. Si el proyecto oficial de Ficha Limpia naufraga, CFK sería candidata a diputada nacional sin oposición interna en octubre y la batalla se daría antes en las secciones electorales para elegir legisladores y en los municipios para definir concejales.
Del lado del Instituto Patria, también se preparan para una competencia interna, como se anticipó en esta columna la semana pasada. Mientras Máximo promueve una confrontación con Kicillof sin PASO, la titular del PJ nacional prefiere sostener las primarias para evitar una ruptura abierta en el principal distrito del país, el que siempre pensó como la retaguardia de su proyecto. El matiz es que Kirchner hijo se alinea con Sergio Massa, histórico detractor de las primarias, y proyecta un enfrentamiento abierto que blanquee la ruptura. Es un escenario antagónico al de 2017, cuando la ex presidenta fue candidata de Unidad Ciudadana contra el PJ que orientaban Florencia Randazzo y Alberto Fernández. Ahora, ella y su hijo presiden el partido nacional y provincial. Kicillof, en cambio, debería competir con el sello de alguna de las organizaciones que lo respaldan.
Como tantas veces, de un lado y del otro se consideran representantes del verdadero peronismo. Evitar la fractura demandaría que, en las próximas semanas, se lograra disolver la tensión que en el último año se elevó a niveles inéditos y constituir un ámbito de discusión. Haría falta mucha inteligencia política para armar un rompecabezas electoral que le permita a CFK hacer una campaña con todo el peronismo atrás en octubre y a AK salir fortalecido, después de haber sido cuestionado como nunca.
En el kicillofismo están convencidos de que el escenario ya está definido y piensan que, si el gobernador no quiere ir a mendigar lugares al Instituto Patria, tiene que demostrar en los hechos la autonomía que insinuó en el acto del 17 de octubre. El acto del PJ en Moreno, donde Kicillof quedó como visitante en su provincia, fue el pico de los conflictos. En el entorno del gobernador, algunos piensan que no debería haber asistido pero otros creen que su presencia sirvió para evidenciar el maltrato que recibió. “Tiene que quedar claro quién fue el culpable de la ruptura”, dicen. Para febrero, Larroque impulsa tres plenarios de la militancia en el interior bonaerense: el 8 de febrero en Mar del Plata, el 15 en Junín y el 22 de febrero en San Nicolás. En los tres municipios, gobierna el PRO.
La única figura de peso que hoy habla tanto con Cristina como con Kicillof es Massa, pero el ex candidato presidencial no se para por encima de las contradicciones: tiene una sociedad con Máximo y con su madre. El apoderado del PJ Juan Manuel Olmos está entre los que piensan que la sangre no va a llegar al río: el peronismo, dice, asiste a una temporada de truco donde todos mienten y cantan quiero vale cuatro.
Cerca de Cristina hay quienes suponen que Kicillof no se va a animar a organizar una elección bonaerense, separada de la nacional, con 14 millones de electores. Desde el regreso de la democracia, hubo solo dos momentos en los que la provincia votó aparte de la Nación. El primero fue cuando Antonio Cafiero llamó a un plebiscito para reformar la constitución en 1990 y perdió. El segundo fue cuando, después de haber pactado con el Modin de Aldo Rico, Eduardo Duhalde organizó una consulta popular para habilitar su propia reelección y ganó con el 65% de los votos. Fue la última vez, en 1994, hace más de tres décadas.