La batalla por las jubilaciones: veto presidencial, crisis política y lucha de poder

25 de agosto, 2024 | 00.05

En noviembre del año pasado, una jubilación mínima de 156.720 pesos (entre fórmula y bonos) alcanzaba para 343 litros de leche entera en sachet. En junio de este año, el último mes para el que hay datos de los precios relevados por Indec, la mínima de 276.931 pesos alcanza para apenas 204 litros. Los 317.704 pesos a los que treparía el haber básico de acuerdo a la ley sancionada esta semana alcanzarían para 234 leches, es decir que permitiría recuperar sólo 30 litros de los 139 que los jubilados dejaron de poder comprar durante el primer semestre del gobierno de Javier Milei. Apenas una reparación parcial, incompleta.

El presidente decidió vetar esa fórmula aprobada con mayorías muy amplias en el Congreso por considerar que se trata de “un acto de irresponsabilidad, populismo y demagogia”. Fue el viernes a la noche en la Bolsa de Rosario, adonde mintió, sin ponerse colorado, que en su mandato “las jubilaciones subieron en términos reales un 5 por ciento, es decir, le ganaron a la inflación”. Son aseveraciones que ya no cree ni el público que asiste a esas veladas con la esperanza de conocer de primera mano algún anuncio económico pero vuelve a escuchar, una y otra vez, las mismas diatribas y las mismas estadísticas sin asidero en la realidad.

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La misma incredulidad asaltó a los invitados cuando, al final de la peor semana de su gobierno, después de sufrir tres derrotas consecutivas en el plano legislativo y mientras los bloques oficialistas en ambas cámaras implosionan en cámara lenta, en el medio de una crisis severa con Mauricio Macri, el socio político que le puso el banquito para que ganara el ballotage, y recibiendo cuestionamientos cada vez menos velados sobre el trabajo de Karina Milei y Santiago Caputo, su “círculo de hierro”, Milei habló de reelección. La distancia entre las elucubraciones del mandatario y la realidad ya es un tema en la agenda del círculo rojo.

Si el veto al alivio para las jubilaciones es la confesión tardía de que el grueso del ajuste que aplicó el Gobierno en estos meses recayó sobre los jubilados, el apoyo que dio Macri a esa medida, después de haber ordenado a los senadores del PRO que votaran en sentido contrario, muestra a la clara los límites que tiene el ex presidente cuando decide pasar a la ofensiva. En la pelea sin cuartel por la jefatura única de la derecha argentina hoy Milei tiene los votos y los fierros del Estado, lo que estrecha sensiblemente el margen de maniobra. A Macri el traje de opositor le queda incómodo y el oficialismo no le paga lo que él pretende.

El miércoles al mediodía, el PRO dio quórum y aportó veinte votos para voltear el DNU que multiplica por nueve el presupuesto reservado para la SIDE. Minutos antes de la sesión el expresidente había convocado a un zoom donde dio estas instrucciones. Solamente cuatro diputados del bloque, los más cercanos a Patricia Bullrich, acompañaron al oficialismo en la derrota. Al día siguiente repitió la maniobra en el Senado y los legisladores amarillos acompañaron en general la nueva fórmula jubilatoria. El problema es que Macri quiere correr al gobierno por derecha, no por izquierda, por eso salió a dar su apoyo al veto presidencial.

Bullrich celebró. Cree que los vaivenes abren grietas en el puño de hierro que Macri había cerrado sobre el partido para encapsular las defecciones de la ministra de Seguridad y del ex jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y que por esas grietas puede alimentarse la fuga por episodios de dirigentes del PRO hacia La Libertad Avanza. Es la apuesta de la Casa Rosada: algunos dirigentes no están acostumbrados a pasar mucho tiempo a la intemperie y Macri no tiene caudal electoral para ser competitivo. En esas condiciones, calculan, es cuestión de tiempo para que los dirigentes, de a uno o de a varios, vayan cruzando la frontera.

También siguen con interés las novedades los gobernadores del PRO que intentan desacoplarse de la jefatura tóxica del Ingeniero para ampliar su juego y no quedar condicionados a la estrategia macrista. El chubutense Nacho Torres, por caso, es uno de los impulsores de la conformación de bloques robustos en ambas cámaras para que las provincias negocien en conjunto con el gobierno. Participan de esa iniciativa mandatarios peronistas, como Raúl Jalil y Osvaldo Jaldo, radicales, como Leandro Zdero, Massistas, como Gustavo Sáenz, radicales, como Leandro Zdero, y sueltos como Martín Llaryora, Rolando Figueroa y Alberto Weretilnek.

El culebrón tiene varios episodios. Macri apostó por Milei desde la primera vuelta y fue crucial para el triunfo en el ballotage, pero una vez consumada la victoria no recibió del nuevo gobierno lo que esperaba. Desde el primer día de su mandato, Milei teme una sociedad entre Macri y Villarruel más que a ninguna otra amenaza sobre su poder y esos temores empezaron a corporizarse a partir del acercamiento entre ambos. Cuando la vice propuso para encabezar la bicameral de control de los organismos de inteligencia al senador Martín Goerling, cercano a Macri, fue interpretado como un desafío directo que hizo estallar todo por los aires.

Hubo intentos por reencauzar la relación: una cena en Olivos el miércoles y al menos dos llamados telefónicos al día siguiente, siempre por iniciativa del presidente. Milei (J) intenta preservar su vínculo pero le juegan en contra Milei (K) y Caputo (S), para quienes la presencia del exmandatario, un enemigo en común, pone en suspenso cualquier recelo haya comenzado a crecer entre ellos. Para los dos se trata de una cuestión de supervivencia. Si el Ingeniero pone un pie en el gobierno será un desafío directo a la autoridad que ahora está reservada exclusivamente a ellos dos. Sólo sabe ser jefe.

Para peor, Macri ya no pide solamente lugares en el organigrama, la plata de la coparticipación porteña y patente de corso en la hidrovía, YPF y las SAD. El miércoles, entre milanesas, pidió el sacrificio del asesor estrella, que estuvo por unos días alejado de la ciudad, mientras en el Congreso volaba todo por los aires. A diferencia de lo que sucedió durante el tratamiento de la ley de Bases o del DNU 70/23, cuando el Gobierno operó hasta último momento para cambiar votos, esta vez todo sucedió casi sin resistencia. Como si no les molestara asumir el costo del veto y confrontar con el Congreso. Como si todo marchara de acuerdo a un plan. 

“Javo cerrá el Congreso ya es ahora”, posteaba en X Daniel Parisini, el “Gordo Dan”, influencer de ultraderecha con acceso a los pasillos de la nueva/vieja SIDE y al despacho de Caputo (S). La radicalización del discurso antidemocrático de los trolls paraoficialistas se combinó esta semana con un intenso ataque a Macri, que no cesó ni siquiera después de la seguidilla de tuits aclarando su posición frente al aumento de las jubilaciones y el veto presidencial. Caputo sigue en su cargo y no se va a mover. El lunes volverá fortalecido. Es el capitán de las bases radicalizadas que todavía le responden a Milei cuando todo lo demás a su alrededor tambalea.

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