ue los accionistas del principal conglomerado de medios y telecomunicaciones (Clarín-Cablevisión, en plena fusión con Telecom), y los de su socio La Nación y el influyente Grupo América, además de sus editores, conductores y columnistas estrella, fueran asiduos invitados del expresidente Mauricio Macri en la residencia oficial en su mandato, confirma la amalgama que une política, negocios, medios de comunicación y armado de la agenda pública en la Argentina. Quid pro quo: las visitas no se fueron de Olivos con las manos vacías y su anfitrión contó con un respaldo mediático inédito en la historia reciente del país.
Interés económico, línea editorial y compromisos políticos quedan expuestos como pocas veces en la “Operación Olivos”. Todo un fresco del periodismo de los grandes medios comerciales de la Argentina contemporánea.
Macri recibió al mayor accionista de Clarín, Héctor Magnetto, al menos tres veces entre julio de 2017 y julio de 2018. En ese lapso, el gobierno argentino avaló la mayor concentración de la historia latinoamericana de las comunicaciones, la fusión Cablevisión-Telecom, para la que debió adaptar a las apuradas –y sin fundamento técnico, como demuestra este informe- las normas legales vigentes. Los columnistas y editorialistas del Grupo Clarín transitaron en reiteradas oportunidades por la Quinta de Olivos durante la gestión de Cambiemos, durante la cual reabastecieron la artillería reunida durante su periodismo de guerra contra el kirchnerismo en sintonía con la agenda político judicial del macrismo.
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También los conductores y opinadores top de La Nación (socio de Clarín y del Estado en Papel Prensa desde 1977) circularon por la residencia presidencial, al igual que Fernán Saguier, accionista del grupo beneficiado por Macri, quien obligó a los cableoperadores a incluir en sus grillas la señal LN+ mediante una resolución del ENaCom, el ente gubernamental creado por decreto por el expresidente. Entonces no se sospechaba lo que Daniel Vila (Grupo América), Jorge Fontevecchia (Perfil) revelaron a fines de 2020: que Macri y su entorno serían los accionistas y financiadores de LN+ y causantes de la reciente intensificación de su estilo faccioso.
La clasificación de la tv por cable como servicio de telecomunicaciones y TIC es un botón de muestra las contradicciones de la política de comunicaciones de Macri y resume sus favores gubernamentales tanto a La Nación como a Clarín. En rigor, si la tv por cable integrara realmente el rubro de telecomunicaciones, le regiría el principio de la neutralidad de la red y, por lo tanto, no deberían existir imposiciones estatales ni privadas a la organización de la grilla, que además sería imposible de gestionar porque centralmente se trata de un servicio de administración de cierta oferta de programación. Pero Macri avanzó sin temor a una nueva desprolijidad en materia de regulación de comunicaciones porque este fue el atajo que su operador todoterreno en materia judicial, Fabián “Pepín” Rodríguez Simón, engendró para que Cablevisión eludiera el tope a la concentración del sector que regía según la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y el caso deviniera abstracto, como gustan decir los abogados. Siendo un servicio de telecomunicaciones, Cablevisión podía con una sola licencia operar en todo el territorio. Entonces, Macri primero decretó que la tv por cable era servicio de telecomunicaciones y TIC y luego obligó a los cableros a hacerle un lugar a LN+. Un ejemplo de adecuación de las normas al interés de los regulados.
Quienes tienen curiosidad genuina sobre los efectos de la concentración de las comunicaciones en la agenda pública tienen en esta evidencia un caso digno de lectura: la correlación entre los contenidos difundidos, la concentración de los grupos difusores y su línea política es total. Los grupos más grandes de medios fueron beneficiados y potenciados en su concentración por las decisiones de política pública mientras redoblaban sus denuncias a la entonces oposición política.
Como se ve, no sólo no hubo (ni hay) “independencia” o “neutralidad”, valores en desuso que expresaban la autopercepción del periodismo en el siglo XX, sino que la mímesis de encuadres ideológicos y la sincronización de agendas de los Grupos Clarín, La Nación y América con el gobierno con el que departían cotidianamente en el ámbito doméstico del presidente habilitan a cuestionar incluso la capacidad profesional de establecer una mínima distancia con la fuente protagonista de sus contenidos. Los favores económicos del gobierno a los accionistas de los grandes medios tuvo un correlato editorial sin fisuras.
En efecto, el sesgo de las opiniones, de los temas y de los encuadres en las notas escritas, radiales y televisivas de los visitantes de Macri es tan manifiesto y uniforme que cuesta distinguir los puntos de vista de quienes oficiaron de comunicadores respecto del ala más extrema del armado político que comandaba el ahora expresidente.
La pretendida inmaculada concepción de los medios queda magullada por sus cultores, expuestos en sus prácticas a una intimidad que la audiencia sospecha o deduce (y que en no pocos casos festeja desde su sesgo cognitivo), pero que sus protagonistas se esfuerzan por disimular hasta el punto de adulterar información pública sobre las visitas de estos encumbrados columnistas y conductores al chalet de operaciones de Macri.
Es que la información divulgada por El Destape, de por sí valiosa, cobra mayor trascendencia por cuanto muchas de las visitas fueron ocultadas de la documentación oficial provista por la gestión macrista a la ONG Poder Ciudadano (de nula relación con el peronismo) en el marco de un pedido de acceso a la información pública. Esa documentación fue alterada de modo irregular, como comprobaron tanto Poder Ciudadano como El Destape por separado, lo que cuestiona nuevamente no sólo el propagandizado apego republicano proclamado por el entorno de Macri, sino también el apartamiento profesional que cabe esperar de un periodista respecto del poder. Lejos de carecer de mácula, la intervención de los medios concentrados sintoniza con fuerzas bien terrenales.
Así como los jueces que visitaban la residencia presidencial fallaron siempre a favor de Macri y contra sus adversarios políticos, los empresarios de medios que hicieron rancho en la Quinta de Olivos fueron favorecidos por la política gubernamental y sus opinadores estrella sólo predicaron a favor de Macri y jamás dejaron de denostar a sus adversarios políticos y sociales.