"Esta causa tuvo una orientación para ser usada en términos políticos", dejó claro Cristina Fernández de Kirchner. Por eso, su respuesta fue política. La exposición de los vínculos deshonestos entre la oposición política y mediática, centralizada en la figura del expresidente Mauricio Macri, una rama del poder judicial y los intereses de los fondos buitre tejió una escena que a los argentinos nos resulta dolorosamente familiar y dejó un mensaje para leer en clave de futuro: "Si no tomamos conciencia de lo que nos ha pasado a los argentinos en los últimos años difícilmente podamos encontrar un camino después de esta pandemia, y tenemos que encontrarlo. Porque tenemos una responsabilidad... yo por lo menos me siento con la responsabilidad histórica de hacerlo".
La vicepresidenta utilizó la audiencia pública en el marco de la causa por el memorando con Irán, que recibió, con su mensaje, la estocada final, para desarrollar una variación del tema que toca cada vez que da uno de sus contadísimos discursos públicos: los intentos que hace el poder concentrado, a través de múltiples instituciones (medios, tribunales políticos opositores, cámaras patronales), para marcar el rumbo de un país independientemente de quién gobierne, es decir por encima de la voluntad popular. La persecución judicial como una herramienta para imponer un modelo político y económico, despojando al país de su soberanía para someterlo al designio de intereses diferentes al bien común.
"El Memorándum, lo de Vialidad, lo de dólar futuro, está armado para denostarnos a nosotros y para que el pueblo argentino se entregue débilmente a lo que siempre hicieron desde afuera, dominarnos a través de la deuda". La mención, en momentos en los que la Argentina discute nuevamente cómo sacarse de encima el peso de un endeudamiento que no puede pagar y dentro del Frente de Todos existen diferencias sobre la mejor manera de encarar la compulsa con el Fondo Monetario Internacional. La vicepresidenta ve esa negociación como un chantaje, una trampa que dejó montada Macri para condicionar el rumbo económico y político del gobierno que lo sucediera.
Por eso, las víctimas del lawfare no son solamente quienes quedan en el banquillo de los acusados sino toda la sociedad y especialmente los más vulnerables, que se llevan la peor porción de las consecuencias del ciclo de endeudamiento y destrucción del trabajo que encabezó Macri. La vigencia de los mecanismos de persecusión montados en el gobierno anterior es incompatible con la plataforma política del Frente de Todos. Sin decirlo con todas las letras, CFK identifica el déficit de la primera mitad del mandato que ella encabeza junto a Alberto Fernández y deja claro que es una tarea que no puede seguir postergándose. Un aviso para adentro: ella piensa avanzar, con o sin compañía. Siente la responsabilidad histórica de hacerlo.