Matías Kulfas dejó el gobierno tras haber cometido, en un solo acto, tres tristes transgresiones imperdonables incluso para los parámetros de un gobierno que prefiere, si puede, hacer la vista gorda, y a veces aunque no pueda también. La primera fue operar contra Cristina Fernández de Kirchner y dejar los dedos marcados. La segunda, resistirse al alto el fuego que Alberto Fernández había acordado y puesto en escena el viernes por la tarde en Tecnópolis. La tercera fue echar dudas sobre la legalidad de la obra de infraestructura más importante para este gobierno. Cada una de ellas, por sí solas, y en este momento delicado, le hubieran costado el cargo. Las tres juntas causaron un tsunami político cuyas consecuencias todavía no alcanzan a manifestarse por completo.
No es sencillo desenredar la trama que culminó en la salida de uno de los funcionarios más cercanos al presidente. Hubo un primer indicio en Chaco, hace un mes, cuando CFK se detuvo específicamente en su rol en el fracaso para controlar los precios. El segundo, hace dos semanas, cuando sacaron de su órbita la secretaría de Comercio Interior para dejarla en manos de Martín Guzmán. Sin embargo, todo se precipitó el viernes después del acto por el centenario de YPF que ofició como reencuentro entre los dos dirigentes más importantes del Frente de Todos. Allí, durante su discurso, la vice le dijo a Fernández que debía pedirle a Techint que fabrique en la Argentina las chapas para el gasoducto Néstor Kirchner en lugar de importarlas de una planta en Brasil.
Después del acto y todavía en el predio de Tecnópolis, Kulfas dio una entrevista radial en la que, luego de varias repreguntas del colega David Cufré sobre ese tema específico, enunció una crítica sobre los funcionarios kirchneristas que están a cargo de ese área: “La empresa que licita es IEASA, que es una empresa que está conducida por gente que tiene una relación muy cercana con la vicepresidenta. Ahí están establecidas las condiciones. Para ser claros: hace unos días hicimos el anuncio importantísimo de que Argentina vuelve a producir chapa naval. Esa chapa perfectamente se puede utilizar para hacer gasoductos. Tiene que ver con la manera en la que establece la licitación y se desarrolla la obra”, dijo el todavía ministro en la tarde del viernes.
Sin embargo no fueron esos cuestionamientos los que pusieron en marcha la secuencia que culminó con su salida. Un rato más tarde, una versión recargada y descarnada del argumento que había esbozado Kulfas en esa nota partió del whatsapp de una fuente habitual del ministerio de Desarrollo Productivo con destino a varias redacciones. El infame off the record, que ya recorrió el país, señalaba que “los que usan mal la lapicera son los funcionarios de Cristina” que “fijaron las condiciones para darle la construcción de las cañerías del gasoducto de Vaca Muerta a Techint”. El primero en reflejarlo en su portada fue Infobae, alrededor de las nueve de la noche del viernes. El paralelismo claro entre los mensajes le quitaron al funcionario margen para despegarse de la operación.
Eso fue lo que gatilló la respuesta de CFK el sábado al mediodía. No es la primera vez que fulmina a un funcionario del gobierno por cruzar esa línea roja. El exvocero presidencial, Juan Pablo Biondi, tuvo que dejar su lugar en el organigrama (aunque no otras funciones) después de que la vicepresidenta lo individualizara como la fuente de una operación de prensa en su contra. Si se puede proyectar un sentido a partir de dos puntos, la conclusión es que en el oficialismo hay lugar para los que no son kirchneristas pero no para ejercer el antikirchnerismo (algo sobre lo que varios deben estar tomando nota) y que la amnistía que libera de las ofensas anteriores al 10 de diciembre de 2019 no implica que haya crédito para más desplantes en el presente.
En este caso, además, el timing le jugó en contra a Kulfas. Fue el primero en asomar la cabeza después de que el presidente decidiera, finalmente, poner fin a su aislamiento voluntario para reestablecer una relación funcional con la principal accionista del Frente, reclamo que llegaba desde sus propios lugartenientes ante la dificultad cada vez mayor de sacar adelante el gobierno mientras permaneciera en estado de interna permanente. Los desafíos a CFK desde el entorno presidencial, que se alentaban en marzo, se permitían en abril y se toleraban en mayo, no tienen lugar en junio. Cuando la vice le bajó el pulgar en twitter, Fernández salió rápidamente a alinearse. No había margen para otra cosa que no fuera una sanción inmediata y ejemplificadora.
Ese reflejo rápido de pedido de renuncia quizás pueda encapsular el conflicto interno, como en septiembre, pero esta vez será difícil contener la ola expansiva, que excede largamente a la interna oficialista. La acusación de que “armaron un pliego de licitación a la medida” de una empresa, en la voz de un funcionario, aunque sea off the record, tendrá repercusiones judiciales. El presidente del bloque radical en la Cámara de Diputados, Mario Negri, fue el primero de muchos opositores que anunciaron que el lunes radicarán una denuncia. Las sospechas de corrupción, un problema que este gobierno no tenía (¿acaso el único?), recaen ahora sobre su obra de infraestructura más importante, que lleva, para peor, el nombre de Néstor Kirchner.
Eso no solamente le servirá a la oposición para apalancar su campaña antipolítica de cara a las elecciones del año que viene, con un potencial de daño comparable al que causaron el escándalo por la vacunación irregular en el ministerio de Salud y la fiesta de cumpleaños de la primera dama en plena cuarentena. También puede impactar de lleno en la delicada situación económica. Sucede que la investigación judicial sobre el proceso de licitación puede demorar la ejecución de la obra, que es una pieza clave de la estrategia para incrementar de manera significativa el ingreso de dólares a partir del año que viene. Esa expectativa de un flujo positivo de reservas en el futuro inmediato servía para apaciguar la cotización paralela de la divisa y mantener la brecha bajo control.
La difícil tarea de domar al dólar en este contexto de inestabilidad económica y política seguirá recayendo en Guzmán, paradójicamente fortalecido, al menos de manera circunstancial, por este culebrón. Por ahora, Kulfas se llevó las marcas y las críticas que antes recaían en el ministro de Economía, que además mantuvo su lugar en el recambio de elenco. La tregua no va a durar mucho: cuando se conozca, en diez días, el dato de la inflación de mayo, la presión para reemplazarlo volverá a crecer. No queda claro cuál es el margen que tiene el presidente para sostenerlo en este nuevo esquema de uso intensivo de la lapicera. Un día por vez, Fernández ejerce su estoica resistencia, esperando, mes tras mes, que el INDEC empiece a traer buenas noticias.
El nombramiento de Daniel Scioli al frente de Desarrollo Productivo sigue la misma lógica que ya aplicó el mandatario en trances similares: prescindir de un funcionario de su entorno más cercano (Kulfas, Santiago Cafiero, Sabrina Frederic) e incorporar un dirigente de estirpe peronista y currículum abultado (Scioli, Juan Manzur, Aníbal Fernández y también Julián Domínguez). A idéntico patrón responde el envío del pliegue de Agustín Rossi al Senado para que dé acuerdo a su designación como titular de la AFI en lugar de quien hasta el lunes llevó adelante la intervención de ese organismo, Cristina Caamaño. Un presidente castigado se recuesta sobre las cuerdas del PJ de siempre, con auspicio de los gobernadores y el ok de la propia CFK. Se hablará de “músculo político”.
Quedará para otro momento la readecuación más profunda del gabinete que el propio Fernández planeaba el año pasado y siempre postergó, con distintas excusas. Eso hubiera implicado unificar toda la estructura económica en una especie de superministerio, que en este contexto hubiera debilitado aún más la autoridad presidencial. La persona que está llamada a ocupar ese lugar es el titular de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, que ya tiene un equipo y un programa por si le toca asumir, y que ayer estuvo varias horas en la quinta de Olivos. Su desembarco en el gabinete era impulsado por varios ministros cercanos a Alberto y también tenía el visto bueno del Instituto Patria, aunque finalmente quedó postergado una vez más.
Con más continuidad que cambio en la decisión política del reemplazo pero con la lapicera en la mano, la expectativa se derrama sobre la semana que comienza mañana. El sábado en El Destape Radio la diputada Victoria Tolosa Paz anticipa que se espera que esta semana ingrese al Congreso el proyecto de ley de impuesto a la renta inesperada. Se esperan medidas adicionales de carácter redistributivo, en línea con lo que CFK reclamó el viernes y viene reclamando desde, por lo menos, diciembre de 2020. Queda por ver también qué impronta le dará Scioli a su área. Él cree que si hace una buena tarea se le abren las puertas para una candidatura presidencial. Sueña con una revancha que le permita volver a enfrentar en las urnas a Mauricio Macri.