La desigualdad extrema es la tragedia que atraviesa los grandes conflictos de esta época, desde el cambio climático hasta el auge de la vieja nueva derecha y la precarización de las condiciones de vida de la mayoría de la población occidental. Sus efectos impactan en la vida cotidiana de miles de millones, a través de la carencia de servicios básicos, la exposición a la violencia y el delito y la llana escasez.
Asimismo, a lo largo y a lo ancho del planeta, y especialmente allí donde la desigualdad impacta más fuerte, observamos la dificultad, cada vez más ostensible, que encuentran las estructuras políticas existentes para dar cuenta de este problema e intentar solucionarlo, hackeadas por esa misma élite que se beneficia de un Estado que desprecia e intenta destruir, como un parásito sólo sabe seguir creciendo.
Esta semana se conoció el último informe de Oxfam, una ONG dedicada a estudiar esta problemática. Allí puede verse cómo durante los últimos dos años, durante la recuperación de la economía global tras el desastre de la pandemia, el 1% más rico de la población del mundo se quedó con dos tercios de toda la riqueza generada. Es decir: esa élite amasó una fortuna equivalente al doble de lo que se repartió el 99% restante.
La directora ejecutiva de esa organización, Gabriela Bucher, llega a afirmar que “tras sólo dos años, esta década ya se perfila como la mejor de la historia para los milmillonarios”, poseedores de fortunas de más de mil millones de dólares, por lo que estamos ante “una década dorada de bonanza económica para los más ricos del mundo”. Los sectores que van en punta: energía y alimentación, sobre todo a partir del comienzo de la guerra.
El informe, hecho por un equipo con sede en Nairobi y colaboradores de más de noventa países, incluye pasajes que parecieran escritos específicamente para atender a debates de actualidad absoluta en la Argentina, algunos de los cuales deberían marcar surcos en la campaña electoral. Transcribiré solamente algunos; el informe completo, recomendable, puede leerse en la web de Oxfam en varios idiomas.
- “Aplicar mayores impuestos a los súper ricos y a las grandes empresas es una puerta de salida a las múltiples crisis a las que nos enfrentamos actualmente. Es hora de derribar el mito de que los recortes fiscales para los más ricos terminarán de alguna manera beneficiando al resto. Cuarenta años de rebajas fiscales para los súper ricos han demostrado que las oleadas de privilegios solo terminan por beneficiarles a ellos”.
- “Oxfam insta a elevar de manera sistemática y generalizada la tributación sobre los ultra ricos para compensar parte de las enormes ganancias que han acumulado durante la crisis, en gran medida generadas como resultado de los planes de estímulo con la inyección de fondos públicos y su voraz aprovechamiento de las condiciones de mercado. Décadas de recortes y privilegios fiscales para las grandes fortunas y grandes empresas han sido cómplices del aumento de la desigualdad, de tal forma que, en la práctica, en muchos países, las personas con rentas más bajas acaban pagando tipos impositivos efectivos superiores a los que tributan los milmillonarios”.
- “Por cada dólar recaudado en ingresos fiscales en el mundo, únicamente cuatro centavos proceden de gravar la riqueza. La mitad de los milmillonarios del mundo vive en países que no aplican ningún tipo de impuesto de sucesiones a la riqueza que estos transfieren a sus descendientes directos (...). La mayor parte de los ingresos de las personas más ricass no se derivan de su trabajo, sino que son esencialmente rentas de capital sobre sus activos. Sin embargo, la tributación sobre las rentas de capital se sitúa en torno al 18 % en promedio, aproximadamente la mitad de los tipos marginales sobre las rentas del trabajo”.
- “De hecho, los impuestos aplicables a los más ricos han llegado a ser históricamente mucho más altos. Durante los últimos 40 años, Gobiernos de África, Asia, Europa y las Américas han ido reduciendo los tipos impositivos sobre las rentas más altas, mientras se han elevado los impuestos al consumo sobre bienes y servicios, es decir, impuestos que recaen desproporcionadamente sobre quienes tienen menos y que amplían las brechas de género”.
- “Gravar más a los súper ricos es un requisito estratégico para reducir la desigualdad y revitalizar la democracia. Debemos hacerlo para fomentar la innovación. Para lograr unos servicios públicos más sólidos y construir sociedades más sanas y felices. También para abordar la crisis climática, invirtiendo en soluciones que contrarresten las escandalosas emisiones de los más ricos”.
- “En Estados Unidos, el Reino Unido y Australia, varios estudios han revelado que el 54 %, el 59 % y el 60 % de inflación, respectivamente, se debe al aumento de los beneficios empresariales. En España, Comisiones Obreras (CCOO), uno de los mayores sindicatos del país, ha revelado que los beneficios empresariales han sido responsables del 83,4 % de la subida de los precios en el primer trimestre de 2022”.
- “Los sondeos siguen revelando que la mayoría de la población mundial está de acuerdo con subir los impuestos a los más ricos. Por ejemplo, la mayor parte de la población estadounidense, el 80 % en India, el 85 % en Brasil y el 69 % de las personas encuestadas en 34 países africanos está de acuerdo con elevar los impuestos aplicables a los más ricos”.
A la hora de proponer soluciones para comenzar a desandar ese camino, Oxfam tiene una propuesta contundente:
- “Aplicar impuestos solidarios de carácter temporal sobre la riqueza y los beneficios extraordinarios de las grandes corporaciones que generen recursos suficientes e impidan que unos pocos se aprovechen de las crisis”.
- “Incrementar de manera sistemática los tipos en el impuesto sobre la renta del 1 % más rico, por ejemplo, para lograr una tributación efectiva del 60 % calculada sobre el conjunto de sus rentas (tanto del trabajo como del capital), con tipos más elevados para los multimillonarios y milmillonarios. Los Gobiernos deben elevar la tributación sobre las rentas y ganancias del capital que habitualmente gozan de una tributación más ventajosa frente a otras formas de ingresos”.
- “Gravar la riqueza del 1 % más rico con tipos impositivos lo suficientemente altos como para reducir la enorme concentración de riqueza y el número de ultra ricos, generando así una mayor redistribución económica. Esto supondría un paquete de impuestos que grave tanto la vivienda y la tierra como las herencias y sucesiones o el patrimonio neto de las personas”.
En la Argentina, que ya transita un año electoral que puede marcar el futuro del país durante décadas, existe un solo partido que puede hacerse cargo de este debate y levantar las banderas de este momento histórico. Porque es el único, en décadas, que volcó su preocupación sobre ese problema e hizo mucho por revertirlo. El peronismo tiene en sus manos la posibilidad de afrontar el gran conflicto de la época.
Enfrente tiene una coalición que no solamente exhibe orgullosamente su representación de esa élite parasitaria sino que izó, como una de sus banderas de mayor portento, la resistencia intransigente a cualquier medida que tienda a reducir la desigualdad. Para peor: salen a la luz evidencias contundentes de que esta aristocracia decadente actúa fuera de la ley y sus miembros se cubren mutuamente las espaldas con métodos mafiosos.
Para aprovechar esta oportunidad histórica el peronismo deberá ajustar su discurso pero también su praxis, porque esa es la gran deuda pendiente de este gobierno, que tomó medidas decididas contra la desigualdad, como el aporte extraordinario a las grandes fortunas o las reformas en el sistema tributario, pero de manera insuficiente, por lo que comienza este año electoral con una distribución de los ingresos más regresiva que cuando asumió.
Todavía queda tiempo de torcer esa historia y saldar esa deuda, lo que, además, ayudará a poner en valor las cosas que se hicieron durante estos tres años y las dificultades inéditas que tuvo que afrontar para hacerlas. Con la oposición política, empresarial, judicial y mediática pisándole los talones, el gobierno deberá encontrar la forma de implementar políticas efectivas y todo el peronismo deberá cerrar filas para sostenerlas.