En un día de definiciones, el gobierno se garantizó avanzar con los proyectos de ley Bases y pacto fiscal tal y como había sido previsto después del debate en Senado. No estarán incluidas algunas empresas en el listado de compañías privatizables, tampoco se avanzará con la eliminación de la moratoria, pero sí se insistirá con Ganancias, Bienes Personales y la supresión de gastos tributarios. Mientras La Libertad Avanza se acercaba a lograr su primera victoria (parcial) parlamentaria, las internas dentro de los aliados se desarrollaban a toda máquina.
La llegada, una vez más, de estos tratamientos al recinto volvió a exponer los movimientos subyacentes de las fuerzas políticas involucradas. Este miércoles a la mañana, Mauricio Macri recibe a Rodrigo de Loredo, el jefe del bloque de la UCR que se mostró dispuesto a colaborar con el gobierno, incluso con el fracasado intento de restituir algunas privatizaciones.
Macri y De Loredo se llevan bien, tienen una buena relación. Más allá de que probablemente se charle sobre la ley Bases y el paquete fiscal, no sería el tema principal de la conversación. El año pasado, Mauricio bancó al radical en su pretensión por conseguir la intendencia de Córdoba capital, sin éxito.
La figura del jefe de bloque radical no pasa por su mejor momento en el ámbito centenario. Las voces que decidieron ponerse en la vereda contraria al gobierno de Javier Milei, no esconden que el diputado no representa la posición de muchos dirigentes que intentan hacer resonar una visión diferente, aún en minoría.
El PRO tampoco atraviesa el mejor momento, aunque eso no impidió unidad en la acción durante el debate de estos proyectos, acompañando lo deseado y avalado por el gobierno y rechazando los cambios “de prepo”. Macri también tiene previsto encontrarse, por estas horas, con su mesa chica del PRO, integrada por varios diputados cercanos, sin bullrichismo. Los recibe cada semana o cada quince días, dependiendo de la agenda.
El ex presidente quiere definir la agenda de PRO después de la ley Bases, con temas de interés como la boleta única, ficha limpia o la ya dictaminada esencialidad de la educación. Busca diferenciarse del gobierno, aunque sin ser una oposición férrea a él. Mauricio no abandona la pretensión de ser el dueño de las decisiones y el líder de un armado, por eso se aferra a mantener un partido cascoteado por las otras ramas internas amarillas.
En la provincia, en CABA y en Nación se quedó con las conducciones partidarias. Cristian Ritondo cerró su lista al filo del miércoles, apadrinado por Macri y con vices compartidas por ambos. Soledad Martínez, intendenta de Vicente López, y Pablo Petrecca, alcalde de Junín, fueron los elegidos para las vicepresidencias. A diferencia de lo que pasó a nivel país, en este caso se buscó no darle lugar al bullrichismo.
Patricia Bullrich decidió esperar al 4 de julio para pensar su rol en el armado amarillo. Todavía no está segura la convocatoria, aunque algunos dirigentes empezaron a tantear su llamado. Ese día, se tiene que formalizar la presidencia de la Asamblea partidaria, prometida a la ministra, pero los rumores indican que Mauricio podría arrepentirse y no dársela, dado que quiere allí a otro dirigente, como podría ser Martín Yeza, diputado nacional.
Por el momento, estas diferencias internas no afectaron el funcionamiento parlamentario y seguirá habiendo coincidencias. Los que no pueden aunar posiciones son los de Hacemos Coalición Federal y la UCR. Los primeros trabajan en el armado de un interbloque que les de más cuerpo a la hora de negociar y articular en las votaciones.
En la penúltima sesión ya estaba la nota formal, para remitir a presidencia, en circulación pero se la frenó con la intención de sumar alguna figura extra. En principio, el espacio Federal estaría integrado por el bloque de Miguel Ángel Pichetto, Innovación Federal y el neuquino Osvaldo Llancafilo. En el caso de los radicales, por ahora mantuvieron la unidad de bloque en la diversidad.
En el caso de la sesión de este jueves, el debate más caliente llegará con el paquete fiscal y las miradas se posaron en la oposición dialoguista para acompañar o no la restitución del impuesto a las Ganancias. En abril, cuando se le dio media sanción al proyecto, la UCR aportó ocho voluntades en contra. Fueron los votos de Fernando Carbajal, Carla Carrizo, Mariela Coletta, Marcela Coli, Pablo Juliano, Facundo Manes, Danya Tavela, Martín Tetaz.
Algunos de ellos mantuvieron y mantienen una posición crítica frente al gobierno y otros, como Tetaz, no acompañaron la eliminación del tributo para la cuarta categoría y decidieron que el gobierno es el que debe solucionar el problema. Javier Milei y Victoria Villarruel, en su breve paso por el Congreso, votaron a favor de suprimir el impuesto para trabajadores y jubilados.
“Los suficientes”, dijo una fuente parlamentaria centenaria sobre los votos que esperan que la UCR aporte para lograr resucitar el Título referido a Ganancias. No se entendió bien por qué el Senado, que tiene una relación más directa con los gobernadores, no aportó los votos y decidió rechazar el tributo. Eso y el pago del costo político – que a esta altura queda difuso por las idas y vueltas – generaron malestar entre los diputados que tendrán que ser los encargados de darle una mala noticia a la sociedad.
La restitución de Ganancias no sería un problema en la relación entre los radicales de Diputados y los del Senado. Salvo Martín Lousteau, Maximiliano Abad y Daniel Kronenberger, los diez centenarios votaron a favor del impuesto en la Cámara Alta. En el caso de Bienes Personales, el único que se opuso fue el presidente del Comité Nacional.
Lo que finalmente quedó afuera fue el trío de empresas, de interés para los gobernadores, de la lista de compañías privatizables. “Respetaron (el acuerdo con la Cámara Alta) porque no tenían los votos”, confió una fuente del Senado que puso el grito en el cielo cuando se planteó la posibilidad de romper el pacto político que impulsó el gobierno hace dos semanas.
La posición de los senadores radicales sobre este tema generó mucha bronca en Diputados. Hubo legisladores que pusieron en duda su deber de respetar los pactos de la Cámara Alta y no avanzar con los propios. Incluso, hasta se llegó a plantear que “si tenían tanta queja, hubieran rechazado a la ley”. La debilidad parlamentaria del gobierno evitó, momentáneamente, la profundización de la interna boina blanca.
El debate que estará complicado será el de la restitución del artículo 111 del paquete fiscal para suprimir o modificar exenciones tributarias, beneficios impositivos o de cualquier otro gasto tributario en los términos del artículo 2º del decreto 1731/2004. Tuvo 64 negativos y 7 positivos, por lo que demandará los dos tercios de los votos para volver a la redacción.