Cristina Kirchner y un alegato que da vuelta la historia y pone a "Nicky" Caputo en el centro

La jugada de los chats de José López les salió mal a los fiscales Luciani y Mola. El que quedó en el centro no fue Báez ni CFK sino Caputo, el hermano de la vida de Macri.

23 de agosto, 2022 | 14.09

Los chats del ex secretario de Obra Pública José López fueron el as de espada que esgrimieron los fiscales Diego Luciani y Sergio Mola para conectar a Cristina Kirchner con un supuesto entramado de beneficios a Lázaro Báez. La prensa corporativa les dio a esos chats la cobertura que evitó durante todo el juicio oral, cuando el caso se caía testigo a testigo. Pero las tres toneladas de pruebas que los medios opositores celebraron durante días se desmoronaron como un castillo de naipes cuando hoy CFK reveló que en esos chat lo que abunda no son mensajes entre López con Báez sino con Nicolás Caputo, hermano de la vida de Mauricio Macri, y otros empresarios como Eduardo Gutiérrez (Grupo Farallón) y Juan Chediak. De ese as de espada los fiscales están por pedir maldón.

¿Qué encontró CFK en los chats que los fiscales Luciani y Mola sumaron a último momento para intentar sostener su acusación? Que la relación de familiaridad y cotidiana del ex secretario de Obra Pública López era con Caputo, con Gutiérrez y con Chediak, no con Báez. En números: en las más de 9.000 páginas de chats que van de 2013 a la detención de López en junio de 2016 aparecen 6 mensajes con Lázaro contra 109 con Caputo, 177 con Gutiérrez y 86 con Chediak.

No me escandalizo, el problema son los criterios de Luciani y Mola”, alegó CFK. Si, según los fiscales, los pocos chats de López con Báez la colocaban a ella en el centro de una asociación ilícita, ¿como deberían analizar las decenas de mensajes con Caputo, el hermano de la vida de Macri?

Los chats de López con Caputo que encontró CFK son más que sugestivos. Saludos como “amigo”, de navidad y de fin de año. “Gracias Nicolás por tu acompañamiento” le decía López; también, chats con el hermano de la vida de Macri en los que le dice: “espero que a mi vuelta comamos los 6”; otro donde López le propone “Almorcemos nosotros para charlar y luego sociales”. “Se juntaban a comer con los capos de la obra pública pero la jefa de la asociación ilícita soy yo”, sostuvo CFK. Y agregó: “¿No les llamó la atención la relación con Caputo?”.

Yo quería mostrarles al fiscal Luciani y al fiscal Mola lo que encontré”, cerró CFK en la transmisión que hizo por sus redes ya que le negaron la defensa ante el tribunal. Antes fue más dura. Sentenció que Luciani y Mola “además de mentirosos no trabajan ni leen las pruebas que recaban”. Fue generosa: lo más probable es que omitieran todo lo que hoy mostró ella. Les dejó, eso sí, un irónico agradecimiento. Sin la torpeza de los fiscales no hubiera podido acceder y revisar esos chats de López que sepultan, de nuevo, la estrategia acusadora.

La carencia de pruebas llevó a los fiscales Luciani y Mola a cometer un error: incorporaron esos chats de López, obtenidos en otro expediente judicial, en la etapa de alegatos. Tamaño pifie revela la magnitud de su falta de argumentos. CFK también leyó fragmentos de algunos de los testigos propuestos por la fiscalía que demolían la acusación. Esa orfandad probatoria llevó a Luciani y Mola a buscar en otros expedientes algo con lo que sostener su guionada ficción.

¿Por qué Luciani y Mola llegaron hasta este punto si sabían, por experiencia propia en tribunales, que durante todas las audiencias del juicio no habían logrado nada? Dos hipótesis, tal vez no contradictorias. La primera es que en ese páramo probatorio alguien les prometió que si avanzaban contra CFK les acercarían pruebas. No serían los primeros fiscales que caen en ese cuento. La segunda ya habla mal de ellos, ya que confiaron que nadie revisaría esta supuesta nueva prueba, que les volvió como un boomerang.

La omisión de los mensajes con Caputo, Gutiérrez y Chediak no fue solo de los fiscales Luciani y Mola. El diario La Nación publicó que “accedió en forma exclusiva a los mensajes que constan en la Justicia” pero casualmente sólo resaltó los que le interesaban a los fiscales. ¿Los empleados de la familia Saguier no revisaron los chats completos o censuraron los que aparece el hermano de la vida de Macri, de quien hay fuertes indicios de que invirtió dinero en ese medio?. CFK ofreció una explicación: “protegen a los grandes ladrones del país”.

Un dato: López vivía en una casa de Gutiérrez, que era a su vez socio de Macri en distintos emprendimientos. Hay 177 mensajes entre ellos. Uno dice: “Hola amigo, como andas? No te olvides que tenemos que hacer la reunión familiar con Niki”. Niki es Caputo. Gutiérrez fue investigado como testaferro de López. La reunión familiar era entre López, Caputo y Gutiérrez. “¿No vieron eso los fiscales?”, insistió CFK.

El otro punto clave fue que estos chats no son nuevos, sino que datan de 2013 hasta que López fue detenido. CFK recordó que López fue condenado pero nunca se investigó el origen de los 9 millones de dólares que tenía cuando fue esa madrugada del 14 de junio de 2016 a un convento en General Rodríguez. En realidad no es que no se investigó, puntualizó CFK, sino que cuando las pistas apuntaron al banco Finansur en la época que era manejado por Jorge Sánchez Córdova, ex tesorero de Boca en la era Macri, frenaron la pesquisa. “Pararon de tirar del ovillo porque aparecían ellos”, sintetizó la vicepresidenta. Explicó que Comodoro Py podría haber investigado el origen de los fondos de López, pero no quiso. Eran ellos los que le dieron los 9 millones a López, no tengo la más mínima duda”, dijo CFK. Aparecían ellos. No los jueces, sus titiriteros.

En su presentación, CFK leyó partes de los testimonios de los propios testigos que propusieron los fiscales Luciani y Mola y que contradecían la acusación. También le dedicó un pasaje a Elisa Carrió y Mariana Zuvic, denunciantes una en CABA y otra en Santa Cruz de estas obras. Mostró un afiche de campaña que compartieron con Fabián “Pepin” Rodríguez Simón, prófugo hace 623 días. CFK recordó que ningún ex funcionario peronista eludió los tribunales argentinos.

Párrafo aparte fue el caso del soterramiento del Sarmiento, una megaobra licitada durante el gobierno de CFK con financiamiento externo pero que Macri, por decreto, decidió que los fondos salieran de las arcas públicas argentinas. ¿Por qué? Porque había ganado la licitación una Unión Transitoria de Empresa (UTE) entre Odebrecht, IECSA, Ghella y COMSA. ¿Cuanto dinero era? 45.000 millones de pesos. ¿Y quien firmó ese decreto? CFK mostró que Macri evitó hacerlo por el evidente conflicto de interés de que fuera su propia empresa, IECSA, la beneficiaria. La hizo firmar a Gabriela Michetti. CFK hizo cuentas: este desfalco en torno al soterramiento del Sarmiento equivale a 5 veces todo lo que denuncian sobre Austral Construcciones, la empresa de Báez.

La familia Mahiques se llevó también unos minutos de la presentación de CFK. El pater familia, Carlos Mahiques, pasó de funcionario de María Eugenia Vidal a juez de la Cámara de Casación, donde Macri lo puso a dedo. Ignacio, uno de sus hijos, impulsó la causa Vialidad junto al fiscal Gerardo Pollicita. Juan Bautista, el otro, fue el armador del lawfare durante el gobierno de Macri y luego fue cobijado por Horacio Rodríguez Larreta como jefe de los fiscales porteños, cargo que retribuye como armador judicial del jefe de gobierno en Comodoro Py.