La Ley Ómnibus que se acaba de votar en general, en los artículos 449 al 453, permite al Estado otorgar concesiones sin plazo de vencimiento con rentabilidad garantizada. Imagínense por un momento cómo será el proceso licitatorio que designe a los felices beneficiarios de una ganancia de por vida, por ejemplo, en una ruta. Aún si llega a haber una pandemia que restrinja el tránsito o un terremoto, el Estado se hará cargo de que el concesionario gane plata. Piensen también el juicio en el Ciadi que Argentina va a perder el día que haya que indemnizarlo para terminar con el ominoso contrato. Los mismos que hoy lo votan luego le echarán la culpa del costo del juicio al presidente que lo cancele.
El artículo 447 es un régimen de incentivo a Inversiones. Aclaro que acuerdo con que existan estas herramientas en tanto y en cuanto sean razonables, estén direccionadas a los sectores estratégicos que el país necesita para su desarrollo y no generen una competencia desleal con las empresas nacionales o extranjeras ya radicadas. Veamos lo que se votó el viernes. El artículo baja el impuesto a las ganancias del 35 al 25%, generando una competencia desleal con las ya radicadas. ¡Los nuevos inversores estarán exentos de impuestos a las importaciones y a las exportaciones! No tendrán que cumplir el régimen cambiario que cumplen el resto de las empresas ni tienen obligación de venta local. Imaginen una empresa de explotación de litio, por ejemplo, que pueda llevárselo todo sin impuestos. Ah, y estabilidad tributaria por 30 años.
Cito estos dos artículos porque, salvo en El Destape, no escuché a nadie mencionarlos. En realidad, casi no se habla de lo que se votó y eso sí que es grave. Un poco más conocido es que a Luis Caputo se le permite endeudarse desde ahora sin límites. También la derogación de la Ley de defensa de la Competencia que beneficiará a los monopolios y perjudicará a los consumidores y las privatizaciones de empresas que son estratégicas para aunque sea sostenernos en el listado de países en vías de desarrollo.
Los mismos medios de comunicación predominantes –ya no por su volumen individual, sino porque sumados son mayoría- que con su prédica neoliberal sistemática han generado un ejercito de pobres desclasados que votaron a un gobierno de extrema derecha ahora les ocultan lo que se está haciendo.
Por primera vez desde la vuelta de la democracia un gobierno realizó modificaciones legales del tamaño y la profundidad de una reforma constitucional por decreto.
Por primera vez desde la vuelta de la democracia un gobierno modifico más de 300 leyes de alto impacto en un proyecto
Por primera vez desde la vuelta de la democracia un gobierno baleó a 30 periodistas. Uno es accidente, dos es mala praxis, 30 es plan sistemático
Por primera vez se arrestaron reporteros gráficos.
Por primera vez un presidente no le habló a la Asamblea Legislativa, insultó a los legisladores, los trató de chorros y coimeros.
Todo esto debería llevarnos a pensar si realmente vivimos en una democracia y en una república tal como la conocimos. Los habituales somelieres de República hasta ahora no lo mencionan.
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Milei no viaja a las provincias. Ni siquiera a los municipios. No visita fábricas ni hospitales. No se reúne en privado con gobernadores. No habla con presidentes extranjeros ni se refiere a ellos si no es para insultarlos. La mayor parte del día la pasa en twitter, red en la que incluso postea culos. A su jefe de Gabinete no se le conoce la voz. Tampoco a la secretaria General de la Presidencia. Su ministra de Desarrollo social acaba de decirle a los que tienen hambre que hagan la cola de a uno para verla. Con el precio que tiene la comida deben ser millones. Su canciller postea memes de un dirigente social tirado en la calle. El ministro de defensa hace cosplay y el de economía amenaza. Nos estamos tomando en serio a un gobierno de locos.
La mayor parte de las medidas que toma son exuberantes, por llamarlo de alguna manera. Su excusa es que no quedaba otra alternativa. Incluso dice que Massa hubiera hecho lo mismo. No es cierto. Massa propuso buscar el equilibrio primario, no el financiero. Es decir bajar el déficit menos de 3 puntos. No más de 5 como propone Milei. Por otra parte, Massa puso sobre la mesa un listado de beneficios y exenciones impositivas a empresas para buscar fundamentalmente ahí el ajuste. Massa no iba a subir el dólar un 118 %. No lo hizo incluso bajo la amenaza del fondo. Massa no se iba a pelear con los chinos, todo lo contrario, consiguió de ellos apoyos inéditos. Es decir, no es cierto que no hay otra alternativa.
El Gobierno generó la caída de ingresos reales más grande de los últimos 30 años: -10% en un solo mes. Con la devaluación y la eliminación de los controles generó una suba del precio de los alimentos entre diciembre y enero del 50% y al mismo tiempo detuvo por completo la entrega de alimentos a comedores. También impulsó una suba del precio de los medicamentos del 93% promedio y dejó de entregar remedios a los hospitales. No está entregando ni siquiera los productos para quimioterapia. Más de la mitad de los inquilinos aseguran que se están endeudando para pagar el alquiler. Salvo que la pandemia haya generado algún tipo de cambio antropológico, en poco tiempo habrá una reacción social del tamaño de un maremoto.
El tema es qué pasa al otro día. Milei se resiste a que sea Macri quien acuda en su ayuda, tomándole el gobierno. Lo puso a Scioli para mostrar que prefiere ser ayudado por peronistas. En el peronismo, Axel Kicillof se muestra como el antagonista absoluto del presidente, en discurso y en hechos: aumentando salarios, continuando obras y siguiendo su camino de desarrollo con inclusión. No se mueve un centímetro de su discurso aunque el neoliberalismo arrase. Pero es difícil imaginarlo como rápido relevo. Massa no habla, pero opera y espera. Cristina tampoco habla. Milei no ha sido cruel con ella. No la persigue, le otorgó una generosa custodia, lejos de Bullrich y con su comisario de confianza ahora ascendido: le garantiza lo que el macrismo le amenaza: la vida y la libertad. Igual ella le manda a votar en contra y si puede le va a complicar la votación en particular. Pero no lo agrede: debe pensar que es mejor un Milei débil que un Macri fuerte. Pichetto aparece como un pretendido garante de la gobernabilidad porque piensa que la caída generaría un caos porque –dice él- no hay un Duhalde afuera.
La ventaja de Milei es que es el único líder. No lo tiene el macrismo ni el peronismo. También, el que tiene claro su rumbo. ¿Qué es el macrismo? Sus propuestas son solo anti kirchnerismo. ¿Y qué es el peronismo? Por ahora Cristina sigue siendo la que mas tiene en un espacio cada vez más chico. Pero no es difícil ver que cada día son más los peronistas que comulgan con un sentido común neoliberal muy lejano a Cristina. El único que tiene claro lo que quiere es Milei y quizá sea esa certeza la que lo mantiene sólido ante un segmento importante de la sociedad. También el contraste con un Alberto siempre dubitativo, que incluso tuvo facultades delegadas y no las utilizó.
El gobierno es un territorio en disputa. Un grupo de empresarios en las sombras con gran influencia, pero no homogéneo. Incluso a veces con intereses contradictorios. El sector Bullrich se fortalece a los tiros. La vice presidenta que recorre el país y los cuarteles. El macrismo al acecho. En esa disputa, Milei, con un celular, un publicista y la hermana, sobrevive.