El Ni Una Menos de los medios: cuando la perspectiva de género es una deuda pendiente

La titular de la Defensoría del Público, Miriam Lewin, habló sobre el abordaje mediático de los casos de femicidios y los desafíos pendientes.

03 de junio, 2021 | 00.05

En 2012 en Argentina se aprobó la Ley 26.791 que incorpora al Código Penal la figura de femicidio. Ese avance que cristalizaba en el orden judicial la violencia machista fue un antes y después, pero en los medios de comunicación cuando una mujer era asesinada en un contexto de violencia de género, se titulaba con un gran “crimen pasional”. No fue hasta la irrupción de la marea #NiUnaMenos en 2015 que se comenzó a desterrar una frase que revictimizaba y minimizaba la violencia machista

A pesar de que desde la primera marcha se reclama que paren de matarnos, con un 3J ya instalado, en pleno 2021 continúa el mal tratamiento de casos de violencia de género en los medios de comunicación hegemónicos, quizás menos grotesco que hace 30 años, pero, disfrazado de buenas intenciones o por omisión, no abunda el buen tratamiento de estos casos.

¿Cómo debería ser el tratamiento, más allá de lo discursivo? ¿Qué tratamiento debe primar para que un femicidio no se aborde como un show mediático que expone la vida personal de la víctima?, son algunas de las preguntas que se disparan tras cumplirse una nueva fecha de #NiUnaMenos.

Al respecto, en una entrevista con El Destape, la titular de la Defensoría del Público, Miriam Lewin, explicó: “Lo que ocurre es que estamos en medio de un cambio cultural. Tomando como punto de inflexión el asesinato de Alicia Muñiz (1988) que se llamó ‘crimen pasional’ hasta el NiUnaMenos, en ese momento empezó a desaparecer esos titulares que decían que la mató porque lo dejó, como buscando una justificación en la conducta de la mujer de la violencia extrema que sufría. Por suerte, las cosas han cambiado muchísimo, pero hay debates de cómo abordar el tema de femicidios dentro de las redacciones, incluso desde una perspectiva de derecho”.

- ¿Qué debates ocurren dentro de las redacciones? ¿Qué pasa que aún existe un tratamiento erróneo para los casos de femicidio?

En enero de este año, un programa de entretenimiento (Mejor de la Noche), evidentemente con buena intención, utilizaron datos del femicidio de Lola Chomnalez para la trivia y a pesar de que luego sacaron al aire al abogado de la familia para que cuente cómo está la causa, con el afán de visibilizar, eso fue revictimizante para la familia. Ahí vemos cómo en el querer recordar, para generar conciencia, se viola derechos inadvertidamente.

Recuerdo que cuando todavía trabajaba en una redacción, con mis colegas discutíamos si era necesario mostrar cómo un femicida tiraba el cuerpo de una mujer a un contenedor de basura. ¿Era necesario mostrar que para los femicidas somos basura? ¿O había que evitar herir sensibilidades? Es un gran debate. Tampoco llegar al extremo como vimos que un conductor se metió en el contener de basura… existe una delgada línea.

Desde la Defensoría estamos volviendo a redactar las recomendaciones para el tratamiento de casos de violencia de género que estaba desde el 2015 porque corrió mucha agua bajo el puente, tanto en el campo normativo como en el cambio cultural. Antes no se hablaba de nuevas masculinidades, no se había aprobado la Interrupción Voluntaria del Embarazo, estaba en pañales la gran marea verde.

- ¿Qué recomendaciones realizan desde la Defensoría del Público?

Uno de los ejes que promovemos es tener mucho cuidado con las imágenes. Existe un debate acerca de que cuando una mujer desaparece, o se la está buscando o incluso cuando resulta víctima de un femicidio, los medios echan mano a sus redes sociales, Facebook, Instagram, y muestran esas imágenes que hacen a su vida privada. A lo mejor, en esas imágenes que muestran, hay alguna con una pose sexualizada, a veces son menor de edad, y de esa forma se promueve la culpabilización.

También, promovemos tener mucho cuidado cuando se habla de consentimiento cuando se trata de un delito de abuso o de violencia sexual porque existe un tratamiento de poner el ojo en cuál era la conducta de la mujer o si tenía algún tipo de consumo problemático y eso genera una justificación.

- Existen casos de femicidios que llegan a una notoriedad y a una mediatización que otros casos no, ¿a qué se puede deber?

Tiene que ver con una cuestión de clase, de acceso de la familia o allegados a los medios, que obviamente eso facilita, cuantos más recursos lingüísticos tiene la familia, cuanto más próxima es la familia a la clase que les periodistas cubren el caso… Recuerdo que un comunicador cuando ocurrió el caso de Ángeles Rawson dijo: “Podría haber sido alguna de nuestras hijas, esto paso a 10 cuadras de la radio”. Es evidente que cuanto más próximo siente el comunicador el caso, más difusión tiene. Si pasa en un barrio muy lejano, una familia convaleciente, lo sienten más lejano.

También, observo y escucho cuando en una mesa de radio las periodistas mujeres empiezan a hurgar en la vida personal de las víctimas, como queriendo diferenciarlo de sus propias hijas, esto de ‘le pasa a alguien que no es como yo”. Por eso, la toma de conciencia es creer y estar convencida de que esto le puede pasar a todas.


 

- ¿Y cómo se logra esa toma de conciencia?

No depende solo de los medios. La toma de conciencia como frenar los femicidios tiene que tratarse de forma transversal. Una punta es la implementación de la Educación Sexual Integral, que es un recurso fundamental. No podemos esperar que todo salga de los medios.

Nosotros desde la Defensoría ponemos al servicio de las redacciones material y herramientas para el tratamiento mediático responsable y también que las audiencias sepan qué esperar de los medios. Cada mes difundimos los manuales y capacitaciones en la página, que hablan de no culpabilizar a la víctima, de no generar un clima espectacularizante, de no banalizar, recurrir a especialistas en la temática, promover el conocimiento de talleres de nuevas masculinidades, poner al servicio todos los recursos. Promover no mirar para el otro lado cuando ocurre una situación de violencia en los medios.

Obviamente no son los únicos recursos para el cambio cultural porque para que deje de haber femicidio, tiene que haber una decisión política y la hay, pero lleva tiempo.

- Genera la sensación que siempre algo falta, que poco alcanza.

Es que es un camino muy largo, por eso pongo el acento en la ESI. No se trata de una cuestión de punitivismo, de tener leyes más duras porque nadie sale a matar a una mujer con el Código Penal bajo el brazo. El abordaje es multidimensional, no solo es la responsabilidad en los medios o en los jueces o en la escuela, es un todo porque hay que entender algo, los medios generan sentido. Por mi parte, tengo confianza en las nuevas masculinidades, en los debates que tienen lugar.

Ahora se está por tratar la Ley de Equidad de Género, es necesario más mujeres y disidencias en las redacciones que estén formadas, esto es algo fundamental.


 

- ¿Cuál es tu opinión sobre el rol de la ‘editora de género?

Es un rol fundamental, pero como dice Jéssica Benet, la editora de género del The New York Times, va a desaparecer. Es fundamental ahora, que se promueva, pero el tratamiento en una redacción debe ser transversal, tiene que haber redactoras, trabajadoras y trabajadores de prensa con perspectiva.

Lo que sucede es que los medios son profundamente machistas, es más el temor de ser tachados de incorrectos, a cometer errores y quedar expuestos, que por la verdadera convicción. Entonces, sucede que siempre hay participación e ingresan periodistas a las redacciones, pero los jefes y editores siguen siendo varones que no están sensibilizados en la temática de género.

Como en el 2015, cuando el reclamo de trabajadoras y redactoras logró que se deje de nombrar “crimen pasional” a un femicidio, quizás, también, la transformación de cómo se deben tratar los casos de violencia de género tenga que empezar por quienes escriben y cubren las noticias.