La huida PRO en medio del discurso de Alberto Fernández ante la Asamblea Legislativa planteó un panorama complejo para el funcionamiento del Congreso, un mensaje dirigido hacia el oficialismo pero también hacia el interior de Juntos por el Cambio. Los halcones mantendrán su postura combativa y la escapada macrista pudo haber sido la antesala del debate por el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.
Sin definiciones, ya comenzó a especularse con un posible voto negativo de ese sector frente a abstenciones mezcladas con voluntades positivas por parte de la UCR y la Coalición Cívica, al menos en Diputados. En el Senado, la cuestión será diferente y, si bien no hay precisiones, no se descartó que sólo pueda ser aprobado con quórum y manos frentetodistas. Por delante quedarán dos años difíciles para el Parlamento, con mayorías ajustadas y algunas iniciativas que no encontrarán cauce, pese al pedido presidencial, como las cuestiones vinculadas al Poder Judicial. Después, como siempre, seguramente habrá temas de consenso o un trabajo minucioso, de hormiga, para convencer a los del medio.
Primer pedido de sesión especial
Poco antes de la apertura de sesiones ordinarias, el interbloque de Juntos por el Cambio en Diputados comenzó a planificar el primer pedido de sesión especial con algunas incógnitas e incertidumbres. Con la intención de marcar una agenda propia que le hable a su electorado, intentará conseguir quórum para debatir, la semana que viene, dos proyectos que considera urgentes como la derogación de la ley de alquileres y un alivio fiscal para Corrientes y Misiones, provincias afectadas por los incendios. Mientras el Senado todavía no definió una hoja de ruta, a la espera del ingreso del acuerdo con el Fondo Monetario, un legislador de la Cámara Baja anticipó que también habrá mucha insistencia con el avance de la boleta única en papel, en año no electoral, para reducir costos en una suerte de guiño al FMI.
En principio, la intención opositora será debatir el próximo martes 8 de marzo. Quedaron descartados el miércoles y el jueves que, por reglamento, son para proyectos sobre tablas. De este modo, evitarían cualquier tipo de negativa, en base a las normas internas, por parte de la conducción de la Cámara Baja. Pero la inminente entrada del acuerdo con el Fondo podría entorpecer los planes. En caso de que Martín Guzmán vaya al Congreso a dar los detalles y explicaciones pertinentes en la fecha de la posible sesión especial pedida por Cambiemos, el tratamiento en el recinto se caerá y deberá postergarse.
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El pacto con el FMI no le será gratuito a la oposición. Ya hubo cruces públicos y privados, los moderados pidieron facilitar el acuerdo y los duros salieron a impedirlo para después recular. Ninguno definió una postura clara, pero se descarta que habrá apoyos, abstenciones y rechazos por todos lados, repartidos, transversales. Más allá de eso, pareciera ser que la Cámara de Diputados no será un problema y que las miradas se posarán en el Senado donde las abstenciones validadas por el cuerpo son ausencias para el cómputo del quórum. O sea, deberá haber al menos 37 votos, entre afirmativos y negativos, para conseguir la sanción. Con mayoría favorable, claro.
El otro problema para una posible sesión el 8 de marzo será el quórum. No habrá convocatoria sin la habilitación de la sesión asegurada. La experiencia de diciembre del año pasado todavía no cicatrizó, la ausencia de dos diputados propios para habilitar el debate por Bienes Personales quedó como una piedra en el zapato. En ese entonces, el Frente de Todos esperó hasta último minuto y bajó al recinto para facilitar el tratamiento, un gesto político fuerte en medio de las disputas, y logró sancionar su propio proyecto, dejando de lado el opositor. Eso no podrá, o no debería, volver a repetirse.
Con 116 legisladores propios, Juntos por el Cambio necesita 13 más para un quórum ajustado, 15 para asegurarse evitar cualquier eventualidad. Descartado un apoyo oficialista, apelarán a los bloques no alineados con los dos bandos de la grieta pero todavía no hay precisiones al respecto. Por todos esos factores - día obligado, posible presencia de Guzmán y quórum - la intención de sesionar podría quedar en eso, en una intención.
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Agenda opositora
La agenda opositora se ampliará y no sólo se hará foco en temas urgentes como el acuerdo con el Fondo, algo obligado, o la ley de alquileres y los incendios forestales. Un diputado del interbloque de Cambiemos dijo, antes del discurso de Alberto Fernández el 1 de marzo, que la boleta única es un proyecto en el que se insistirá fuerte. De hecho, hasta hubo expectativa en torno a un posible anuncio presidencial en ese sentido que, interpretó, conseguiría una ovación unánime por ser año no electoral y por reducir costos, un lugar para ajustar en medio del pacto con el FMI. Pero eso no pasó.
Tampoco se descartará el tratamiento de la emergencia educativa o el de ficha limpia, por ejemplo. Pero esas cuestiones podrían quedar para más adelante. Así como la oposición acusó a Alberto Fernández de hablarle sólo a su espacio y querer quedar bien con Cristina Kirchner, Juntos por el Cambio hará lo posible, en este año parlamentario, para hablarle a su propio electorado y volver sobre ejes que no pudieron avanzar en el último período. El 2022 no tendrá urnas pero sí un escenario de preparación para los próximos comicios.
En ese escenario, varios ya son los anotados. Alfredo Cornejo, Facundo Manes, Gerardo Morales, Horacio Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich y ¿Mauricio Macri? para la Presidencia; Diego Santilli, Cristian Ritondo e intendentes para la gobernación bonaerense. La primera tarea de todos ellos será apelar al núcleo duro y luego ampliar. Los movimientos de los próximos meses irán en ese sentido.