Con la expulsión simbólica de Victoria Villarruel de su gobierno, Javier Milei decidió exponer a una enemiga íntima que lo supera en las encuestas y profundizar su enfrentamiento con la derecha prelibertaria que le discute las formas. El gesto demuestra que el presidente se siente en el momento de mayor fortaleza y también que le cabe una vieja frase de la política: está entre lo que piensan que la historia empieza cuando ellos llegan. Con su defensa militante de los crímenes de la última dictadura, Villarruel expresa a los irreductibles que batallaron primero contra el alfonsinismo y después contra el kirchnerismo. Más todavía, su mensaje sintoniza muy bien con el discurso inflamado de Agustin Laje.
Milei es un outsider nacido de las entrañas del poder económico y ahora se entrena como animal de poder. Puede reunirse con Xi Jinping, impugnar el decreto de aniquilamiento de la guerrilla, volver a endeudar a la Argentina con el Fondo o prepararse para recibir la visita del Papa Francisco en Buenos Aires, en los primeros meses de 2025.
En medio de la fiesta financiera que genera ganancias nunca vistas en los últimos 20 años y con la oposición partida por las divisiones y el desconcierto, Milei aprovecha su cuarto de hora para marginar otra vez a Mauricio Macri y ametrallar en las redes a los iconos de la derecha tradicional, desde formadores de opinión como Marcelo Longobardi hasta la cúpula del diario La Nación. Aunque les cueste asumirlo, dice, ellos también son parte del fracaso que le permitió a un marginal como él llegar a la Casa Rosada en tiempo récord.
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A Villarruel la rodea un grupo muy chico de colaboradores. El director de Atención Ciudadana del Senado y referente de la agrupación juvenil La Derecha Argentina, Juan Martín Donato, es el único que ensaya una respuesta pública, pero no tiene el poder de fuego del brazo armado de Milei. A él, se suman su secretaria y mano derecha, Guadalupe Jones, el director de Comunicación del Senado Gaspar Bosch y un grupo de figuras de la derecha dura. Entre los asesores que la acompañan desde que era la única diputada aliada a Milei, Villarruel tiene a Marcelo Cinto Courtaux, hijo de un militar condenado a perpetua por crímenes de lesa humanidad que estuvo prófugo durante tres años y está preso en Ezeiza. Cinto padre fue jefe de la sección I del Destacamento 201 de Inteligencia del Comando de Institutos Militares de Campo de Mayo.
El otro es Emilio Viramonte Olmos, un abogado y empresario cordobés que se presenta como cónsul honorario de Dinamarca y Suecia en Córdoba. Viramonte prestó su casa para un encuentro de Villarruel con el gobernador Martin Llaryora y en el Senado dicen que funcionó en algún momento como nexo con Santiago Caputo: en la práctica, se hizo cargo del rol de operador que ocupaba el diputado Guillermo Montenegro. Por último, la directora de Relaciones Internacionales del Senado, Isolina Correa Monterrubio, que organizó la visita al Papa y a María Estela Martinez de Perón. No hay mucho más.
A la tropa de Milei no le preocupa demasiado ninguno de ellos pero sí Villarruel y sus ínfulas de autonomía. En Casa Rosada, molestan las versiones sobre su acuerdo con Macri, pero sobre todo le facturan encuentros con dueños de la Asociación Empresaria Argentina y le cuestionan la cercanía con la familia Saguier. El sentido de la oportunidad es evidente porque los Milei vuelven a pelear por su mayoría automática y se enfurecen con el scrum de la vicepresidenta y Saguier ante la designación de Ariel Lijo como juez de la Corte Suprema.
Villarruel perdió la confianza de Milei en marzo, cuando fue al programa de Jonatan Viale y lo inmortalizó como pobre jamoncito. La Casa Rosada había difundido ese día entre periodistas amigos el anuncio de la primera entrevista que daría la ex coordinadora de visitas de Jorge Rafael Videla: no esperaban que rebajara a Milei al ridículo.
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El ex economista de Eduardo Eurnekian señala a su vice como un topo del Círculo Rojo y la casta en su gobierno. Pero sus criterios están atados a la obsecuencia. Los pesados del Círculo Rojo se exhibieron alineados en la cena de la Fundación Faro en el Yacht Club de Puerto Madero. Desde Marcelo Mindlin sentado a la mesa de Santiago Caputo, hasta José Luis Manzano, Claudio Belocopitt y el filántropo Eduardo Elsztain. En la mesa 2, frente al escenario, estaba el núcleo de acero del gobierno: Javier Milei, Karina Milei, Amalia Gonzalez, Agustin Laje, Daniel Parisini, Fran Fijap, el secretario de culto Nahuel Sotelo y el empresario Jorge O’Reilly, el dueño de la desarrolladora inmobiliaria Eidico. En la lista de invitados distinguidos que se difundió, hubo uno que -como tantas veces- logró pasar inadvertido: el empresario bélico Mario Montoto, uno de los que leía la asistencia del poder económico como signo inequívoco de que el mileismo es bastante más que una moda. El jueves pasado, en su rol de presidente de la Cámara de Comercio Argentino-Israelí, Montoto posó con Milei y Gerardo Werhtein en el Encuentro Empresarial Argentina-Israel. El empresario de origen peronista tiene una histórica relación con Patricia Bullrich, que ya funcionó de manera aceitada durante los años del macrismo.
La ruptura de Milei con Villarruel, la tensión con la tradicional derecha comunicacional y el enfrentamiento con vacas sagradas del liberalismo económico son parte de la misma operación. Milei asume la misión de beneficiar al poder económico pero se ve como una ruptura en relación a los años de fracasos de los que dominaron la agenda de derecha hasta su llegada. Lo hizo desde el primer momento y más ahora, en su veranito político. Así, la particularidad de La Libertad Avanza, convocar a distintas tribus de la derecha dura, entra en riesgo y abre interrogantes hacia adelante, si el escenario es distinto al que pronostican las fuerzas del cielo.
La contradicción es clara: mientras Laje pidió en el lanzamiento de San Miguel seguir unidos, la hermana presidencial vio en el acto una amenaza a su poder y Milei dice que su vicepresidenta está afuera del gobierno. Villarruel se queda con un margen de acción muy acotado. Desde ahora, sus visitas a las provincias serán un desafío de los gobernadores a la Casa Rosada. Preparada desde la cuna para ser minoría, ella puede esperar su turno, una oportunidad que puede llegar si esta fortaleza de Milei se revela pasajera.
Milei tiene bajo su ala a una facción de la ultraderecha católica que considera al Opus Dei en vías de extinción y convoca a los laicos para sumarse a organizaciones integristas. Sotelo, Agustin Romo y Santiago Santurio integran la Fundación Santo Tomas de Aquino(FASTA), que cerca del Papa Francisco definen como “nefasta”. Cerca de ellos, orbita el cura Jorge Olivera Ravasi, hijo de un represor de la última dictadura y motor de la visita de los diputados libertarios a los genocidas. Con miles de visualizaciones en su canal de Youtube, Ravasi está ligado al grupo de Laje, iba a ser una de las estrellas de la Derecha Fest y finalmente no participó. En agosto, la diócesis de Zárate-Campana lo expulsó de sus filas y hoy pasa más tiempo fuera del país, en Atlanta, Georgia, donde están radicadas sus empresas off shore. Ravasi se formó en el Instituto Verbo Encarnado en Mendoza, un seminario que había creado el cura Carlos Buela fue condenado por abusos. Más tarde, fundó la orden de San Elias en el barrio cerrado San Benito, en Ingeniero Maschwitz, creado por Eidico.
Las divisiones de la extrema derecha pueden sorprender. Por conflictos entre las familias de represores, Villarruel no le atiende el teléfono a Olivera Ravasi. Sin embargo, la vicepresidenta comparte ese ideario desde siempre y está vinculada al lefebvrismo local. Es pública su asistencia a la capilla que la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, fundada por Marcel Lefebvre, tiene en la calle Venezuela 1318, en la ciudad de Buenos Aires.
A sus 90 años, Francisco no descarta venir finalmente a la Argentina antes de la Semana Santa, en lo que considera podría ser una de las últimas oportunidades. Eso afirman sus colaboradores. Mientras le abre la puerta a miembros del gobierno enfrentados entre sí, el Papa acaba de designar una cúpula de la Iglesia que tiene una predica muy distinta a la del país que quiere Milei. El nuevo presidente del Episcopado Marcelo Colombo asumió con críticas al ajuste que pagan los jubilados y los pobres y considera que la justicia social es insoslayable. Formado junto a Jorge Novak, uno de los pocos obispos que denunció a la dictadura, trabajó en la beatificación de monseñor Enrique Angelelli y como arzobispo de Mendoza apoyó siempre los reclamos del ambientalismo. Además, el referente de la pastoral social de villas Gustavo Carrara fue nombrado como arzobispo de La Plata y primer obispo villero.
Exactamente lo que votaron
Si algo muestra la ofensiva diaria de Milei en el Congreso y en las redes, es que la oposición tradicional no encuentra forma de reaccionar. En base a 10.502 casos realizados en todo el país entre el 11 y el 19 de noviembre, una encuesta de la consultora Tendencias muestra que aumenta la esperanza (47%) y crece entre los encuestados la percepción de que Milei logró controlar la inflación (58%). Sin embargo, el dato más destacado está relacionado con el nivel de apoyo que gobierno y oposición retienen hoy de sus propios votantes. El 89,6% de los votantes de Milei se declara conforme de haberlo votado, solo el 6% está disconforme y el 4,4% duda. En cambio, el 54,5% de los votantes de Sergio Massa está disconforme con el rol del peronismo en la oposición, solo el 28,2% se siente conforme y el 17,4% duda. Además, hoy el gobierno le lleva al peronismo 10 puntos en intención de voto a nivel nacional.
Con el kirchnerismo debilitado y las familias del peronismo dominadas por la impotencia, la derecha se radicaliza con éxito y las expresiones de centro no encontraron su oportunidad y corren riesgo de quedar licuadas hasta la intrascendencia. Es lo que sufren hoy los gobernadores dialoguistas a los que Milei somete.
El cuadro allana el camino para que Milei cristalice la violenta transferencia de ingresos que ordenó desde que asumió y nuevas capas de la clase media asuman el empobrecimiento como destino inapelable. En una porción mayoritaria de la sociedad, incluidos los huérfanos de Unión por la Patria, hoy se impone la conclusión de que no había otro camino. Es la victoria de Milei, resultado parcial de su batalla cultural y, sobre todo, de los fracasos ajenos.
Aunque las reservas siguen en terreno negativo, Luis Caputo se felicita a sí mismo y dice que tuvo razón cuando advirtió que los dólares iban a sobrar. A los del blanqueo y la capitulación del agronegocio que se resigna a que no habrá devaluación, se suman las ventas de la clase media que no llega a fin de mes. ¿Quién gana? Tenedores de acciones, bonos, jugadores del carry trade y, también, sectores de mayores ingresos.
El informe semanal de la consultora Epyca destaca que el superávit comercial se achica porque las importaciones aumentaron en octubre por primera vez (4,9% interanual), después de 20 meses consecutivos de caída. La apreciación del peso y la eliminación de aranceles abaratan los precios de los productos importados finales. Lo muestran los datos del INDEC: los vehículos automotores (+49,3% ) y bienes de consumo (+18,4%) importados fueron los que más crecieron en relación a un año atrás, un movimiento que contrasta con la caída en el nivel de actividad que mostraron en septiembre la construcción (16,6%), la industria manufacturera (6,2%) y el comercio (8,3%). Importar conviene más que producir.
Milei pisa diciembre en un escenario de éxtasis, con pronósticos que hablan de un escenario inédito que no vivió ni siquiera el menemismo y con la perspectiva de volver a aumentar la deuda, lo que rechazaba en su fase de candidato. El Fondo habló finalmente de “nuevo programa”, lo que se traduce como nuevo endeudamiento para que Caputo le pague a los fondos de inversión de Wall Street lo que les debe. Donald Trump acaba de dar una señal contundente. Eligió como secretario del Tesoro a Scott Bessent, un ejecutivo de Wall Street que gestionó fondos durante años para el donante demócrata George Soros y quiere designar al reemplazante de Jerome Powell en la Reserva Federal un año antes de que termine su mandato.
Con Bessent, dueño del fondo de inversión Key Square, Trump repite la política de su primer mandato, cuando nombró a Steven Mnuchin en el cargo y, entre las tareas que le encomendó, le ordenó que presionara sobre el Fondo para que violara su propio estatuto y le entregara un préstamo demencial al gobierno de Macri. Desde entonces, Argentina debe 44 mil millones de dólares que en poco tiempo pueden ser más.