Con todo para perder, Macri sale a pelear para despegarse de Milei

Se cansó de esperar y dice que bancar a Milei hoy solo le trae costos. La amenaza de una licuación acelerada del PRO y el escenario más temido por la derecha.

01 de agosto, 2024 | 00.05

Hubiera preferido recibir otro trato y tener otro lugar en la historia. Pero, a casi 8 meses del gobierno de Javier Milei, Mauricio Macri comprobó que, si no sale a pelear por su subsistencia política, la fuerza política que ayudó a llegar al poder lo va a condenar a la intrascendencia para siempre. El ex presidente sorprende en conversaciones privadas en las que admite que la aventura libertaria le ofrece muy pocas chances de salir bien parado. El creador del PRO coincide con los que dicen que tanto el éxito como el fracaso de Milei van a significar un costo para él. Vaya bien o vaya mal para el presidente, a Macri le va a ir mal. Uno de los ex funcionarios que ocupó cargos de alta relevancia en el esquema de Cambiemos dice que Macri tiene una sola chance a la que parece aferrarse. Que a Milei, así lo piensa, le vaya “más o menos”, una categoría tan incierta que parece apenas una hendija en la historia para abrirle al ingeniero un regreso con dignidad a la política. 

El problema para el ex presidente es que ya no puede esperar más. Diferentes razones lo obligan a exponerse incluso a la crítica de sus antiguos votantes, que hoy no lo entienden. La primera es el maltrato de Milei y su triángulo de poder, que oscila entre ignorarlo o vapulearlo a través de las redes sociales. Karina Milei y Santiago Caputo trabajan de mil maneras para que su nombre quede anclado en el pasado. El presidente, que el lunes pasado se vio obligado a escucharlo en Olivos durante cuatro horas, no tiene forma ni voluntad de contenerlo. 

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La segunda es la hiper recesión sin dólares que propicia el gobierno de La Libertad Avanza y que nadie sabe cómo puede terminar. Con gran parte del elenco económico que llevó a Macri a una ruina prematura, Milei arriesga a la sociedad argentina a su propio experimento y, lo que más le importa al ingeniero, a las ideas de la derecha liberal, que llegan al poder por el voto popular y se ponen a prueba por segunda vez en ocho años.

Macri se cansó de esperar que Milei cumpla con el famoso Pacto de Acassuso y le entregue al menos una parte del paquete accionario de su gobierno. Quedó postergado, en un lugar incómodo y sin ningún tipo de beneficio. “En público Milei lo elogia pero en privado no le atienden el teléfono”, dice una persona que dialoga en forma regular con el ex presidente. En su entorno dicen que hoy el apoyo a Milei representa para Macri solo costos.

Los leales al ingeniero no tienen lugares de relevancia en el esquema de poder de Milei y los macristas que forman parte del gabinete llegaron en negociaciones individuales que prescindieron de su ex jefe. Además, el plan de La Libertad Avanza es competir en las elecciones de 2025 en todo el país con su propio sello, una amenaza directa a la sobrevida del PRO. Los gobernadores macristas admiten en privado que tienen pánico a ese escenario porque puede partirles al medio la base de adhesión que los llevó al  poder en sus provincias. Cada vez que se diferencian de Milei reciben muestras de reprobación en la calle, en las encuestas y, sobre todo, en el mar de cocodrilos que el caputismo alimenta en las redes sociales. 

El mensaje que los paleolibertarios le transmiten al macrismo es que en 2025 cada uno tiene que ir por separado en busca de sus propios votos. Es una trampa porque los legisladores del macrismo competirán en desventaja y en el Congreso estarán obligados a levantar la mano para respaldar las leyes del gobierno. El plan es explícito: precipitar la licuación del PRO en beneficio de LLA. 

Además, los sondeos que llegan a las oficinas de Macri muestran el dato que más lo envenena. Patricia Bullrich, la ministra que él convirtió en jefa del PRO, mide mucho mejor que Macri entre los antiguos votantes del macrismo. Después de fracasar en el poder, el ex presidente se endureció y fogoneó un proceso que llevó la sensibilidad antiperonista a la extrema derecha. Otra vez a mitad de camino, ahora es víctima de lo que él mismo generó. 

Macri tiene una tercera razón para volver al ruedo: la ciudad de Buenos Aires, cuna y zona franca del macrismo, hoy en manos de su primo. Con la irrupción de La Libertad Avanza, el PRO puede ver amenazado su territorio original si los Milei se deciden a promover una candidatura porteña de Bullrich. Es lo que lleva a Mauricio a amenazar con salir a pelear por una banca en el Senado. 

Además, la voracidad de los paleolibertarios se favorece con la interna entre Jorge Macri y Horacio Rodríguez Larreta. La decisión del ex intendente de Vicente López de exponer parte del esquema de negocios de la era Larreta marca un salto en la confrontación interna que sorprende a algunos macristas. Las denuncias de corrupción nunca, dicen, habían tenido como blanco a dirigentes del propio espacio. Por último, está la gestión en la ciudad, lo que el macrismo consideraba un activo y con el debut de Jorge y la falta de fondos entra en una zona de riesgo inédita. 

Hay una razón más que empuja a Macri a exponerse y son los temores que empieza a percibir en el Círculo Rojo. El dólar planchado, la quema de reservas, las advertencias del Fondo, la tensión con el agronegocio, la presión de los fondos de inversión provoca incertidumbre en las familias tradicionales del establishment. No hay garantía de éxito con este esquema y los que ayer aplaudían ahora dudan. En el arco que va de la centroderecha a la ultraderecha, nadie quiere ser aguafiestas antes de tiempo. Pero la sociedad es cambiante y en Argentina la inestabilidad es la regla. Con un apoyo general y críticas puntuales pero envenenadas, Macri se arriesga a ocupar un lugar ingrato. Lo hace para salir de la intrascendencia y porque en el fondo piensa que a Milei tampoco le va a ir bien.