En las filas del PRO leyeron perfectamente el mensaje que dejó Mauricio Macri después de presentar en Mar del Plata el último libro que lleva su firma. La entrevista con público estuvo a cargo del intendente de Pinamar, Martín Yeza, que había confesado días antes que uno de sus deseos de año nuevo fue un segundo mandato presidencial del líder del PRO.
Algunos de los asistentes se fueron con la impresión de que Macri había viajado a la costa sólo para contestar una pregunta: si va a volver a estar en el centro del ring electoral. “Estuve y estoy. Y voy a estar siempre donde me necesiten, porque quiero garantizar la libertad y porque amo a la Argentina”, respondió el expresidente.
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Después de la cita fue el turno de Cristian Ritondo, que en una nota manifestó su calculado clamor por un segundo tiempo:
-¿Le gustaría que Macri fuera candidato a presidente?, preguntó su interlocutor.
-Sin dudas. Nuestra principal referencia es Mauricio Macri… es el jefe del PRO y, por supuesto, el que tiene más experiencia, sumado a que es el creador y conductor de este espacio.
-¿Cree que si decide competir unificaría a todas las líneas del PRO?
-Te puedo decir lo que pienso. Mauricio Macri es el jefe del espacio y, por supuesto, si él lo decide, nadie podría competir contra él.
Fue un lanzamiento tan anunciado que entre el público, y con la excepción del interventor Jorge Macri, no había funcionarios designados por el jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, el principal perjudicado por los renovados ímpetus de su eterno jefe político.
Acorralado por revelaciones que lo comprometen, y que seguirán siendo ventiladas a medida que avance la investigación previa al juicio político a los jueces de la Corte Suprema, el alcalde por ahora sólo atina a esperar que pase la tormenta antes de que se le mojen las medias. Muy poco para un hombre que esperó cincuenta años este momento.
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El proyecto de resolución para iniciar el proceso contra los cuatro ministros del máximo tribunal prevé la declaración testimonial del ministro de Seguridad en uso de licencia, Marcelo D’Alessandro, que no puede negarse a comparecer. En Parque Patricios temen que con el paso de las semanas Rodríguez Larreta reciba idéntica citación.
Tampoco estuvo en Mar del Plata Patricia Bullrich, de vacaciones. Tendrá un mano a mano con Macri esta semana en Cumelén. La presidenta del PRO está más predispuesta que el jefe de gobierno a recibir una oferta alternativa al premio mayor si el exmandatario decide encabezar. Mientras le piden que camine la provincia, ella se imagina como vice.
Las novedades en el armado amarillo dejaron en offside a la UCR, que desde hace varios meses habían apostado todas las fichas a acoplarse, nuevamente como furgón de cola, a la candidatura de Rodríguez Larreta. ¿Habrá tiempo para intentar otra cosa? ¿Existe esa voluntad? ¿Hay algún radical con vocación de poder o sólo quieren conservar sus kioskos?
Gerardo Morales convocó el lunes pasado en Mar del Plata pero lo dejaron solo. No fueron ni sus pares gobernadores, Gustavo Valdés y Rodolfo Suárez, ni figuras de peso como Alfredo Cornejo, Luis Naidenoff y Carolina Losada. No le perdonaron el coqueteo impúdico con el jefe de gobierno, fotito tipo Abbey Road incluida.
En la concurrencia raleada sí estaba Martín Lousteau, McCartney en la foto (¿se habrá dado cuenta Morales de que ocupó el lugar de Ringo?), que esperaba, como parte del pacto, a cambio de un apoyo incondicional del partido centenario a la candidatura del jefe de gobierno, heredar la capitanía porteña.
La entrega del bastión histórico de poder amarillo para apuntalar su proyecto personal es el punto de la agenda de Rodríguez Larreta que Macri impugna de manera irreducible. No es un sentimental: los chats entre D’Alessandro y el concesionario del servicio de acarreo nos han dado evidencias de lo lucrativo que puede ser el gobierno de la Ciudad.
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En el oficialismo, el primero que dio cuenta del renovado protagonismo de Macri fue Alberto Fernández, que primereó a toda la clase política con un prematuro (y efectivo) spot de campaña en el que antagoniza directamente con su antecesor y pone en el centro de su agenda el conflicto contra la Corte Suprema, que marcará el último año de su mandato.
Cerca del presidente están convencidos de que el proceso que puso en marcha esta semana logrará cambios profundos. Esperan que por lo menos uno de los cuatro jueces de la Corte dé un paso al costado antes de que avance la investigación y tienen altas expectativas de lo que pueda surgir del cuestionamiento público a los implicados.
Imaginan que la acumulación de evidencias de los contubernios entre los supremos y la dirigencia del PRO puede propiciar un quiebre en el bloque opositor que permita alcanzar, aunque no los dos tercios necesarios para culminar los juicios políticos, sí mayorías más accesibles para avanzar con otros proyectos incluídos en las sesiones extraordinarias.
También esperan que esto impacte en la potencia electoral de la oposición por obligarlos a tomar posturas impopulares o difíciles de defender. “Los acusamos de mafiosos y corporativos y no tienen mejor idea que defenderse cerrando filas como una corporación y amenazando como una mafia”, dice un miembro de la comisión de Juicio Político.
Esas circunstancias, imaginan en la Casa Rosada, significará un cambio tan profundo de los parámetros que rigen la política argentina que ningún escenario está descartado, ni siquiera la reelección. Fernández sabe que es difícil pero ante la ausencia de alternativas sale a la cancha. “Agarró el bastón de mariscal”, señalan en su entorno, con amarga ironía.
La relación con Cristina Fernández de Kirchner sigue más allá de las reparaciones pero comenzaron a intensificarse los esfuerzos de algunos sectores del Frente de Todos para establecer alguna especie de mecanismo de mediación que permita volver funcional el vínculo de cara a una temporada en la que las apuestas no podrían ser más altas.
Sin perjuicio de que las novedades aceleren los tiempos, la vicepresidenta apunta al 24 de marzo como la próxima estación de este recorrido político. Para entonces, buena parte de lo que deba ventilarse en la comisión ya será público. Quizás, la relación de fuerzas sea muy distinta a la de ahora. Hasta entonces, es difícil que haya nuevas definiciones electorales.
A la misma época, pero por motivos diferentes, apunta el ministro de Economía, Sergio Massa, para evaluar su futuro. Para entonces sabrá si su tarea dio los resultados que espera y que permitan un descenso considerable de la inflación respecto al durísimo 94,8 del año pasado y la consiguiente mejora de las condiciones de vida de la población.
Massa no piensa en ser candidato. No está en sus planes someterse a una interna o disputar una elección que pueda perder. En todo caso será presidente si las circunstancias, judiciales, económicas y políticas, terminan allanándole el camino. Si sucede, será con la bendición de CFK y los votos del kirchnerismo. Nunca digan nunca.