Otra mancha al tigre

30 de octubre, 2021 | 23.53

Mauricio Macri decidió finalmente responder al tercer llamado a indagatoria del juez Martín Bava por la causa del espionaje ilegal a los familiares de la tripulación del ARA San Juan, pero la misma fue suspendida. El abogado del ex presidente argumentó que su cliente no había sido relevado del secreto de inteligencia para poder declarar. Al parecer, espiar a los familiares desde la AFI habría sido una legítima tarea de inteligencia protegida por el secreto de Estado. En todo caso, el paseo hasta los tribunales de Dolores le permitió a Macri gozar de un acto multitudinario de casi 200 personas, contando policías, heladeros y empleados municipales. Como escribió alguna vez Macedonio Fernández: “había tan pocos que faltaba uno más y no cabía”. Ni la ex Gobernadora Coraje, ni Horacio Rodríguez Larreta, ni tampoco la Mentalista Carrió consideraron que su presencia en el encuentro fuera necesaria. “No fui a Dolores porque con 40 grados no voy a ningún lado” explicó la líder de la Coalición Cívica, lo que prueba que meteorología mata república.

Macri deberá volver a Dolores el miércoles próximo al mediodía, ya relevado del secreto de Estado. Hacerlo madrugar una segunda vez en tan poco tiempo es un indicio fuerte de la hostilidad del magistrado hacia el ex presidente y podría ser causal de recusación.

Por su lado, la Cámara Federal de San Martín confirmó el procesamiento de Nicolás Ducoté, ex intendente de Pilar y miembro del PRO, por administración infiel en perjuicio de la administración pública en relación a fondos nacionales que recibió el municipio para construir cloacas que nunca se llevaron a cabo. Al parecer, las estafas relacionadas con cloacas imaginarias son una tradición del macrismo. Recordemos que a fines de los ’80 y con apenas 29 años, Mauricio Macri firmó un contrato con el entonces intendente de Morón Juan Carlos Rousselot para la realización de obras que tampoco se llevaron a cabo. El intendente terminó destituido y luego preso por la estafa. Tal vez lo de Ducoté, cofundador de CIPPEC (“organización independiente, apartidaria y sin fines de lucro”, según su página web), no sea más que un rito iniciático exigido por la mesa chica macrista.

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Luego de tensos debates en los medios y en el recinto, la Cámara de Diputados aprobó la Ley de Etiquetado Frontal de Alimentos que obliga a los fabricantes a incorporar una etiqueta octogonal de advertencia en todos los envoltorios de alimentos que tengan exceso en azúcares, grasas, calorías o sodio. Asombrosamente, muchos diputados que se autoperciben liberales votaron en contra de que los consumidores cuenten con mayor información a la hora de elegir un producto. Si fuéramos malpensados podríamos imaginar que se trata de lobistas de las grandes empresas productoras de alimentos antes que legítimos representantes del pueblo, pero por suerte no lo somos.

Lo que más atormentó a nuestros liberales imaginarios fue que uno de los artículos de la ley estipula que los alimentos con etiquetado frontal “no pueden incorporar en sus envases personajes infantiles, animaciones, dibujos animados, celebridades, deportistas o mascotas”. Por culpa de esta nueva avanzada del populismo desenfrenado nuestros niños ya no podrán contar con el Tigre Tony de Kellogg's o el conejo de Nesquik para incentivarlos a desayunar con mucha azúcar. El chat de papis y mamis, el movimiento político más notable de los últimos años, tomaría cartas en el asunto al grito de #JeSuisZucaritas.

Luego de demonizar al nuevo Secretario de Comercio Interior Roberto Feletti por “amenazar con aplicar la ley”, una amenaza sin duda peculiar, y de repetir en un nuevo Nado Sincronizado Independiente (NSI) que la inflación es culpa de la emisión, nuestros periodistas serios quedaron algo azorados por las declaraciones de Rodríguez Larreta, quien sostuvo que “hay que ir contra los monopolios para que haya verdadera competencia. Los monopolios no ayudan para bajar la inflación”. Al parecer, el jefe de Gobierno porteño recibió nuevas encuestas sobre el tema.

Pero esa voltereta chavista de uno de los referentes de Juntos por el Cambio no fue lo más dramático de la semana. El G20 (foro internacional que reúne a 19 países industrializados y emergentes del mundo más la Unión Europea) aprobó un polémico impuesto global a las multinacionales, de al menos el 15% sobre las ganancias. La iniciativa busca combatir la elusión fiscal de las grandes corporaciones y lograr una arquitectura tributaria internacional “más estable y más justa”. Hasta el momento ni nuestros medios serios ni la oposición de Juntos por el Cambio (dos colectivos que cuesta diferenciar) han denunciado esta inadmisible medida kirchnerista que ahuyentará las inversiones hacia otros planetas.

No descartamos un nuevo banderazo espontáneo convocado por los medios que al reclamo de #JeSuisZucaritas agregará el de #TodosSomosFacebook y #JeSuisGoogle.

 

Imagen: Un oficial de La Cámpora detiene al Tigre Tony de Zucaritas (cortesía Fundación LED para el desarrollo de la Fundación LED)