Cristina puso al peronismo de frente a la realidad

CFK volvió a demostrar su centralidad en la política, lo que hace doblemente grande el vacío que deja su renunciamiento. Efecto Scooby Doo: el verdadero adversario es el mismo de siempre.

11 de diciembre, 2022 | 00.05

Cristina Fernández de Kirchner demostró una vez más que no sólo es la única dirigente política del país que puede reconfigurar el tablero con una decisión, también es capaz de hacerlo muchas veces, sin volverse previsible. Como un jugador de fútbol habilidoso de quién se espera la gambeta y aún así se sale con la suya una y otra vez. Sorpresa equivale a iniciativa. Iniciativa es ventaja sobre el adversario.

La decisión que tomó la vicepresidenta respecto a su (no) candidatura en 2023 está directamente vinculada a otra promesa reciente: hacer lo que sea necesario para que la derecha no vuelva a ganar las elecciones el año que viene. Esa es la ley primera. Como quedó explícito en su discurso, considera que su condena es un lastre para el Frente de Todos y puede torcer el destino del país en una elección pareja.

Aunque la teoría explica que existen varias instancias de apelación, en la realidad CFK queda a un per saltum de quedar excluida de la boleta. La Corte Suprema, a esta altura del partido una terminal de la oposición, puede impulsar la proscripción efectiva en cualquier momento, incluso días u horas antes de los comicios, si así lo desea, sin dejarle tiempo al peronismo a construir una fórmula alternativa, como sucedió con el PT brasileño en 2018.

Incluso si no se llegara a esa instancia, y Fernández de Kirchner pudiera ser candidata, ella comprobó en las últimas elecciones en ese país que en una parte del electorado, y sobre todo en ese sector menos ideologizado que define las elecciones más reñidas, la condena sobre Lula funcionó un disuasor moral: mucha gente manifiesta aún una fuerte reserva a la hora de votar a alguien que estuvo preso o fue condenado por un delito grave.

Se especuló mucho sobre la posibilidad de que ella revise su renunciamiento en el futuro. Algunos dirigentes relevantes del oficialismo, que se enteraron viéndola por YouTube, expresaron públicamente ese anhelo. El Destape supo, a través de personas que hablaron con ella después del anuncio, que la decisión parece definitiva. Excepto, claro, que en algún momento lo contrario vuelva a ser lo que haga falta para ganar, la ley primera.

El final de su video probablemente quede en la historia, mirando a cámara y hablándole directamente a su principal antagonista, Héctor Magnetto, CEO del Grupo Clarín y coordinador definitivo de la persecución en su contra. Como al final de un capítulo de Scooby Doo, el monstruo pierde la máscara y es un viejo conocido. La difusión de los chats del grupo Los Huemules, además de echar luz sobre un número de delitos y la promiscuidad patológica del Poder Judicial y la oposición, dejó en claro quién es el jefe.

Es difícil hablar de conjuras sin parecer lunático, pero la evidencia está delante de los ojos: durante años, actores poderosos cuyos intereses necesitan una Argentina sin mirada estratégica y un Estado tonto y facilitador, llevaron adelante, a partir de 2008, una política común de demolición, cuya herramienta electoral fue Juntos por el Cambio, y no ahorró recursos privados, estatales ni paraestatales en su objetivo de acabar con el peronismo.

En esa saga, a partir del conflicto con la Mesa de Enlace, se enlazan el Grupo A, las corridas cambiarias y los cacerolazos organizados, las granjas de Trolls, los fondos buitre, las farsas de Nisman y “la Morsa”, Comodoro Py, la Corte por decreto, el espionaje de Mauricio Macri, el endeudamiento récord, el boicot a las políticas sanitarias en pandemia, el financiamiento de la ultraderecha y el intento de magnicidio, la condena y la proscripción.

Hay un hilo que conduce esa historia y lo traza el Grupo, presente a su manera en cada uno de esos episodios, casi siempre detrás de bambalinas. Las hostilidades comenzaron ante la negativa de la entonces presidenta de aprobar la compra de Telecom. El bautismo de fuego de La Cámpora, una incipiente organización de cuadros jóvenes, ante la opinión pública fue con la campaña de afiches callejeros que popularizó la frase “Clarín miente”.

Conductores políticos de legisladores y funcionarios, de jueces y fiscales (¿cuántos otros viajes, qué otros regalos no salieron a la luz? Deben contarse de a centenas), dueños literalmente de los principales medios de comunicación a través de un monopolio del que es difícil encontrar analogías en el mundo, los directivos del Grupo que acuñó el concepto de periodismo de guerra son los generales que comandan desde lejos del frente de batalla.

Esa cobertura bélica de la política argentina, pensada e implementada en función de intereses muy puntuales y en detrimento de la práctica profesional del periodismo, fue la garantía que permitió la persecución política, actuando al mismo tiempo a la ofensiva contra dirigentes peronistas y a la defensiva, ofreciendo impunidad e inmunidad a todos los que se paren en la otra vereda. Protección ante la amenaza que ellos mismos representan. Mafia.

Por poner un ejemplo puntual: sin el blindaje y el patrocinio del Grupo, Macri no hubiera llegado a presidente; ni hubiera podido operar su aparato de espionaje, hostigamiento mediático y asedio judicial contra la oposición; no hubiera llegado al final de su mandato y no podría soñar, siquiera, con un segundo tiempo. Seguramente hoy tendría muchos más problemas con la justicia. Quizás, incluso, no estaría en libertad. Eso es poder.

Pero la vicepresidenta no solamente se limitó a señalar la luna con el dedo (y ya sabemos qué miran los tontos) sino que además, con su renunciamiento, dejó al descubierto la gran verdad incómoda: ahora que ella no está, que no va a ser candidata, que quedó excluida de la competencia electoral, esa mafia sigue estando ahí, sus empleados en todos los poderes del Estado siguen operando y el país no va a tener menos problemas que antes, sino más.

Al bajarse de su candidatura, CFK nos pone de frente a esa realidad. Clarín no es un problema solamente para ella, ni Magnetto es un obstáculo para sus intereses personales, sino que son una amenaza contra la democracia, contra todos. ¿Quién se anima a asumir la representación de las ideas que entran en conflicto con este adversario dispuesto a todo, incluso a matar?, parece preguntar, desesperadamente.

Los voluntarios, los que esperaron tanto tiempo que llegue este día, los que soñaron despiertos durante años con todo lo que podrían hacer si no estuvieran a su sombra, los que se imaginaron miles de veces ocupando su lugar, pueden postularse ahora, tienen la pista libre. Es el momento de que levanten la mano y den un paso al frente. El peronismo tiene que mirar hacia adentro y encontrar futuro, porque el presente angustia y el pasado ya pasó.

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